Minguela: «Cantatore te hacía sentir el mejor y claro, salías al campo y te los comías a todos»
Piedra angular en el Real Valladolid de la era Cantatore, recuerda con cariño la final y no tanto la semifinal contra el Depor, que le valió los pitos de la afición coruñesa en su debut con la selección española
Fue Luis Minguela (Segovia, 1960) una de las piedras angulares de la época dorada del Real Valladolid. La que comenzó en la 85/86 de ... la mano de Vicente Cantatore y los pies prodigiosos de los añorados Yáñez, Aravena, Eusebio, Juan Carlos, Fonseca y un largo etcétera, y se prolongó justo hasta la disputa de la Recopa en la 90/91. Han pasado treinta años y siguen siendo historia viva del club no solo por su fútbol sino porque ninguna promoción ha conseguido jugar ninguna final más.
El hoy líder del PP en Laguna lo era del vestuario en aquella final de Copa por mucho que le transfiera ese poder a Cantatore. «El equipo siempre salía motivado con él. De todos los entrenadores que he tenido, y he tenido unos cuantos, solo él te hacía sentir el mejor en el campo», afirma, recordando la primera charla que tuvo con él. «Se me acercó y me dijo: 'Usted va a ser un hombre importante en este equipo'. A mí me hacía sentir Beckenbauer. Y claro, salías y te los comías a todos», relata Minguela, que se queda con la plantilla y el fútbol de la campaña 85/86.
Su ascendencia en el campo y en el vestuario alcanzaron tal punto que el propio Cantatore quiso llevárselo al Sevilla presidido entonces por Luis Cuervas, pero las conversaciones no fraguaron.
Aquella final copera sirvió para que tanto Fernando Hierro como Luis Minguela fueran convocados por la selección española, y el debut como internacional dejó una anécdota que aún mantiene en la retina. «Habíamos eliminado al Depor en semifinales en una eliminatoria muy tensa y Fernando y yo fuimos a la concentración en La Coruña en septiembre, meses después de la final. Pues la gente aún lo tenía presente ¡y nos pitaron en aquel partido contra Polonia!», recuerda el propio Minguela.
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