James Blunt sale en volandas del público en su concierto de Valladolid
El cantante británico conquista la Plaza Mayor con su repertorio de canciones románticas y una entrega absoluta trufada de sentido del humor
No han pasado cinco minutos de concierto y James Blunt ofrece ya, de entrada, lo que muchos estaban esperando y pensaban que no llegaría hasta ... el final. El músico británico ha salido hace un ratito al escenario, casi a hurtadillas, mientras suenan los primeros acordes de 'High', canción que coquetea con la idea de los amaneceres en este inicio de actuación. «Pensé que había nacido para una noche sin fin hasta que brillaste», dice una de esas estrofas que podrían ser estado de Whatsapp o tacita Mister Wonderful. En fin, que justo después, de forma inesperada, cuando nadie intuía que apareciera tan pronto, como un Gordo tempranero el 22 de diciembre, como un arrastre de salida en el julepe, comienza a sonar 'You're beautiful'. «My life is brilliant», canta James Blunt y un enorme suspiro invade la Plaza Mayor. «Ohhhhhh». Hasta el conde Ansúrez se pone pastelón cuando llega ese estribillo de agudos imposibles que es mejor que solo aborde el cantante original.
«Eres preciosa, es que eres preciosa, la verdad», dice el mensaje de un tema lanzado en 11 de octubre de 2004, que se incluyó en el álbum 'Back to Bedlam' y que en 2005 se convirtió en el disco más vendido del Reino Unido, hasta que en 2011 vino Amy Winehouse para destronarlo con su 'Back to black'. 'You're beautiful' tiene más de mil millones de reproducciones en Spotify (cómo te quedas) y cada vez que suena (en una boda, una pedida de mano, una Plaza Mayor de Valladolid) la cuenta corriente de James Blunt hace 'clin clin'. «Gracias a todos vosotros he podido comprarme una casa preciosa en Ibiza», bromea el cantante desde el escenario, para invitar después a los padres a que «torturen» a sus hijos con sus canciones, «porque cuando vosotros os hayáis muerto, ellos serán mi futuro». Mientras suena 'You're beautiful', Valladolid se pone pastelona, dulce y pegajosa, como cuando dejas el chocolate a medio derretir en los cruasanes de Belaria. Y el público corea esta declaración de amor de cuyo éxito hasta el propio Blunt hace chanzas.
«En realidad, no es una canción romántica», ha dicho en alguna entrevista, «sino la historia de un tipo drogado que acosa a su ex delante de su nuevo novio». Glups. Cuenta que eso fue lo que le pasó cuando vio a una antigua pareja en el metro y, al volver a casa, no tuvo más remedio que convertir esa escena en una superfamosísima canción, la más conocida de su repertorio. Por eso, sorprende que suene tan pronto. «Este era mi hit, ahora el concierto ya solo puede ir cuesta abajo», dice, con sorna y en inglés.
Ver 38 fotos
Porque el cantante británico (lo demuestra a lo largo de la noche) maneja como nadie la autoparodia, esa sana virtud que consiste en reírse de uno mismo para desarbolar cualquier intento de ataque que venga del exterior. Porque si las redes te tildan de ñoño y aburrido, uno de esos artistas que hacen pucheritos con forma de canción, nada mejor que sumarse a la cruzada para que ningún tuit consiga herirte. «¿Hay alguien aquí que haya venido obligado a verme porque está acompañando a su mujer, a su novia? Seguro que sí. Cuento por lo menos veinte. Pues me identifico totalmente con vosotros. Si a mí me dejaran elegir, tampoco iría por mi propia voluntad a un concierto de James Blunt», bromea el cantante, en un divertido 'spanglish'.
En realidad, como se ha comprobado este miércoles en Valladolid, James Blunt tiene muchísimos fans que admiran sus canciones, que se las saben y tararean, que se las ponen en casa para soltar una lagrimita o sentirse esponjosos como una valenciana del Mercadona. Si hubieran venido a escuchar solo 'You're beautiful', estas miles de personas congregadas en la Plaza Mayor no se habrían quedado hasta ese '1973' que sonó al final, un tema dedicado a la vida nocturna de Ibiza y que es un tratado sobre la nostalgia de los buenos tiempos compartidos y la melancolía de lo que ya no puede regresar. En fin, como cuando recuerdas aquellas fotos perdidas del tuenti o enterradas en el último cajón de casa, de aquellos tiempos donde no había visita a la Feria de Día sin antiácidos y bebías Coca Colas con todo y sin zero zeros.
«Gracias a todos los que me habéis seguido estos veinte años he podido comprarme una casa preciosa en Ibiza»
James Blunt
Pero hasta que llegue ese final plagado de añoranzas, hay por el medio un ramillete de canciones (baladas muchas de ellas) que convocan a los espíritus románticos y enamoradizos en el corazón de la ciudad. James Blunt deja por unos minutos la guitarra y se sienta al piano para interpretar (la cuarta, después de 'Wisemen') 'Goodbye my lover', otros de los grandes éxitos de ese álbum de debut que sirve de excusa a esta gira con la que celebra las dos décadas desde su publicación. La historia de esta canción además es fantástica porque conecta a James Blunt con un mito de 'Star wars'. Y como, fíjate qué cosas, en esta crónica nos sobran unas líneas, pues la vamos a contar. Resulta que Carrie Fisher, la actriz que interpreta a la princesa Leia en 'La guerra de las galaxias', era amiga de su ex y James Blunt grabó este tema en el baño de la Fisher para aprovechar que tenía muy buena acústica. O sea, esta canción romanticona que encandila a miles de personas en la Plaza Mayor se gestó junto a un retrete en Hollywood.
El piano es también el hilo conductor de 'No bravery', un tema contra las guerras (nombra las de Ucrania y Oriente Próximo), al que se suman de a poquito el resto de instrumentos para crear uno de los momentos más emotivos de la noche. Vienen después más canciones llenas de abandonos, de amores olvidados y promesas esperanzadas, como si el repertorio de este exmilitar británico (combatió en Kosovo) fuera una librería de segunda mano. Así que suena 'Postcards' (con ukelele), 'Coz I luv you' (que interpreta mientras se tira en brazos del público, que lo lleva en volandas por las primeras filas), 'Stay the night' (con unos ritmos mucho más optimistas, con los que aprovecha para presentar a la banda), 'Ok' (en la que anima a olvidarse del «fucking teléfono» para agacharse y saltar luego en el estribillo) o 'Same mistake' (que reconoce que es uno de sus temas preferidos y con el que invita al público a encender la luciérnaga de sus móviles). «Van a ser solo tres minutos, os va a quedar batería para luego llamar al taxi», bromea Blunt en esta noche que parecía que iba a acabarse en la segunda canción, pero que se prolongó durante casi dos horas para demostrar que los repertorios no se agotan con un solo temazo, como tampoco la vida se acaba después de un instante sublime de felicidad (o de una trampa convertida en dolor).
Noticias relacionadas
Aunque en plena resaca emocional parezca que ya no hay lugar para repetir lo bueno (que nada será mejor de lo que mejor que ya vivimos ni peor de lo que nos tocó sufrir), siempre hay por delante oportunidades para recibir sorpresas, descubrir nuevas canciones o escuchar otra vez alguno de estos temas algodonosos con los que James Blunt ha conquistado, con humor y buenas canciones, esta noche Valladolid.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión