El Festival de Olmedo y la rebelión de las cómicas

El 6 de junio de 1586, a las faranduleras, que tenían muy mala fama –eso de tomar las riendas de la propia vida al margen del varón siempre ha sentado muy mal–, se les prohibió representar comedias «so pena de cinco años de destierro del reino y de cada 100.000 maravedís para la Cámara de Su Majestad». Sin embargo, catorce actrices capitaneadas por María de la O y Mariana Vaca se armaron de valor y, como Ana Belén y Tina Saiz en aquella huelga histórica de febrero de 1975 puño en ristre, dirigieron el 20 de marzo de 1587 un memorial ante el Consejo de Su Majestad Felipe II en el que argumentaban que su ausencia conllevaría la práctica del pecado nefando entre sus cónyuges, ya que en ausencia de mujer, las compañías encargaban a bellísimos y lánguidos efebos los roles femeninos «en hábito de mujer». Que ningún activista se crea hoy que ha inventado la pólvora: la abolición de las fronteras 'heteronormativas' del colectivo LGTBIQ+ ya venía de lejos, como se ve. Finalmente, la prohibición se levantó en 1587 y la autoridad competente nunca más se atrevió a impedir que una mujer en España saliera a escena.