Solidaridad
147 niños saharauis aterrizan en Valladolid tras dos semanas de papeleos: «Las horas no pasaban, solo queríamos abrazarla»Un problema con los pasaportes impidió el viaje de los menores, que pasarán el verano con familias de acogida, desde sus campamentos de refugiados
Lucía San José
Valladolid
Viernes, 18 de julio 2025, 06:46
Después de dos semanas de retraso, fruto de problemas burocráticos con los pasaportes, Valladolid ha recibido «por fin» este jueves a 147 niños saharauis para ... disfrutar de unas 'vacaciones en paz' con familias de toda la comunidad, 32 de ellas vallisoletanas, que acogerán a 36 de los menores. Una iniciativa de solidaridad que se repite cada verano, «aunque cada vez con menos familias que quieren participar», lamenta la presidenta de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Valladolid, Blanca López, y en esta ocasión con catorce días 'robados'. Los días de espera han provocado que hayan tenido que retrasar citas sanitarias, con oftalmólogos o médicos de familia: citas con en la peluquería; o las excursiones previstas con los pequeños.
Los menores, procedentes de campamentos de refugiados de saharauis en Argelia, tenían previsto inicialmente su aterrizaje el pasado 3 de julio, pero no ha sido hasta este jueves (17 de julio) cuando han pisado suelo castellano y leonés tras horas de vuelo y espera, pero con un recibimiento cargado de emoción en el aeropuerto de Villanubla. Allí, en el momento de la salida de los esperados pasajeros del avión, retumbaron los aplausos, acompañados de risas y lágrimas, algunas contenidas y otras no, de los pequeños y de las familias presentes. En un ambiente en el que se escuchaban frases como «ya la he visto», «ahí está» o «cómo ha crecido», mientras los menores rompían la fila para abrazar a sus padres de acogida, acompañados de quienes serán sus hermanos durante las próximas semanas (hasta el 1 de septiembre).
Los niños cargaban con el escaso equipaje de una pequeña mochila en la que traían regalos para las familias que les acogerán durante el verano. Al salir a la zona de llegadas del aeropuerto, los menores recibieron camisetas de diferentes colores, según la provincia de destino en Castilla y León, lo que facilitaba la organización y permitía identificar a cada grupo antes de subir a los autobuses.
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«Ha sido muy duro, con temperaturas de más de 50 grados y la incertidumbre constante», ha relatado el presidente de la asociación de Segovia, Javier Moratalla. El voluntario ha vivido este año en primera persona este retraso, ya que decidió viajar para acompañar a los niños en su vuelo a España y la experiencia se alargó hasta 22 días en los campamentos, atrapado por la cancelación de vuelos. «Nunca había ocurrido un retraso tan largo en 25 años de programa», ha afirmado.
Javier ha reconocido que la dureza del calor saharaui, la falta de agua potable y la precariedad de los campamentos hacen más urgente cada verano esta iniciativa que permite a los niños disfrutar de un verano lejos del desierto, con alimentación adecuada y revisiones médicas. «Los niños preguntaban cada día: '¿Cuándo, Javier, cuándo vamos a España?'. La impaciencia de ellos te rompe el alma, pero cuando subes con ellos al avión y ves su emoción, sabes que todo ha valido la pena», ha añadido.
«Las horas no pasaban, solo queríamos abrazarla», ha reconocido Mónica Alonso, vallisoletana de 28 años, mientras sujetaba de la mano a Zenabu, niña a la que acoge desde hace cuatro veranos. La joven ha heredado esta tradición de sus padres, que durante años abrieron la puerta de casa a una pequeña saharaui, un recuerdo que hoy la impulsa a repetir la experiencia con su pareja. «Tu vida cambia mucho, pero en cuanto la ves, todo compensa. Se hacen querer desde el primer día», ha contado.
«El primer año es el más intenso. No nos conocíamos, no hablaba español y era todo nuevo para ella. Ahora, en cuanto baja del avión, ya nos busca con la mirada», explicaba Mónica. Los pequeños creen a «pasos agigantados»: «Les ves cómo aprenden cada palabra, cada costumbre, y es precioso», afirmaba con una sonrisa.
Familias jóvenes, como la de Mónica y Germán, animan a otras parejas a participar en el programa. «Al principio da respeto porque es una responsabilidad grande, pero muy bonita», aseguraba Germán Díez. «Si alguien duda, que se anime, porque ellos necesitan salir de allí en verano y tú ganas mucho más de lo que das». El retraso ha afectado también a los pequeños: «Ellos tardan unos diez días en adaptarse a nuestra comida, a nuestras costumbres, a la ciudad, y ese es el tiempo que hemos perdido», comentaba el joven vallisoletano.
La iniciativa forma parte del programa 'Vacaciones en Paz', que permite cada verano que miles de niños saharauis, de entre 8 y 12 años, salgan de los campamentos de Tinduf y pasen los meses de julio y agosto en un entorno familiar y con acceso a revisiones médicas y actividades culturales.
Nueve de las 32 familias de Valladolid han acogido por primera vez a un niño saharaui. Así, se han sumado a esta experiencia de acogida que persigue ofrecer a los pequeños un respiro de las duras condiciones del desierto argelino. «No concibo mis veranos sin ellos», aseguraba Gema Santalena, que lleva 22 años acogiendo todos los veranos, hasta el punto que ahora «ya son parte de la familia».
Este verano, la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui ha demostrado una vez más su firmeza e ilusión pese a la incertidumbre. Los abrazos que se habían quedado en el aire hace dos semanas, por fin se han hecho realidad, un reencuentro que deja claro que la espera mereció la pena. El verano, ahora sí, puede comenzar para estos niños que durante dos meses vivirán 'un verano en paz'.
Este viernes, 18 de julio, familias y menores recibirán la bienvenida en la tradicional recepción oficial que acogerá la sede de la Diputación de Valladolid; el 23 de julio se celebrá el mismo acto en el Ayuntamiento de la capital; y, por último, el jueves, 31 de julio, en la Junta de Castilla y León. Sus vacaciones acaban el 1 de septiembre, una fecha que, según Blanca López, la presidenta de la asociación, es «inamovible», ya que los niños empiezan el curso en sus campamentos de residencia.
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