Mañueco promete liderar un Gobierno que los ciudadanos «sentirán cerca, a su lado»

El séptimo presidente de la Junta volvió a reiterar la idea de que liderará un «gobierno transformador» que asumirá los desafíos que tiene Castilla y León (citó la calidad de los servicios públicos, el desarrollo rural, combatir la despoblación y generar empleo o «insistir» en políticas de transparencia) desde la lealtad y la exigencia con el Gobierno central y el diálogo social y político dentro de la comunidad.

Diálogo y consenso, abundó Mañueco, «con todas las fuerzas políticas que consideren que el compromiso con esta tierra está por encima de cualquier otra cosa. Que la unidad de España y el respeto a la legalidad están por encima de todo. Yo lo tengo claro», enfatizó el dirigente autonómico, quien remarcó que todo «será siempre por el bien de Castilla y León».

Sobre las relaciones con el Gobierno central, el nuevo presidente de la Junta pidió «concreción» en una reforma del modelo de financiación autonómica «que tenga en cuenta las singularidades de nuestra comunidad», las infraestructuras pendientes, la defensa de la PAC y el «reto demográfico», expresión que puede sustituirse en Castilla y León por la lucha contra la despoblación. Son todos asuntos conocidos que pasan de la carpeta de Herrera a la de Mañueco. Algunos, caso de infraestructuras como la inacabada Autovía del Duero, las medidas para atajar la pérdida de habitantes y la revisión de los criterios de reparto de los fondos estatales entre las autonomías se remontan a Gobiernos de Rajoy, de Zapatero o, incluso de Aznar y Felipe González, si el expediente es el de la N-122.

La ministra de Industria, Reyes Maroto, que asistió en representación del Gobierno de Pedro Sánchez garantizó «cooperación constante», desde la lealtad y el respeto a las competencias de cada Administración. La ministra vallisoletana -Mañueco se dirigió a ella como «paisana»- felicitó al presidente durante su intervención institucional, en el hemiciclo, aunque a su llegada había lamentado que Castilla y León no tuviera un gobierno encabezado por quien fue la fuerza más votada el 26-M: el PSOE de Luis Tudanca.

La jura de Alfonso Fernández Mañueco tuvo dos momentos emotivos. El primero fue el recuerdo a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP al que ETA asesinó hace estos días 22 años. El segundo, las palabras que el presidente autonómico dedicó a sus padres, fallecidos, y de los que destacó que le inculcaron la importancia en la vida del trabajo, la honestidad y «ser una buena persona». Se emocionó.

El acto que marca el relevo de Juan Vicente Herrera y la continuidad del PP al frente de la Junta de Castilla y León, pese a que el escrutinio del 26-M les dejó por detrás de los socialistas, contó con el respaldo de una amplia representación de dirigentes populares, encabezada por Pablo Casado y Mariano Rajoy.

El primero destacó la experiencia y el «perfecto conocimiento» de la Administración que presenta el currículum de Alfonso Fernández Mañueco. También el segundo, con le definió como un dirigente «capaz y siempre dispuesto al diálogo».

El máximo responsable de Castilla y León había elogiado en su intervención a ambos. De Casado aseguró que comparte con él « presente y futuro» y a Rajoy le agradeció que le hubiera incluido en «tu proyecto, cargado de lecciones de sacrificio, de superación de adversidades, de altura política y sentido de Estado en momentos cruciales para España». El exinquilino de La Moncloa fue, de largo, el político más solicitado por los asistentes para las fotos de recuerdo de la jornada. Le costó abandonar la sede de las Cortes de Castilla y León.

Desde la tribuna de público siguió el acto la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y en lugar preferente del hemiciclo el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, y el presidente en funciones de la Comunidad de Madrid, Pedro Rollán. Ambos compañeros de partido.

El mandatario andaluz, que cogobierna con Cs, como hará Mañueco, aunque en el caso del primero necesitan el apoyo de Vox, precisó que no daba consejos a nadie, pero sí que le había dicho al castellano y leonés que el Ejecutivo bicolor debe trabajar «como un solo Gobierno». Sobre los pactos, describió que «en los matrimonios de conveniencia, el roce hace el cariño». Y fue más allá. «Incluso el amor», concluyó Bonilla. Junto a él, el vallisoletano Tomás Burgos, exsecretario de Estado de la Seguridad Social y que el presidente andaluz ha incorporado recientemente al organigrama del Gobierno de esa comunidad.

Fernández Mañueco inició su intervención con el reconocimiento a los antecesores en el cargo presentes en el acto. Los socialistas Demetrio Madrid y José Constantino Nalda y los populares Juan José Lucas y Juan Vicente Herrera. Faltaron Jesús Posada y José María Aznar. Este último es el sempiterno ausente en los actos de la comunidad.

El ya presidente de Castilla y León reconoció a Madrid y Nalda su «labor en la construcción de Castilla y León» en una época, 1983, en la que se estrenó como votante. Sobre Lucas aseguró que su «ejemplo será una luz en el camino que acabamos de comenzar» y de Juan Vicente Herrera destacó su entrega y su vocación de servicio. «Ha sido un honor y un privilegio trabajar a tu lado durante estos años», añadió.

El presidente de las Cortes, Luis Fuentes, le deseó «suerte y buen criterio» a su homónimo en la Junta antes de invitarle a tomar posesión del cargo. Alfonso Fernández Mañueco juró y recibió una larga ovación de las tribunas y del hemiciclo (se abstuvieron los procuradores del PSOE), en un acto que cerró con el ruego a Dios de que le ayude en su nueva responsabilidad.