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La normalidad regresó este martes a la avenida de Segovia, la última zona de Valladolid en recuperar el suministro eléctrico. Por la mañana, la gente retiró dinero de los bancos, compró agua en los supermercados y paseó por la zona. José C. Castillo

Los últimos en recuperar la luz en Valladolid: «¿Y nosotros para cuándo?»

Vecinos y comercios de la carretera y la avenida de Segovia no volvieron a tener suministro hasta casi ocho horas después del apagón

Víctor Vela

Valladolid

Martes, 29 de abril 2025, 19:15

«Por aquí pasaba la gente y te decía: 'Vengo de La Rondilla y ya tienen luz'. 'Pues en el centro ya ha vuelto el suministro'. 'Pues me han dicho que en no sé dónde también'… Y nosotras, en la calle, esperando a ver cuándo nos tocaba». La esperanza de Carmen Maragoto y Mari Mar Montes, trabajadoras de Calzados Lafer, parecía brillar un poco cuando se adivinaba «algún chispazo», cuando se atisbaba el más mínimo amago en las farolas, cuando detectaban un encendido fugaz en los luminosos de las tiendas de alrededor. «Los de la acera de enfrente tuvieron luz unos minutos antes, pero nosotras tuvimos que esperar todavía un poco más».

Eran casi las ocho de la tarde cuando los vecinos y comerciantes de la avenida de Segovia dijeron adiós al apagón que, durante la jornada de lunes, trastocó la normalidad de Valladolid. Fuentes del sector explicaron que la ciudad comenzó a recuperar el suministro eléctrico en torno a las 17:30, cinco horas después de que todo el sistema se cayera. La normalidad empezó en Santa Clara y el entorno de Real de Burgos. Se prolongó después por Pilarica. Poco a poco, aunque de forma inestable al principio, la ciudad recuperó de forma paulatina la luz. A las 19:30 horas, casi toda la capital ya podían encender frigoríficos y televisores. Pero había una zona en Delicias, en torno a la avenida y la carretera de Segovia, donde tuvieron que esperar todavía un poco más. Fueron los últimos de Valladolid en volver a tener luz. Y así vivieron tan larga jornada.

«Me pilló en mitad de un trabajo», dice Diego Velasco, de Moriarty Tattoo. Estaba en mitad de un tatuaje maorí en la pierna de una clienta cuando se fue la luz. ¿Y? «Lo pude terminar. Todos aparatos funcionan con batería, así que no tuve problemas. Eso sí, me tuve que poner un frontal (como el que usan los espeleólogos) para terminar el tatuaje». Afortunadamente, Diego cuenta con este material en su centro de trabajo porque en ocasiones, si el tatuaje en el que trabaja requiere de mayor minuciosidad, esa luz directa es mucho más eficaz. «Luego por la tarde no tuve tarea. Tenía que venir una persona desde Villanubla, pero al final no se pudo acercar», explica Diego.

Sara peina a una clienta en Verónica Rico Peluqueros. J. C. C.

También en plena faena estaban Sara Garzón y Helena Blanco cuando la avenida de Segovia (Delicias, Valladolid, la España peninsular) se quedó sin luz. «Teníamos justo una cliente a la que estábamos cortando el pelo. Se tuvo que volver a casa sin peinar. Al principio piensas que va a durar poco, pero luego ves que la cosa se prolonga y que no parece haber solución», aseguran las trabajadoras de Verónica Rico Peluqueros. Sin secador, poco podían hacer. «Los jefes intentaron localizarnos por teléfono sin éxito. Tuvieron que venir al local y nos dijeron que nos fuéramos para casa». Pero justo cuando salían del local, hubo un momento de esperanza. Eran las 17:30 horas y la luz regresó, apenas unos segundos, a parte de la calle. «Yo me di cuenta cuando pasaba al lado del Primaprix (el supermercado que hace esquina con la calle Carmelo)», explica Helena, quien, confiada, regresó a la peluquería. «Al final para nada, porque tuvimos que esperar más de dos horas para tener luz». Las clientas con cita reservada no acudieron este lunes, pero sí que han llamado ya para concertar nueva fecha. «Y este martes hay menos jaleo. La gente ha preferido hacer la compra y llenar la nevera antes que venir a la peluquería».

