'La dama duende' salta a la época de las radionovelas
Olmedo Clásico acoge este miércoles una versión contemporánea del clásico de Calderón
Si a un autor le debe Olmedo Clásico su razón de ser, es a Calderón de la Barca. Es cierto que no es el único ... ni, quizá para muchos, el mejor dramaturgo del Siglo de Oro, pero las diferentes lecturas, adaptaciones e interpretaciones que han tenido sus obras a lo largo de la Historia amerita que cualquier nueva propuesta en torno a uno de sus clásicos sea, como mínimo, interesante. Este miércoles, la XIX edición del festival acoge una doble propuesta calderoniana; 'La dama duende' de Mic Producciones con Silvia Acosta bajo la dirección de Borja Rodríguez, y un recital de los versos esenciales de 'El alcalde de Zalamea', a cargo de la compañía Olmedo Clásico.
«Hemos buscado una nueva manera de mirar los clásicos, personalísima», explica Borja Rodríguez, que ambienta esta adaptación en los primeros años de la dictadura franquista en general y en el mundillo de las radionovelas en particular. Un traslado del marco temporal que ya se abordó previamente con obras de Lope de Vega al trasladar 'El amor enamorado' a comienzos del siglo XX o 'La viuda valenciana' a 1937, año en el que Franco prohibió los carnavales: «Nunca pretendemos llegar a nuestros días porque la aparición del teléfono móvil se carga todo el Teatro Clásico, pero a principios del siglo XX encontramos también nuestros patrones», explica el director.
Los modos de comportamiento del Teatro Clásico resuenan, pues, en este periodo concreto de nuestra historia contemporánea reciente: «Se mueven el honor, los celos y la posesión de las mujeres hasta tal punto que aquello que nos parece arcaico resulta actual», abunda Rodríguez. Con la historia de base de la mujer que, tras enviudar, resuelve escapar con astutas argucias del control de su familia tras volverse a enamorar, Rodríguez defiende que la obra sea un canto a la libertad: «Siempre que una mujer pierde a un marido se busca la reparación, y quizá esa pérdida fuese dicha reparación», argumenta.
Pero la ubicación en esta realidad político-social trasciende la mera denuncia del retroceso en valores y progresismo de la dictadura, sino que funciona como una doble metáfora del texto y de la evolución que experimentó España en aquellos años: «En 1950 empezó a abrirse en bloqueo para nosotros, nuestra sociedad se encontraba encerrada y en ese punto empezó a entrar en nuestro mundo aire y color», detalla. «Ese paralelismo va con nuestra protagonista, Ángela, que estaba encerrada y la vida le empieza a salir por los puños de la camisa, quiere escaparse de su realidad como la sociedad misma».
Con ecos de David Lynch y Manolo Escobar, Rodríguez hace suya la máxima de Rafael Spregelburd de ser «caprichoso hasta el extremo», y lleva a un trabajo de medio-gran formato esta versión ampliamente documentada de Fernando Sansegundo donde «se sale con la sensación de haber visto la obra, aunque Fernando haya extraído la situación de cada cuadro y la haya hecho suya». Todo, naturalmente, con la complicidad de Silvia Acosta; «una mujer muy inteligente y generosa que ha que ha entrado a jugar cada situación de manera contemporánea, partiendo de aquí y ahora y sin idealizar a los personajes, con una mirada de halcón y una técnica impresionante en la que consigue naturalizar las cosas ya desnaturalizadas».
Rodríguez desdeña que su obra se escore hacia la crítica 100% política, aunque asume que «los cómicos pagan una factura que no les pertenece porque todo acto cultural es político, y la realidad nacional e internacional llega por todas partes». Pese a ello, asevera que ha querido centrarse en la comedia de Calderón, sin omitir alusiones maliciosas «de manera blanca», pero defendiendo que 'La dama duende' sigue mereciendo hoy la pena: «La cosificación de la mujer también resuena mucho hoy, y cómo las consecuencias de hasta un marido muerto pueden llegar a condicionar al extremo la vida de una viuda».
Olmedo Clásico cierra su ciclo de propuestas de clásicos en sus versos esenciales con 'El alcalde de Zalamea'
A lo largo de los años, la compañía de teatro Olmedo Clásico ha presentado diferentes versiones de recitales 'en sus versos esenciales' de clásicos de nuestra literatura. No han faltado, claro, 'El caballero de Olmedo' o 'La vida es sueño'. Tras 'El castigo sin venganza' y, el año pasado, 'Fuenteovejuna', la compañía cierra el ciclo de estas propuestas con 'El alcalde de Zalamea', que también podrá verse hoy en el centro de Artes Escénicas de San Pedro, con entrada gratuita hasta completar el aforo.
«La obra es una defensa extraordinaria de la mujer, una encarnación de la dignidad y la implicación del tema del honor con la clase social», desgrana su director y versionador Emilio de Miguel. Una obra que «hoy funciona porque ayuda a reflexionar sobre la defensa del abuso de poder hacia el individuo por parte de alguien superior o de la esfera institucional».
Para De Miguel, «una aplicación concreta que hoy mismo ocurre; ciertos individuos que tenían privilegios señalados por Calderón en el siglo XVII y que hoy llamamos 'aforados' mientras proclamamos que la justicia es igual para todos». En el elenco, Arturo Querejeta interpreta a Pedro Crespo; «el villano, entendido como habitante de una villa, que supone la encarnación del orgullo frente a la clase superior, y cuya manera de revolverse contra el abuso forma parte de su condición». Ernesto Arias encarna al antagonista; Álvaro de Ataide, mientras que los papeles de Isabel y Lope de Figueroa corresponden a Blanca Izquierdo y Joaquín Notario.
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