'Chuchi', el fenómeno de la Feria de Día
Chuchi Marqués, camarero de la caseta El Manantial, ha sido la sensación de la Feria de Día y también de 'La Ruleta de la Suerte'
En la Feria de Día de Valladolid siempre hay casetas que destacan por su comida, su ambiente o su música. Pero este año, en el ... paseo central del Campo Grande, el protagonismo ha sido para una persona: Chuchi Marqués, uno de los camareros de la caseta El Manantial, quien se ha convertido en la auténtica sensación en estas fiestas de la Virgen de San Lorenzo.
A sus 31 años, Chuchi reparte sonrisas y cañas con la misma facilidad con la que, en su día a día, enseña a levantar pesas. Porque, además de camarero estos días, es entrenador personal. Y quizá ahí esté parte del secreto de su energía inagotable, la vitalidad que demuestra detrás de la barra no es un papel, es su manera de ser. «Aquí no se viene a servir, se viene a dar alegría», repite él mismo como un lema que cumple a rajatabla. Y lo cierto es que lo consigue. Cada caña la sirve acompañada de una broma, cada tapa, de un gesto simpático. «Si consigo que alguien se olvide de los problemas mientras le pongo una cerveza, ya merece la pena», explica Chuchi entre 'Lorencito' y 'Lorencito'.
No hacía falta pedirle la caña para que empezara el espectáculo. Siempre tenía un comentario gracioso, una ocurrencia improvisada o una palabra ingeniosa de esas que contagian buen humor. «Es que es un torbellino, no para un segundo», comentaba una pareja que se acercó el domingo a tomar el vermú. Y no exageraban. «Tiene un don especial para conectar con la gente», asegura Santiago Cañibano, gerente de El Manantial. «Lleva años con nosotros y siempre genera buen ambiente. Es como un imán para los clientes», dice este hostelero, muy orgulloso de su empleado.
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«Si quiere ver a su mujer feliz, a El Manantial ha de venir». «Usted viene a El Manantial con sueño y se va con realidades». Esas son algunas de sus frases que repite como mantras detrás de la barra. El croquetón de la caseta también ha tenido su propio espectáculo. «Este croquetón tiene un 20% de proteína de jamón y un 80% de proteína de felicidad. Es tan grande que hay que comerle con las dos manos», bromeaba Chuchi, mientras explicaba a otro cliente que en su caseta tienen «la comida más caliente, la bebida más fría y al camarero como lo encuentren». Incluso se preocupaba por los más pequeños: «Señora, dé a la niña una croqueta, que mañana va a necesitar energía para el cole», gritaba a una transeúnte.
También en la Ruleta de la Suerte
La fama que ha cogido durante estos días no se ha quedado solo en la Feria de Día. Este viernes, Chuchi apareció en televisión participando en La Ruleta de la Suerte, de Antena 3. Su paso por el programa fue, cómo no, un fiel reflejo de su carácter. En el plató no dejaba de moverse, gesticular y hablar. Tanto que, hasta el presentador, Jorge Fernández, le insinuó que parecía hiperactivo. «De hecho, lo soy», señalaba en declaraciones a El Norte. «Estuve con medicación y esa energía me la llevé al programa», dice sonriendo.
En el primer panel, fiel a su estilo acelerado, se dejó llevar por los nervios y leyó mal la respuesta. Pero lejos de venirse abajo, se lo tomó con humor. Poco a poco fue sumando paneles, mientras soltaba alguna que otra perla de las suyas, hasta llegar nada menos que al panel final. Ahí, sin embargo, no hubo suerte. A la pista «Película y localización», se buscaba la respuesta: «El Cid y el Castillo de Belmonte». No logró adivinarla, pero la sonrisa no se le borró ni un segundo. Finalmente, se llevó 1.300 euros y, lo más importante, el aplauso de todo un público al que encandiló con su forma tan especial de ser. «Al final me llevé 1.300 eurillos que, en neto, tras lo que se lleve Hacienda, serán 1.053 euros», informa contento. Se despidió del programa haciendo el pino y abrazándose a la azafata Laura Moure, quien le dijo: «¡Qué grande eres! ¡Qué bien me lo he pasado! ¡Eres más majo…!». «Grabé el programa en mayo y con esto de las fiestas y la caseta, ni me he podido ver, pero muchos clientes me han felicitado», cuenta satisfecho.
Un imprescindible en la caseta El Manantial
«Nosotros no conocíamos esta caseta, pero Chuchi nos ha animado tanto a probar el guiso de patatas con calamares, que no le hemos podido decir que no», explican Guadalupe y Rubén, dos clientes que tomaron el vermú en El Manantial. Es un espectáculo de camarero. En ferias no se puede tener tristeza y sólo con verle y oírle ya merece la pena. Ojalá todos fueran tan simpáticos como él», añaden.
Sus compañeros y su mujer, Bea, que también trabaja con él en esta caseta, lo tienen claro. «No concebimos la caseta sin él». Chuchi está también muy agradecido con todos ellos. «Nos dejan muchas propinas y aquí la gente viene de muy buen rollo. Además, éste es el mejor equipo de trabajo del mundo», comenta este camarero que con su desparpajo y su vitalidad convierte cada pedido en un momento divertido. Porque, como él mismo dice, «servir cañas es fácil, lo difícil es servir felicidad… y eso me lo tomo muy en serio».
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