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El pintor reconvertido en héroe que rescató a cuatro personas durante el apagónJuan Carlos Rodríguez, pintor autónomo en Valladolid, fue una de las millones de personas que tuvieron que aparcar su actividad laboral tras el fundido a ... negro que sufrió el país durante la interminable jornada del lunes. En su caso fue tal cual, porque en los sótanos en los que estaba trabajando, a eso de las 12:30 horas, no se veía nada. Estaba a oscuras.
Su día empezó en la calle Monasterio de San Millán de la Cogolla, en el barrio de Villa de Prado. Tenía asignada la labor de pintar varias zonas comunes de diferentes bloques de una misma mancomunidad hasta que la electricidad se desplomó. No podía seguir tirando de brocha gorda en unos primeros momentos de incertidumbre. Así que ante el parón obligatorio, Juan Carlos Rodríguez decidió ayudar. «No podía hacer otra cosa, así que por humanidad empezamos a ayudar a las personas», recalca este especialista del sector de la pintura.
Y en esa misión humanitaria fue de la mano junto con otros dos policías municipales de Valladolid que se encontraban por la mañana fuera de servicio (luego se reengancharon) para ir edificio por edificio para ver si había gente atrapada en los ascensores, una de las principales preocupaciones de los cuerpos de seguridad ante una inesperada caída de la electricidad. Entre su extensa herramienta, conformada principalmente por brochas, pinceles y espátulas, destacaba una llave maestra. «Como soy pintor tengo una llave para abrir las puertas de los ascensores, pues suelo pintar también esas partes», rememora el protagonista de esta historia.
Así que con los agentes de acompañantes, el pintor se fue a una aventura propia que acabó sobre las 14:30 horas. «Mi jornada de ayer fue la de echar una mano. No la cobraré porque soy autónomo», afirma con tono jocoso Juan Carlos Rodríguez.
Juan Carlos Rodríguez
Contabiliza los rescates en cuatro personas. «Es que por aquí no llegaron los Bomberos», agrega sin acritud. Personas atrapadas de toda índole, pero entre las que destaca una por encima de las demás. «Un hombre tenía claustrofobia. Estaba muy nervioso y bloqueado. Tirando, le pudimos sacar. La hija estaba muy agradecida porque, aunque los rescates no nos llevasen mucho tiempo, alguno de ellos acumulaba una hora de espera», reitera en medio de su jornada laboral de este martes.
Pero su ayuda no acabó con la liberación de las personas, porque una vez pateada la manzana continuó con su llave maestra de la mano con destino a los elevadores de los garajes. «La gente tenía que ir a trabajar, así que en alguna comunidad ayudamos a sacar los coches. Fue una paliza», concluye este pintor reconvertido a héroe en mitad del caos.
Una de esas personas socorrida por Juan Carlos Rodríguez y los dos policías fuera de servicio fue Belén Pérez Gascón. Vecina del número 36 de la calle Monasterio de San Millán de la Cogolla, Belén salió de casa a eso de las 12:30. «Me monté en el ascensor, se cerró la puerta y se fue la luz», agrega.
Estima que estuvo unos 40 minutos en el inmóvil elevador. «No tenía el teléfono y estaba a oscuras. Menos mal que al otro lado estaba una vecina muy amable», rememora. Sus llamadas al sistema de emergencias del ascensor fueron todas ellas infructuosas. «Siempre estaba comunicando. Me tocaba volver a llamar y como cada vez que pulsaba la campanita suena, pues acabaron aquí todos los vecinos. Todos ellos muy amables», agrega Belén en la puerta de su casa y junto al ascensor que le jugó una mala faena este lunes. «Hoy -por este martes- me volveré a montar. Hasta el momento subía y bajaba por las escaleras», prosigue.
La historia llegó a su final cuando aparecieron sus particulares ángeles de la guarda. El pintor y uno de los policías abrieron la puerta y la rescataron.
La liberación de Belén fue una de las 200, aproximadamente, que se llevaron a cabo en los momentos más duros del apagón. Testimonios en primera persona que se suman a otros anónimos y que tras el susto han declinado salir públicamente. Todos ellos agradecen, eso sí, la labor de los Bomberos de Valladolid y de la Policía Municipal. No solo hubo rescates, también mucha asistencia para acudir a los hospitales o centros de salud. Aunque uno de ellos se quedó en intento.
Sucedió en la calle Caamaño, donde una mujer que tenía que ir a diálisis tuvo que retrasar la cita 24 horas. Comenta lo sucedido el hombre que abrió la puerta de su domicilio. «Al no funcionar el ascensor, se intentó bajarla por las escaleras, pero al ser muy angostas no pudieron. Finalmente tuvieron que dejar la diálisis para este martes», agrega el vecino de la calle Caamaño.
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