Sí que notaron más trasiego en el estanco Delicias 33. «Tuvimos que trabajar en efectivo y hoy, por ejemplo, nos quedamos sin monedas de cinco céntimos para dar el cambio. Pero sí que notamos que se vendió más. El que habitualmente se lleva dos paquetes, el lunes se cogía el cartón entero, no sé si para tener abastecimiento en casa o porque estaban más nerviosos de lo habitual», cuenta Lucas Melero, detrás del mostrador del estanco. En El Corte Chino, bazar emplazado en esta avenida de Segovia, también notaron un incremento de ventas en pilas, velas, linternas y transistores de radio.

En la panadería El Fiel acabaron con todas las existencias. Allí cierran a la tres de la tarde y, antes de esa hora, ya no tenían género que despachar. «Se conoce que en cuanto los supermercados se quedaban sin pan, todos venían para aquí», cuenta Soledad Moras, quien explica que los clientes se llevaron incluso aquellas variedades que se tardan más en vender, como los panes integrales de miel y pasas, los que tienen sésamo y los multicereales. «Acabamos con todo».

Carmen y Mari Mar se lo toman con humor frente al escaparate de Calzados Lafer. José C. Castillo

Más tranquila fue la jornada en Calzados Lafer. «La mañana no había empezado mal, tuvimos varias ventas. Pero luego, en cuanto se fue la luz, muy poquita cosa. Ni siquiera pudimos ordenar el almacén porque allí adentro no se ve nada», cuentan Carmen y Mari Mar, que pudieron volver a atender al público justo antes de cerrar. «El problema es que ahora ya casi todos tiramos de tarjeta. Muy poca gente tiene dinero en efectivo, y por eso la gente no vino a comprar», explicaban. «Nosotros no pudimos usar la báscula eléctrica. Tuvimos que pesar la fruta a ojo», cuenta Kayri Ruiz en el Locutorio Alimentación 504, donde varias personas se acercaron por si allí podían hacer llamadas. En vano. «Ni llamadas ni envíos ni fotocopias. Nada».

La caída del suministro provocó también incidencias en las farmacias. No podían usar la receta electrónica. «Y el problema es que el precio de los medicamentos no viene en las cajas. Y no todo el mundo paga lo mismo. Así que, hasta que no metes la tarjeta, no sabes lo que tienen que pagar. Y sin conexión es imposible», apunta Héctor Crespo, de la farmacia Ana Toranzo. «Sí que pude vender aquellos productos de los que me sabía el precio de memoria. Y siempre en efectivo», explica Héctor. Por fortuna, no llegó ningún cliente con una urgencia.

Héctor Crespo atiende a una clienta en la farmacia de la avenida de Segovia. José C. Castillo

El apagón no pilló a nadie, afortunadamente, en el sillón de la clínica dental Avenida, de la doctora Yolanda Serrano. «Justo en ese momento iba a comenzar una intervención estética, la colocación de una carilla, pero no había empezado aún», explica Vicky Nicolás, en la recepción de la clínica. «Por la tarde, volvimos a las 16:00 horas, pero no pudimos hacer gran cosa. El problema no es solo que no hubiera luz, es que tampoco funcionaban los teléfonos, así que no podíamos avisar a los pacientes». Ha sido este martes cuando han empezado a reprogramar citas, aunque también a lo largo de la mañana sufrieron problemas de coberturas.

Estancos, peluquerías, panaderías y bazares, tiendas de moda y confección. Todas ellas sufrieron el apagón más largo de Valladolid. Aquí la luz tardó más en volver que en el resto de la ciudad, como recuerdan este martes en el que la normalidad ha regresado a la avenida de Segovia, con sus cajeros en funcionamiento, sus paseos acelerados… y sus coches en doble fila.

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