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La actividad en los centros de mando de la Policía Municipal y en los Bomberos es frenética. No paran ni un segundo. Ni han comido, ni les preocupa a mitad de la tarde. Tiran de la máxima de que ante el caos, organización. Difícil tarea cuando todo se paraliza con motivo del apagón que ha dejado la ciudad al borde del colapso y con emergencias de todo tipo que nacían de forma súbita. Que se vaya la electricidad es lo que tiene.
Todo cambió sobre las 12:30 horas. El desconocimiento imperaba en esos minutos. Pero antes de buscar los porqués, policías y bomberos se tiraron, literalmente, a la calle para ponerse al servicio de la ciudadanía. Y ante tal situación había dos preocupaciones principales en el seno de los cuerpos municipales: apaciguar el tráfico y rescatar a las personas que se habían quedado atrapadas en los ascensores. Aunque no son datos corroborados, el jefe del parque de Bomberos de Valladolid, Javier Reinoso, se atreve a avanzar que habrán rescatado a casi 200 personas de los elevadores, tanto en bloques como aquellos que dan acceso a garajes.
Tediosas actuaciones que se agolparon en el tiempo una vez que la electricidad desapareció de España. «Al principio evidentemente no sabíamos qué estaba pasando», agrega en plena vorágine y en medio de nuevas organizaciones para encarar el resto de la tarde y la noche. «Ha llegado a caerse incluso la plataforma de avisos del 112 desde aproximadamente las 14:00 hasta las 17:00 horas», continúa.
Un incidente que se sumaba al caos que ha obligado a bomberos y policías a salir a la calle. «Al no poder entrar las incidencias por el 112, hemos tenido que mandar a la gente a la central para comunicarnos por 'walkies'. Además, nos entraban muchas porque los efectivos estaban en la vía pública y se nos informaba 'in situ'», prosigue Reinoso en una jornada de rescates en ascensores. «A estas horas (18:00 horas) puedo asegurar que el 90% de las intervenciones han sido los rescates, algunos de ellos complejos por la salud delicada de las personas o porque se han prolongado en el tiempo», describe el jefe de los bomberos sobre la complejidad de atender tantos avisos de golpe.
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40 efectivos con continuos traslados por todos los rincones de la ciudad y que a mitad de la tarde aún seguían. «Veremos cuándo regresa la luz», remarca Reinoso, que agradece la labor de los compañeros que se han acercado hasta las instalaciones del Servicio de Extinción de Incendios de forma voluntaria. «Evidentemente no teníamos medios para llamar a las personas que no estaban trabajando, pero han sido muchas las que han adelantado el turno o han aparcado el descanso para ayudar», ensalza el jefe.
Una situación similar se ha vivido en todas las comisarías de la Policía Municipal. Lo destaca Iñaki Ayuso casi sin tiempo para atender a la prensa. «Hemos duplicado los efectivos con gente que ha adelantado el turno de tarde o que ha alargado el de mañana. Vamos a tener gente de sobra. Hemos sacado a todos los efectivos que están en las oficinas a las calles», recalca Ayuso.
Desde los estamentos policiales pensaban inicialmente que el apagón iba a ser de escasos minutos, pero acto seguido se han coordinado con la Policía Nacional y con Protección Civil de la Junta para trabajar en armonía. Y así ha sido. Con el caos inminente de los primeros compases, las primeras intervenciones se han centrado en que no faltara de nada en hospitales, centros de salud, las depuradoras de agua. «Intentamos que no falte de nada en ningún sitio. Solo pedimos calma y evitar los traslados en coches», continúa.
Ha sido el tráfico uno de los mayores quebraderos de cabeza para la Policía Municipal, pero si uno circulaba por la ciudad se podía encontrar a agentes en cada cruce relevante. «Es que no quedaba nadie aquí. Sí que puedo decir que hemos tenido los mismos incidentes que en un día normal», analiza Ayuso.
