Los pueblos de Segovia, en pie de guerra contra el vandalismo
Inquietud entre los vecinos por la escalada de conductos incívicas del verano
La provincia de Segovia ha experimentado este verano una preocupante escalada de actos vandálicos que han afectado a numerosos municipios, lo que sembrado inquietud entre ... los vecinos y ocasionado un considerable daño económico y social a los ayuntamientos, que ya de por sí tienen los recursos muy limitados. Destrozos en instalaciones públicas y pintadas son las acciones que más se han repetido, lo que ha llevado a las autoridades locales a pedir más seguridad en el medio rural y a apelar a la responsabilidad ciudadana para que, por medio de la denuncia, contribuya a frenar estas conductas incívicas.
La alcaldesa de Abades, Magdalena Rodríguez (PP), lamenta los destrozos en espacios muy importantes para el municipio, como el parque de la carretera de Segovia y la pista de patinaje. Fue durante la festividad de San Lorenzo cuando los vándalos se cebaron con los aspersores del parque. «Los aspersores rotos afectan al riego porque dejan de funcionar o encharcan el césped, y las pintadas ensucian el entorno. No se trata de daños estructurales graves, pero siempre conllevan un impacto económico, pues al final tenemos que destinar a reparaciones recursos municipales que teníamos pensados para otras prioridades. Es un fastidio», señala Rodríguez, que vincula estos actos con la propia dinámica de la vida estival, cuando la presencia de jóvenes y adolescentes en las calles se prolonga hasta la madrugada. De nada sirvió al Ayuntamiento la iluminación instalada en el nuevo paseo peatonal para disuadir a los vándalos. «Pensábamos que la luz ayudaría, pero no ha sido suficiente». El Consistorio ha hecho un llamamiento a la colaboración vecinal para identificar a los responsables y prevenir futuros incidentes.
En el Real Sitio de San Ildefonso, el alcalde, Samuel Alonso (PSOE), da cuenta de una situación recurrente: la rotura de los cristales en las pistas de pádel municipales. «Hace dos semanas volvieron a reventar una de las paredes de cristal, valorada en unos 700 euros», se lamenta. En La Granja, este tipo de incidentes suele tener lugar en Semana Santa y verano, épocas en que la población se duplica o triplica. Aunque Alonso no descarta que el aumento de habitantes pueda influir, la falta de vigilancia dispara los riesgos. «No tenemos policía local, y la Guardia Civil y Protección Civil no pueden estar veinticuatro horas controlando los espacios públicos. Es inviable». El impacto económico de estas conductas es una preocupación central en el Ayuntamiento del Real Sitio. «Los seguros no cubren los actos vandálicos, y el bolsillo de los contribuyentes es el que al final soporta los gastos. Puede parecer injusto, pero esta es la realidad». Además de los cristales, las pintadas en fachadas públicas y privadas son otro problema habitual que obliga al Ayuntamiento a actuar con rapidez para evitar un mayor deterioro. El alcalde insiste en la necesidad de concienciar a la población sobre las consecuencias de estas acciones, que afectan tanto al presupuesto municipal como al bienestar de los vecinos.
Contra la inseguridad
Villacastín ha sido uno de los municipios más golpeados por el vandalismo estival. Al menos, eso dicen quienes viven allí. El pasado 16 de agosto, alrededor de cincuenta vecinos salieron a las calles para exigir más presencia de la Guardia Civil. La protesta, promovida por Ángel Martín, denunció públicamente una oleada de actos vandálicos que incluye destrozos en la piscina municipal, la rotura de vallas y algunas agresiones, como la que sufrió un joven herido de un botellazo. «Aquel día tardó más de dos horas en llegar la patrulla de la Guardia Civil», denuncia Martín, que critica la falta de medios en un cuartel que lleva «cuarenta años inactivo» y depende de El Espinar para atender varios municipios. El alcalde, Julio César Sánchez (Vox), atribuye los incidentes a jóvenes de la localidad y descarta que estén relacionados con el aumento de población propio del verano. «En Villacastín, la población no aumenta mucho, unas doscientas o trescientas personas los fines de semana, pero van y vienen», asegura. Sánchez está a la espera de reunirse con la subdelegada del Gobierno, Marian Rueda, que ha comprometido el envío de dos agentes más de la Guardia Civil desde mediados de septiembre, en palabras de Sánchez. «Ahora tenemos cinco efectivos, pero tienen que atender Villacastín y cuatro pueblos más, y resulta insuficiente». El regidor destaca su compromiso con la resolución del problema: «No quiero vandalismo en mi pueblo, estaría bueno».
