El cine puzzle: mismo lugar, distintos tiempos
Las alemanas 'Sound of falling' y 'Silent friend' retan con su densidad mientras que 'Lionel' retrata a una peculiar familia
Del amor filial con todo su poder y sus excrecencias hablan dos de las películas estrenadas en Sección Oficial. La española 'Lionel' y la alemana ' ... Sound of falling' miran a varias familias desde el punto de vista de los hijos que, a veces, asumen el papel de padres y, otras, demuestran la lucidez que no acompaña a sus mayores. Completó la jornada 'Silent friend', filme que habla de otras hermandades en la naturaleza.
'Lionel' es la ópera prima de Carlos Saiz que retrata a una familia real interpretada por ellos mismos. Lionel padre propone a su hijo del mismo nombre viajar al sur de Francia para celebrar el cumpleaños de su hermana que vive allí. El padre es un pícaro libérrimo incapaz de someterse a ningún código social más allá del de la circulación. A pesar de ello, el hijo termina por acceder. Esta película de carretera empieza en Murcia y termina en Marsella. Al recorrido en kilómetros acompaña la evolución del joven que pasa del reproche continuo a su progenitor a la aceptación y casi e perdón.
La cinta gira en torno a Lionel Corral Bernal, un canalla insufrible dotado con la gracia de su acento murciano-francés y el desparpajo del vividor. Quizá estas virtudes no sean suficientes para sostener hora y media de atención porque una vez expuestas, la película redunda constantemente en ellas.
El estreno de 'Sound of falling' fue recibido con algunos silbidos, inéditos hasta ayer en esta Seminci de público complaciente. Y es que Mascha Schilinski exige demasiado del espectador: primero en tiempo, dos horas y media de metraje; después, en aplicación, da pocas pistas narrativas en este puzzle de tres momentos históricos de los habitantes de una granja. Película coral que tiene como hilo conductor la narración existencial de varios niños. El 'sonido de la caída' del título remite a la muerte, al límite, a la puerta entre la realidad y el misterio.
La primera familia es numerosa y será Alma, la hija menor de siete hermanos, su narradora. Comienza con una cena en la noche de difuntos, el severo negro de sus ropas y el altar de fotos de los que ya no están anuncian el tono del filme. La muerte, como parte de la vida, es una constante y las preguntas acerca de esta se manifiestan en escenas oníricas que Mascha resuelve con tono poético. Son un paréntesis en la rectitud de una casa que ampara comportamientos poco edificantes.
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Si Alma habla de la primera familia, Angelika hará lo propio de la segunda. Esta 'lolita' en pleno descubrimiento de sus armas de seducción será sometida por su tío. La ambigüedad de personajes y sentimientos domina esta segunda entrega que también tiene el río como frontera con el mundo, como lugar de esparcimiento y pensamiento. Angelika analiza a su madre, sugiere su conexión con la primera familia, su hermana Erika. Y la tercera, ya casi contemporánea, es una familia más pequeña que decide instalarse allí aunque trabajan en la ciudad. El punto de fuga lo encarna una joven que acaba de perder a su madre y busca en la de esta familia su consuelo.
Película de miradas femeninas entre unas paredes que reúnen las voces de tres generaciones que demuestra la ambición estética de Mascha Schilinski, premiada en Cannes. Imágenes muy bellas, escenas muy evocadoras y la reminiscencia del último Terrence Malick. Para entender mejor esta exhibición de estilo faltaría la cortesía de la claridad, esa que alababa Ortega.
La belleza de la botánica
'Silent friend', la otra película alemana del día, abundó en la densidad de un cine de larguísimo metraje que ambiciona contar demasiadas cosas. La directora Ildikó Enyedi demuestra su inquietud formal en esta cinta que mezcla cine histórico, documental y ficción. Tres historias, en tiempos distintos y en el mismo marco, la Universidad de Tubinga. El protagonista de las tres: el ginkgo biloba del jardín. No es un árbol cualquiera, sino el superviviente de la vegetación prehistórica. Un neurólogo hongkonés atrapado durante la pandemia en ese campus extiende su experimento con los bebés, mide la reacción de su cerebro a los estímulos, al árbol tras una conferencia de una botánica francesa (Lea Seydoux). Por otro lado un joven filólogo descubre el poder del jardín gracias a una compañera y una estudiante del XIX (probablemente Maria von Linden) se convierte en la primera mujer que ingresa en una universidad alemana. Todos están conectados por el árbol.
Enyedi compone un triángulo rectángulo en el que la historia del hongkonés es el lado más sobresaliente. Precisamente dentro de su proyecto se integran los 'time-lapse' que enseñan el crecimiento de las plantas, su reproducción, las formas internas de la flor del rododendro, una joya visual para cualquier aficionado a la botánica.
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