Dani Fernández revienta la Plaza Mayor de Valladolid: «Guau, esto es una locura»
El cantante invita a bailar contra la jauría, con los accesos cerrados desde media ahora antes de que comenzara la actuación
«Es verdad que había estado varias veces en esta plaza, pero, de noche y llena de gente, posiblemente sea una de las cosas más ... bonitas que he visto en la vida. Muchísimas gracias por petar la plaza», dice Dani Fernández. Y con razón, porque petada es poco. Petadísima. Con los accesos cerrados desde media hora antes y con cientos de personas (cientos) esperando en las calles de alrededor por si acaso se abría un hueco. Imposible, porque de aquí no se va nadie. «Esto es una locura», dice el cantante, que sale al escenario justo después de que las pantallas proyecten unas frases en blanco y negro: «Como sentirte verdugo cuando en realidad sigues siendo tú la víctima. Como estar en una caja de cristal donde todo el mundo puede verte. Como sentirte juzgado y aún así ponerte a juzgar».
Este mundo, dice Dani Fernández, esta sociedad que entre todos construimos, es por desgracia una jauría. Siempre ha habido (y habrá) miradas maliciosas desde el otro lado de la cortina, cuchicheos entre visillos, lobos con la garra afilada para lanzar zarpazos desde el anonimato de una red social. Niños que se burlan en grupillo mientras con el dedo apuntan a algún compañero de clase. Adultos que esparcen mierda y rumores en los grupos de Whatsapp. Vecinos y colegas de curro que conspiran envalentonados cuando confirman que alguien les sigue la corriente (que no es lo mismo que darles la razón). Amigos que dejaron de serlo y buscan revancha hurgando en la herida que más duele. Tipos que se enfangan y embrutecen para echar barro a los demás. Por supuesto que existe la jauría. El diccionario la define así: «Conjunto de quienes persiguen con saña a una persona o grupo». Y Dani Fernández ha elegido esa palabra para bautizar su disco más reciente y emprender una gira con la que este lunes ha reventado las costuras de la Plaza Mayor.
El caso es que podemos, con nuestros actos, contribuir a hacer esa jauría más salvaje, más violenta aún. O no. Porque, afortunadamente, existen armas y actitudes con las que combatir tanta envidia, tanta inquina, tanta ira y mala baba.
Frente a la furia de las fieras, los conciertos de las ferias.
Contra la caterva de odios, la hermandad de la admiración.
Ante la muchedumbre resentida, la fraternidad que siente. Y nada mejor para sentir que la música.
Rugido brutal
«¿Por qué no vienes a joderme la vida?», pregunta Dani Fernández en el estribillo de la canción con la que arranca este concierto de multitudes cómplices y entrega absoluta en la Plaza Mayor. Con un rugido brutal desde el público, sale el artista al escenario con una guitarra blanca repleta de acordes, un cuello lleno de colgantes y unas manos invadidas por anillos tan enormes que te los coge un chavalillo de gimnasio y se hace veinte 'hammer curls' del tirón.
«Vamos a hacer de ti y de mí la mejor despedida», canta Dani Fernández cuando el concierto se despereza y la noche no se ha quitado las legañas aún. Por delante hay hora y media de temazos donde la rabia es solo guitarrera y las únicas explosiones son de confeti. «He encendido nuestra habitación como un faro, por si vuelas lejos», canta en 'Clima tropical' (el final de la canción sin instrumentos y con las miles de voces del público como compañía). Es el segundo tema de una velada que Valladolid esperaba ansiosa, con decenas de jóvenes apostadas desde hace horas en las primeras filas para ver de cerca a su ídolo, para escuchar a tan solo unos metros esa voz rasposa, cenicienta y arrugada, como si todos los amores perdidos se asomaran de pronto a su garganta.
Hay también en el artista una forma curiosa de arrastrar las palabras, de deslizarse por ellas como el niño que se lanza por un tobogán sucio sin miedo a mancharse los pantalones. «Me aburre tu verdad, es cosa de complicidad», recita en 'Dile a los demás', un superéxito que suena a continuación, justo después de 'Inertes', con guitarra nueva y cañones de papelillos que invitan a una fiesta con la que amansar a la jauría. «Dile a los demás que no disparen», reza una de las estrofas de esta canción que es todo un subidón. Porque no conviene provocar más heridas a quien ya lo está pasando mal. No hay que sumar balas y disparos, porque eso nunca es buena estrategia. No es necesario torturar a nadie con el hay más imágenes para ti.
El cantante paró el concierto dos minutos para que atendieran a una persona del público por un desmayo
De esa lucha contra el ruido y los insultos, de esa apuesta por los cuidados compartidos, de los amores imposibles y los bailes esperanzados están llenas las canciones de Dani Fernández, músico que no deja de arengar a la concurrencia («esas palmas, todo el mundo saltando, arribaaa») y que se presenta frágil en el homenaje a Supersubmarina, una banda que, cuenta, le ayudó a superar muchos miedos y a los que ahora ha dedicado una canción.
«Guau, es increíble ver la plaza así», insiste el cantante antes de dedicar 'Solo tienes que avisar' a sus fans y su familia. «Acabo de llegar de Cartagena y mañana por la mañana viajo a México durante quince días. Ver así la plaza me da fuerzas para afrontar la música, en este debate entre todo lo que me dais y el vacío que cuando estoy de gira dejo en casa». 'Si tus piernas' suena después de que por unos instantes aparque el instrumento y se presente ante el público sin la trinchera de la guitarra, acercándose al borde mismo del escenario para pedir a Valladolid que prenda las luces de todos sus móviles. 'Cariño, suéltate el pelo' es una celebración rockera de las primeras veces (con todo el escenario sangrando de rojo) y 'Plan fatal' una invitación al amor, aunque todo pueda saltar por los aires. Entre 'Sin vergüenza' y 'Disparos', el cantante no duda en parar la actuación un par de minutos cuando se da cuenta de que una fan se ha desmayado en las primeras filas y es necesario atenderla. «Perdón por el parón, pero lo más importante es que estéis bien».
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Porque ante las dificultades, y como vacuna, Dani Fernández tiene una receta contra los planes que salen mal y las manadas desbocadas. Un antídoto contra la jauría. Lo mejor para calmar ánimos y serenar nervios, para aparcar rencores y celebrar la música («no solo las canciones festivas, también las que salen del corazón») es algo tan sencillo como… bailar. Lo deja claro en el colofón del concierto (la plaza una locura absoluta) cuando saltan a escena temas como 'Por no bailar contigo', 'Bailemos' o 'Me has invitado a bailar'.
«Estás espectacular. No he terminado y ya sé que me voy a quedar», dice (aunque esté a punto de irse)en este tema con el que reivindica (enfundado en la camiseta del Pucela y encaramado a las vallas de la primera fila) los gestos compartidos de hermandad. ¿Por qué en vez de conspirar no bailamos? ¿Por qué entretenerse en maldades cuando se pueden forjar alianzas? ¿Por qué alimentar la fiera cuando es mucho mejor disfrutar la feria? Y todo eso se lo pregunta, ante miles de personas, en una Plaza Mayor «petada», un inmenso Dani Fernández en el centro del mogollón.
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