

Valladolid
Las llamas rodean la chabolita de Emilio Barrul al borde de las obras de la VA-20El hombre de 71 años, que resultó intoxicado por inhalación de humo, logró salvar su «casita» del fuego que devoró los matorrales ante su puerta
«No quiero nada. Estoy bien». Así contestó, fiel a su estilo, el veterano chabolista Emilio Barrul a los agentes, sanitarios y bomberos que acudieron ... anoche a sofocar un vigoroso incendio que cercó literalmente el chamizo en el que vive este hombre de 71 años desde hace algunos meses y que se encuentra en mitad del tramo en obras de urbanización de la ronda interior, frente al Río Hortega, del lado del polígono de San Cristóbal.
Emilio se encontraba en su chabola en el momento del incendio que arrasó la maleza circundante a su construcción (una tea repleta de maderas) y que llegó a entrar al cercado exterior construido por el mismo a modo de jardincito a las puertas de su «casita». Pero tuvo suerte. Un bidón de agua tirado junto a las maderas y la maleza quemadas daban fe este domingo por la mañana de que el inquilino pudo refrescar su viviendas y salvarla así de las llamas. El hombre, no obstante, sufrió una intoxicación leve por inhalación de humo y fue atendido por los sanitarios, si bien rechazó más atenciones y su traslado al hospital situado justo al otro lado de la ronda interior.
El 'inquilino' rechazó ser trasladado al cercano Hospital Río Hortega y volvió a dormir en su caseta al borde de la ronda
El fuego, cuyo origen fue presumiblemente accidental fruto de la acumulación de pelusas en el entorno, comenzó en torno a las diez de la noche del sábado, cuando los vecinos del entorno alertaron a los servicios de emergencias de un incendio en torno a la chabola de Emilio, construida, y prácticamente invisible desde el exterior, entre los matorrales y el arbolado del borde de la ronda, en el tramo en obras de humanización para habilitar jardines, senderos y carriles bici. Las llamas alcanzaron varios metros de altura y al lugar enseguida acudió una dotación de bomberos y policías locales. Con Emilio ya a salvo, los efectivos del Servicio de Extinción atacaron la base de las llamas desde el borde de la chabola y entre todos consiguieron que las llamas se quedaran literalmente a las puertas de la «casita» de Emilio.

El fuego, en efecto, quemó toda la maleza que rodea el pasillo de entrada al cerco de la chabola y alcanzó a esa suerte de patio construido con sus propias manos por el veterano chabolista procedente del más veterano aún poblado de Juana Jugan (frente al Hospital Benito Menni), del que salió meses atrás –allí continúan sus hermanos– a raíz de la muerte de su madre, y fundadora del mismo en 1979.
El caso es que, al igual que hiciera tiempo atrás, cuando dos incendios alcanzaron las chabolas de Juana Jugan -el último en 2009-, Emilio Barrul volvió a salir ileso de las llamas y durmió en su «casita» sin mayor novedad la noche siguiente. Y allí estaba, con la puerta cerrada por dentro, a primera hora de la mañana de este domingo.
Él propio Emilio, que entonces vivía en Juana Jugan junto a su mujer y dos hijos, sus padres -los dos ya fallecidos- y otros hermanos, reconocía después de aquel incendio del 27 de julio de 2009 que salvaron las chabolas «de milagro». Reclamaban entonces que les habilitarán una fuente para su consumo y para poder evitar futuros sustos. Una fuente que, por supuesto, nunca llegó. Emilio hoy vive solo en su «casita» al borde de la ronda también sin fuente de la que surtirse. Y así continuará hasta que las obras, que también bordean su vivienda, acaben obligándole a abandonar su reducto.
«No quiero una casa ni un piso porque aquí estoy bien, no hago daño a nadie y aquí me quiero quedar», explicaba el propio Emilio hace una semana. Y allí sigue. Por ahora.
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