Iñaki Ayuso
Mayor de la Policía Municipal
Los mayores problemas circulatorios se han encontrado, desgranan desde la Policía Local, en la avenida de Salamanca y en el Paseo de Zorrilla. «Es lo normal, pero la ciudadanía ha respondido muy bien», concluye Ayuso, que da un pizca de tranquilidad en mitad del caos.
Parte de lo que relataba uno de los mandos de la Policía Municipal se podía ver antes de encarar el Arco de Ladrillo desde el centro de la ciudad. Allí, el concejal de Seguridad Ciudadana, Alberto Cuadrado, se afanaba en dar las gracias a un agente de la Municipal en pleno caos circulatorio. Un agradecimiento más que merecido y que se podía extender por cada cruce en la ciudad.
Ejemplos de estrés en cada calle como el que escenificaba el policía local situado en el centro del triángulo entre la Plaza de Madrid, la Plaza de España y Miguel Íscar. Deja pasar a un camión de bomberos, sirena va, luz viene, que se desvía hacia Claudio Moyano, y antes de que este enfile la calle tiene que permitir el paso a otro camión de bomberos que ruge camino de la Plaza de Zorrilla. Dos minutos más tarde, mientras los primeros bomberos acuden a rescatar a alguien atrapado en un ascensor, otra sirena zumba por Duque de la Victoria.
«Mucho lío», explicaba el bombero que aguardaba, junto a la clínica dental Marbán, a que sus compañeros actuaran, pendiente siempre del 'walkie'. «Esperemos que no dure mucho», y sobre todo confiaba en que no coincidiera con otros incidentes, «como un incendio o un accidente grave». La noche, que, como se vio en la dana de la Comunidad Valenciana, siempre es proclive al vandalismo, podía complicar más las cosas y más si la electricidad falla. Y con el paso de las horas se podían agravar otras situaciones como desabastecimiento de agua. O que las bombas de achique de muchos de los garajes de edificios del centro de la ciudad, esas que hacen que el nivel freático no se traduzca en inundaciones al primer chaparrón, dejaran de funcionar. Ese era el temor de uno de los ciudadanos que se acercó hasta el camión de bomberos a esas horas, en torno a las 13:30. «Trabajo en el Teatro Calderón», se presentaba. «Hasta ahora bien, porque tenemos grupos electrógenos para que funcionen las bombas de achique, pero claro, por allí debajo pasa el antiguo cauce del Esgueva y si dejan de funcionar…», decía.
Javier Reinoso
Jefe el parque de bomberos de Valladolid
Ni siquiera cuando regresara el suministro eléctrico los bomberos podrían bajar la guardia. Especialmente por el abastecimiento de agua. «Puede haber sobrepresión en algún punto y provocar algún incidente», recelaba.
Fue un día de servicios públicos. A las actuaciones de los bomberos se unieron las de los sanitarios. A veces literalmente, porque uno de los atrapados en los ascensores a lo largo de la jornada, por ejemplo, padecía problemas cardíacos. Y por supuesto la Policía Local. En la salida desde el paseo Farnesio hacia la carretera de Madrid, a mediodía, se cortó el giro a la izquierda para evitar más complicaciones. En las cercanías de Renfe, un agente tronó cuando vio cruzar inoportunamente a una joven en el momento en el que él daba paso a los vehículos: «¡Que no cruce!», gritó. «¡Que hagan la rotonda!», le decía otro policía a un compañero que colocaba las vallas en el cruce de la avenida de Salamanca con la calle Gloria Fuertes, en la Feria de Valladolid, a las 16:30 horas. Lo de convertir una 'galleta partida' en una rotonda, como ocurre con la del Real de la Feria en los días de partido en Zorrilla, permitía agilizar el tráfico pero, sobre todo, evitar sustos en algunos de los cruces más críticos de la ciudad.
Civismo de la ciudadanía que fue acompañado con un gran despliegue de efectivos. «La sociedad no creo que esté preparada para un gran apagón, pero nosotros sí que estamos preparados para intervenir», concluye Reinoso.
Les toca seguir currando.
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