En el otro extremo de la provincia, la alcaldesa de Ayllón, Rosalía Martín (PP) admite que los actos vandálicos son una preocupación constante en el municipio, aunque no suelen ir más allá de algunas pintadas, destrozos en el baño de la parada del autobús y jardineras desplazadas. «El aumento de población propio del verano no influye. Se trata de cuadrillas de chavales del mismo pueblo. Y sabemos quienes son, pero sin pruebas no podemos actuar», lamenta la regidora, que expresa su frustración por la falta de implicación de algunos vecinos con la propia comunidad. «Es un patrimonio de todos, y da mucha rabia tener que gastar recursos en reparar lo que los propios vecinos rompen». En fiestas, la alarma se dispara. «Raro es el año que no aparecen las jardineras de la plaza en el río. El alcohol es mal consejero, y si alguien ya tiene cierta maldad, la multiplica». Aunque Ayllón no ha sufrido este verano actos vandálicos, Martín siempre teme que puedan producirse.
El alcalde de Ortigosa del Monte, Juan Carlos Cabrejas, resta gravedad a los incidentes, si bien reconoce que el verano siempre trae consigo «pequeños» actos vandálicos que no ocurren el resto del año. «La semana pasada movieron unas piedras grandes al lado de la plaza, pero yo no lo consideraría un acto vandálico grave». Cabrejas recuerda que el año pasado le llenaron la puerta de su casa de basura, pero insiste en que, por ahora, el vandalismo no es un problema significativo en Ortigosa. «Toco madera», apunta el regidor, que atribuye los incidentes a la mayor presencia de personas durante las fiestas. «Siempre tememos que pase algo porque los recursos en ayuntamientos como el nuestro son limitados».
En la capital también
La oleada de vandalismo ha recorrido la provincia de norte a sur. El Ayuntamiento de Navalmanzano tuvo que cerrar temporalmente el pabellón municipal tras la rotura de una ventana y daños en la pista de goma. En Santa María la Real de Nieva, el CRA El Pizarral fue escenario hace unos días de un asalto nocturno al comedor escolar, con destrozos en la megafonía, las ventanas y los techos. El depósito de agua de Carrascal del Río también fue objetivo de los vándalos, que rompieron el respiradero y el conducto del cloro, lo que generó mucha preocupación en torno a la seguridad del suministro. Las fiestas patronales de San Rafael se vieron empañadas por la aparición de pintadas ofensivas y daños a señales y vehículos policiales. Incluso en la capital, la piscina de La Albuera tuvo que cerrar temporalmente su vaso grande debido a que alguien defecó en él y arruinó la calidad del agua.
Todos los alcaldes consultados coinciden en que el mayor perjuicio de estos actos viene dado por el desvío de recursos municipales hacia reparaciones imprevistas. «Es dinero que podría destinarse a mejorar el pueblo, pero se gasta en arreglar lo que otros rompen», resume Magdalena Rodríguez. También generan los incidentes un sentimiento de frustración y desamparo entre los vecinos, que ven cómo el patrimonio común sale perdiendo. La misma manifestación de Villacastín refleja el hartazgo de una población que pide soluciones inmediatas.
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Las autoridades locales han intensificado la coordinación con la Guardia Civil y han hecho llamamientos a la colaboración ciudadana. En algunos casos, como en Santa María la Real de Nieva, se pide a los responsables que se entreguen voluntariamente para evitar consecuencias mayores. Sin embargo, la falta de pruebas y la dificultad para identificar a los culpables complican las investigaciones. «Es un problema de todos, y necesitamos que la gente se implique», insiste Rosalía Martín.
Un verano tan movido pone de manifiesto la necesidad de abordar el problema desde múltiples frentes: mayor vigilancia, concienciación ciudadana y, llegado al caso, sanciones más contundentes. La Guardia Civil considera que no hay motivos para la alarma, que los sucesos que se están contabilizando no son más que los que se producen otros años. Aunque no todos los municipios relacionan los incidentes con el aumento de población propio del estío, las fiestas y el consumo de alcohol son catalizadores comunes. Mientras los ayuntamientos trabajan para reparar los daños y prevenir nuevos episodios, la provincia espera que el verano de 2025 sea un punto de inflexión para recuperar la convivencia y el respeto por el patrimonio colectivo.
La Guardia Civil no ve motivos para la alarma
Según la Guardia Civil, en el verano de 2025 no está ocurriendo nada que no haya ocurrido otros veranos. No ve motivos, pues, para la alarma. «Normalmente, no son residentes los que causan los actos vandálicos, sino personas de fuera de los municipios o que veranean en ellos», señalan fuentes de la Subdelegación del Gobierno, que admiten la existencia de varias denuncias por conductas incívicas cometidos en algunos municipios. Los actos vandálicos que se están registrando este verano son muy parecidos a los de veranos anteriores: daños en el mobiliario urbano y en bienes particulares, cristales rotos... «Hay algún ayuntamiento, como los de Abades y Santa María la Real de Nieva, que han dictado bandos para tratar de sensibilizar a la población, sobre todo de los destrozos que se producen en el mobiliario urbano porque eso acarrea un coste para las arcas municipales», apuntan las mismas fuentes. Sin embargo, la coincidencia de numerosos casos no quiere decir que se esté ante un situación extrema. La Subdelegación del Gobierno, conocedora de todo lo ocurrido hasta la fecha, pide colaboración y civismo para evitar que se repitan estas acciones. Al fin y al cabo, van en detrimento de todos.
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