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Nada funcionaba y, sin embargo, la ciudad funcionó. Al ralentí, con precaución, con la resignación de quien acaba de recordar hace un mes los cinco ... años de la irrupción del covid, con algún que otro vértigo al acudir al supermercado y ver que se agotaban las pilas, el agua, las linternas... Pero el tráfico fluyó. Con mucho civismo, «sin incidentes graves», según el balance de la Policía Local, Los hospitales funcionaron. Los bomberos rescataron a doscientas personas atrapadas en ascensores. Y la movilidad se sostuvo, en general, con la excepción de los trenes, que a primera hora del martes ya empezaban a carburar rumbo a Madrid y el sur de España. En la ciudad, Auvasa prestó servicio con normalidad, más allá de algunas aglomeraciones en las paradas porque resultaba imposible saber cuánto quedaba para que pasara el siguiente bus.
El apagón generalizado sirvió como reivindicación inesperada de las ciudades manejables, como Valladolid. Mientras Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla, con alfoces tremendos y miles de desplazamientos diarios, colapsaban, en Valladolid el tráfico se apaciguó. Jesús Julio Carnero habló de «civismo». Igual que el concejal de Seguridad y Salud Pública, Alberto Cuadrado, que relataba una anécdota este martes: algunos ciudadanos llevaron agua a los policías locales que vigilaban algunos de los cruces más conflictivos de la capital. O que Pedro Herrero, portavoz del PSOE, que en la reanudación del Pleno destacó la labor de los funcionarios públicos en una jornada muy difícil. Incluso la CEOE, en su balance de daños, agradecía «los gestos de solidaridad ciudadana durante la jornada del apagón: apoyo en desplazamientos, cuidados y colaboración espontánea que permitió a muchas personas afrontar mejor una situación inesperada».
La Policía Local trabajó al completo en tres turnos, según fuentes municipales. Se incorporaron todos los agentes que estaban de descanso y se reforzó el servicio para atender una ciudad sin semáforos. Alguno de los policías aparecía vestido de paisano y con un chaleco fosforito para ayudar a ordenar el tráfico, por ejemplo. La propia Policía Local acudió a 65 rescates en ascensores, además de auxiliar a varias personas con movilidad reducida o a aquellas que precisaban de respiración asistida y que se encontraban en sus domicilios, que fueron trasladadas al hospital. Aun así, una persona tuvo que recibir una bombona de oxígeno en su domicilio y otras cuatro se llevaron a la residencia Raíces. Incluso se surtió de botellas de agua a una residencia de mayores. «Algunos policías que doblaron turno aún seguían por la noche prestando ayuda», contaba el concejal Alberto Cuadrado. El turno de noche, por ejemplo, contaba desde las 22 horas con un subinspector y 21 agentes, relevados a las 4:30 de la madrugada por otro subinspector con otros 21 agentes.
La Policía Nacional se congratulaba de la buena coordinación existente con la Local, según informó la Subdelegación del Gobierno. «Todos los efectivos de la brigada provincial de seguridad ciudadana de Valladolid han salido a la calle», explican, y los agentes en servicio «doblaron turnos ante la situación excepcional, mientras que policías fuera de servicio acudían a dependencias policiales para ayudar».
En cuanto a los bomberos, trabajaron 53 efectivos, con 12 vehículos en la ciudad «de forma continua», según el balance municipal. Casi todas las intervenciones, ochenta, fueron por rescates en ascensores. En este caso los walkie talkies sirvieron para coordinarse adecuadamente con la Policía Local y la Policía Nacional, dado que el sistema habitual fallaba.
Cruz Roja de Castilla y León movilizó a 164 personas «y 53 vehículos, entre los que destacan tres para transporte adaptado, dos de avituallamiento y siete ambulancias», explican en una nota de prensa. En este caso su atención se centró en el transporte ferroviario. 2.400 de las 2.650 personas que atendieron se encontraban atrapadas en los trenes que viajaban por el territorio. En Valladolid no hizo falta, eso sí, montar albergues, algo que sí fue necesario en León, Segovia y Zamora para acoger a setenta personas.
Además, la organización ayudó a 110 personas con caídas en su domicilio, movilidad reducida o con necesidades sanitarias. Y suministró luz, con generadores, a dos gasolineras para que pudieran atender a los vehículos de emergencias, tres centros de salud y cuatro residencias de mayores.
Ese suministro extra de gasoil lo han tenido que adoptar hoy, martes, algunas comunidades autónomas para que los grupos electrógenos de los hospitales pudieran seguir dispuestos en caso de una nueva incidencia. No hará falta en Castilla y León, según fuentes de la Junta. Los hospitales tenían y tienen hoy sus reservas «en buen estado», explican. Juan Carlos Suárez-Quiñones, consejero de Medio Ambiente, era el encargado de dirigir el Cecopi (Centro de Coordinación Operativa Integrado) este martes.
La patronal CEOE ha hecho una encuesta entre 500 empresas para saber cómo les afectó el apagón. El resultado es evidente: «el 95% ha sufrido algún tipo de afectación, especialmente en términos de interrupción de la actividad, pérdidas económicas y desajustes organizativos». Más allá de ese primer análisis, las pequeñas y medianas empresas y las micropymes han sido las más vulnerables. «Más del 80 % de las empresas encuestadas sufrió interrupciones eléctricas de más de seis horas, casi un 60% declara haber sufrido afectaciones graves o muy graves y una de cada cuatro perdió más del 50 % de su facturación diaria habitual». Transporte y logística, junto al sector industrial y el comercio, lideran las incidencias y los perjuicios.
Con los datos preliminares, la CEOE estima un impacto de 170 millones de euros en las empresas vallisoletanas.
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