Fiestas de la Virgen de San Lorenzo
Los Pichas montan un fiestón con miles de amigos en la Plaza MayorLa banda de La Rondilla triunfa en el inicio de las fiestas con un repertorio de grandes éxitos antes de que Los del Lío rematen la jugada
Ponerle la oreja al repertorio de Los Pichas es como revisar los contactos de tu Facebook: hay gente que ves a diario, otra de la ... que hace siglos no sabes nada… pero al final resulta que todos te suenan de algo.
Hay una cosa curiosa (mágica, estupenda, maravillosa) que pasa con las canciones y también con las personas. Nunca sabes cuándo te vas a topar con aquellas que te cambiarán la vida. El compañero con el que te sientan el primer día de clase será, aunque no lo sepas todavía, tu mejor amigo veinte años después. Ese tema que no te convenció a la primera escucha se ha convertido con el tiempo en el más repetido de tu 'playlist'. Descubres una melodía al vuelo, te presentan a alguien una noche de fiesta (el aleatorio del Alexa es como cuando te dicen: 'Mira, la amiga de mi amigo, tenéis mucho en común') y a la mañana siguiente buscas la letra en el Google, su perfil en Instagram, porque necesitas volver a verla, a escucharla otra vez.
Hay canciones (ya hemos dicho que también personas) que se quedan contigo para siempre o a las que regresas cada vez que las cosas vienen mal dadas. Pero también están las que un día olvidas, que salen de tu vida después de una largo periodo juntos, que parecen haberse ido para siempre, y de pronto, después de meses sin verlas, de años sin escucharlas, compruebas que siempre estuvieron ahí, agazapadas, esperando el momento justo para volver a sonar, para reaparecer de forma inesperada, traicionera a veces, como hacen los dolores, las oscuras golondrinas y los ex.
Y están esas canciones y personas que te dan buen rollo una tarde entera, que te alegran durante un par de semanas, que sacuden tu vida una temporadita y luego, por desgracia (o afortunadamente), salen a por tabaco y desaparecen para no volver.
Como aquí hemos venido a generalizar, podemos decir sin temor a equivocarnos que las canciones son como las personas. Las hay con las que te pasarías la vida entera y a las que sin llegar al estribillo pondrías en modo avión. A las que te engancharías en bucle y las que nada más abrir la boca sabes que nunca aguantarás.
Las que querrías lejos de tu vida («me has hecho daño, vete»)… y luego están las que suenan en un concierto de Los Pichas. Porque cuando vas a una actuación de Carballo y compañía, sabes con certeza, sin un atisbo de duda, que te vas a citar con temazos que te gustan, con amigos que te hacen feliz.
«Que no estamos en Noruega»
Y eso que lo primero que cantan Los Pichas, con palabras de Loquillo, es «no vine aquí para hacer amigos». Misión imposible, porque la Plaza Mayor está abarrotada de fans, colegas y compadres. «Arriba esas palmas, que no estamos en Noruega», anima Javier Carballo nada más salir al escenario, repeinado como galán de telenovela turca, enfundado en una americana blanca que al bajarse de la percha ya intuía que no iba a aguantar quieta hasta el final del concierto. Porque el cantante, actor, 'showman' y animapistas (todo es poco y se queda corto en su linkedin) se la bajará, quitará y volverá a poner mientras mueve pelvis, cadera y brazos para animar al personal. Nada mejor después del chupinazo que ser invitado al 'European World Tour' con el que Los Pichas celebran que 'Veinte años no es nada', sus dos décadas sobre los escenarios, sus cuatro lustros de canciones y amistad.
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Valladolid baila con 'El rey del glam', 'Ni tú ni nadie', 'Un rayo de sol' o 'Aire' («porque te juro que nosotros no cantamos canciones de más allá del 2000»). Pucela canta con esas amistades musicales que unen a Guns n'roses con 'Un beso y una flor', a Lenny Kravitz con el 'Gloria' («faltas en el aire»), a Los Beatles con 'Yo no te pido la luna'. Y salta cuando el grupo invita a amigos a subirse al escenario, como Gonzalo, que regaló el '¿Quién piensa en ti?' con el que participó en la OTI 1983. La ciudad se emociona y disfruta con este repertorio 'random' que han construido Los Pichas después de exprimir lo mejor de las verbenas, los guateques, las despedidas de soltero y las casetes del coche familiar. De 'Volando voy' a 'Tú lo que quieres es que me coma el tigre'.
Con esos ingredientes, el descaro de Los Pichas y tantos amigos ahí abajo, es difícil que la cosa salga mal. La noche es divertida y follonera, aunque sin llegar al nivel descarriado de un cumpleaños de Lamine Yamal. La plaza está bullanguera y excitada, aunque sin alcanzar el frenesí estupefaciente del público de 'La ruleta de la suerte'.
Pero por si hubiera que terminar de convencer a los poco motivados, Carballo no duda en bajar de las tablas, pisar adoquín de plaza y cantar 'No puedo vivir sin ti' o 'Salta' rodeado de paisanos que le piden mil selfis. «El alcalde me acaba de mandar un mensaje. Dice JJ que hemos batido el récord de gente guapa. Esto no es un concierto, esto es un cásting. Sois más bonitos que París».
Porque una actuación de Los Pichas, por si a estas alturas de la velada no ha quedado claro, por si hubiera que subrayarlo antes del punto final, es un fiestón para compartir con los amigos de siempre y las canciones que nunca fallan. O como defendemos aquí desde hace unos cuantos párrafos, también valdría al revés, con las canciones eternas y los amigos que no defraudan. Porque los estribillos y los colegas tienen más en común de lo que pensamos. Básicamente, que están ahí para hacernos la vida mejor.
Antes tocó Javi Arroyo y un grupo de chavales que, invitados por Los Pichas, interpretaron 'Mucho mejor'. Y luego, para rematar la jugada, Los del Lío.
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