Valladolid
Un mordisco a la acera de la calle Recondo para que giren los autobusesEl Ayuntamiento recortará la curva hacia la vía de servicio porque los buses se ven obligados a entrar desde el carril central y subirse a terreno de los peatones
La vía de servicio de Arco de Ladrillo para girar desde Recondo en dirección al Campo Grande tendrá que comerse un trocito de la acera. ... Justo el esquinazo. Un mordisco que servirá para que los autobuses puedan girar con más facilidad, tanto los de líneas regulares como los de Auvasa, que utilizan ese itinerario cuando tienen que desviarse por cortes de calle o modificaciones en el trazado.
Precisamente porque ahora no hay ninguna línea de Auvasa en esa tesitura, el Ayuntamiento iniciará en breve unas obras que deberían solventarse en unas pocas jornadas, pero que volverán a provocar algunas molestias inevitables tanto al tráfico como a los peatones.
En la vieja acera de brea del esquinazo ya han aparecido las marcas de pintura que delimitan por dónde se producirá el recorte al paso peatonal.
El estrechamiento de la calzada de servicio, donde antes había dos carriles de salida hacia Filipinos y Campo Grande, también tiene parte de culpa en esta derivada imprevista. Ahora solo queda un carril y se ha construido una acera estrecha, pero alta, que tiene dos cometidos. El primero es evitar que los coches se suban al trozo peatonalizado bajo los arcos del viaducto y estacionen allí. El segundo, evitar que los camiones, autobuses y furgonetas de gran tamaño se dejen los retrovisores contra las ménsulas que ahora soportan las farolas situadas en el paso elevado.
Al dejar solo un carril, con aceras a los dos lados, la maniobra se complica. Los autobuses se ven obligados a seguir por el carril central, el que teóricamente lleva recto por Recondo y Puente Colgante hasta el paseo de Zorrilla, y girar desde allí hacia la derecha, con el consiguiente riesgo para otros vehículos al invadir el carril interior, para poder embocar la vía de servicio.
Entre las señales, los semáforos y las aceras, el autobús se ve obligado a maniobrar con muchísima lentitud y prudencia, lo que incide en el tráfico, cuando no a dar ligeramente marcha atrás si no se ha acertado a la primera. Aunque logre entrar a la primera, el bus invade la acera de su derecha, enfrente del bar Nuevo Aljarafe. Las ruedas traseras se suben y circulan unos metros por encima en el punto en el que los viandantes esperan para cruzar en el semáforo.
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La obra en sí no reviste una gran complejidad, en una zona en la que subsisten las aceras de brea, al igual que en la estación de autobuses actual, porque se spone que en algún momento todo ese espacio se verá sometido a un cambio urbanístico importante. Hay que recordar que el derribo del viaducto forma parte del convenio de integración ferroviaria y eso permitiría despejar el núcleo central del cruce y daría lugar a una gran plaza que modificaría por completo la apariencia y la ordenación del tráfico en el entorno.
Un bocado similar se ha dado también a un trozo de acera en la calle Pingüino, en el cruce con el paseo de Juan Carlos I, junto al Esgueva, para permitir el giro de los vehículos hacia Pingüino una vez que se ha eliminado ya el carril bici que iba sobre la acera y se ha trasladado al otro lado de la calle, segregado del tráfico y de los peatones.
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