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Las cerca de 24 horas en las que la actividad se quedó ciega y muda han removido en el tejido empresarial de Segovia sensaciones y ... temores que ya habían tenido hace cinco años, cuando detonó la doble crisis sanitaria y económica de la pandemia del coronavirus. Vinieron a la mente fantasmas no tan pretéritos. El parón en seco de las máquinas cuando el reloj marcaba las 12:33 horas; el apagón en las cámaras frigoríficas que empezaban la cuenta atrás del deshielo; los dispositivos para alimentar y dar de beber a los animales, colapsados; las estaciones de servicio sin servicio; los sistemas de producción en la industria inutilizados sin sacar adelante la fabricación -o limitados a un tiempo restringido gracias a la energía extra de los generadores-; las verjas de las tiendas en penumbra a medio bajar con los empleados en la puerta haciendo guardia; los datáfonos caídos, y los negocios sin hacer caja y las factorías bloqueadas. Todos, indicios de un caos al que se sumaba la desinformación: sin conexión a Internet y con coberturas paupérrimas que iban, venían y se terminaban de ir. Comerciantes incomunicados y confusos sin saber qué hacer, a expensas de las instrucciones de los superiores, que no llegaban porque no podían hablar con ellos. Todo era incertidumbre y zozobra.
Las dudas y la inquietud no se apagaron con el retorno de la luz, a eso de las 3:30 horas de la madrugada de este martes. A primera hora de la mañana, con los segovianos desperezándose después de un lunes a oscuras, el suministro estaba restablecido en la capital y en buena parte de la provincia. Sin embargo, en numerosos puntos de la ciudad y en muchos pueblos, las conexiones seguían caídas. Imposible comunicarse con compañeros de trabajo, con los jefes, con los clientes, los proveedores, los distribuidores...
«Se hizo lo que se pudo hasta donde se pudo», resume la presidenta de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Segovia, María José Tapia, los esfuerzos de las empresas por mantener la actividad siempre que fue posible. En su análisis de unas horas «muy complicadas», sonsaca una lectura positiva. Y es que «en otra catástrofe de esas que estamos viviendo ya con demasiada frecuencia, la gente ha respondido en la medida sus posibilidades». En esta línea, hace hincapié en agradecer «la humanidad» de los ciudadanos. Ella vivió esa generosidad en primera persona. Cuenta que en pleno viaje de regreso, con el depósito del coche en las últimas, consiguió parar en una gasolinera en un pequeño pueblo extremeño. «Lograron un generador de luz para dispensarme el combustible».
María José Tapia
Presidenta de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Segovia
«Esta es la parte bonita del desastre», se felicita por la solidaridad y el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y del personal del Hospital General en garantizar la asistencia a las personas que más necesitaban esa ayuda. Y es que ya de vuelta en Segovia y en la plenitud «impresionante» de una noche más oscura de lo normal en la que «se veía el movimiento de las linternas», la coordinación de estas plantillas permitió asistir a un familiar muy cercano de la presidenta de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios.
Las horas y los días posteriores al apagón son «para hacer balance, revisar daños, recabar información», comenta Tapia. A primera hora de la tarde de este martes todavía era muy temprano para cuantificar los perjuicios en la provincia. Sin embargo, cita los cálculos que se barajan en España: 1.300 millones de euros «solo en lo que se ha dejado de hacer». A estas cifras correspondientes a la paralización de la producción habrá que añadir las pérdidas económicas propias de los desperfectos, de los aparatos estropeados o de alimentos desperdiciados que no superaron la rotura de la cadena del frío porque los dispositivos de refrigeración no aguantaron tanto tiempo sin luz.
Internet y las coberturas continuaban sin ser completas en la primera mitad de este martes después del apagón, coincide en aseverar el presidente de la Federación Empresarial Segoviana (Fes), Andrés Ortega. En el polígono de Valverde del Majano, por ejemplo el aislamiento digital no comenzó a disiparse hasta el mediodía. Así era difícil tratar de devolver la normalidad a las producciones. A pesar de haber recuperado la electricidad, «siguen sin verse las cosas claras», apostilla al subrayar los trastornos provocados por la falta de comunicaciones. «Todavía no sabemos las circunstancias del apagón», añade, a la espera de que «haya información oficial y real». En cualquier caso, tiene palabras de aliento y reconocimiento para los industriales de la provincia: «Ha quedado demostrada la raza de los empresarios segovianos. Su comportamiento ha sido ejemplar».
«Cuando se vio que el apagón iba para largo, los empresarios se fueron organizando» para hacer lo que buenamente podían, cada uno en su actividad económica. «Lo más preocupante, sin quitar la gravedad de las situaciones particulares, se centró en el sector electrointensivo», revela Ortega. Son las empresas en las que la electricidad es «vital sí o sí». En este segmento caben las dedicadas a la transformación de las materias primas; las agroalimentarias como el entramado productivo en torno al porcino en las que los dispositivos para dar comer y beber a los animales son eléctricos; o las factorías que usan hornos, como la Real Fábrica de Cristales de La Granja, sin olvidar los establecimientos de alimentación o de hostelería por la conservación del género en cámaras refrigeradoras.
Andrés Ortega
Presidente de la Federación Empresarial Segoviana (Fes)
Tanto el presidente de la Fes y su homóloga en la Cámara destacan que retomar la marcha tras una desconexión total como la del lunes no es sencillo. «No es apretar el botón de 'on' y ya». La maquinaria y todos los sistemas de los que depende una producción tienen sus fases de recuperación. Son procesos delicados, insisten ambos responsables. Ortega pone de relieve, a modo de ejemplo, cómo la producción de los hornos de cristal «no se puede parar porque se estropearían y adquirir uno nuevo llevaría meses». Para paliar el riesgo, se utilizaron dos generadores, uno para el suministro eléctrico y el otro para asegurar la alimentación de gasolina y garantizar que estuviera activo.
En el comercio, están los que trabajan con productos perecederos, que en algún caso los han tenido que tirar (salvo los congelados que se han mantenido muy bien); y los demás, que «nos hemos defendido bien», señala el presidente de la organización Fomento de Empresarios del Comercio Segoviano (Fecose), Roberto Manso, quien destaca la presencia policial que ha habido desde que cayera la noche y la luz seguía sin volver a los negcoios y hogares de la capital y la provincia. «En José Zorrilla había un coche parado y estuvieron vigilando toda la calle», pone de relieve.
Rocío Ruiz
Presidenta de Festur
La hostelería, el comercio y el turismo tardaban también en retomar el pulso porque las conexiones con Internet y las coberturas todavía complicaban el reseteo. Javier García Crespo, gerente de Hotuse, y Rocío Ruiz, presidenta de Festur, coinciden en que llevará un tiempo perfilar el recuento de las pérdidas económicas referidas a los servicios que no se hicieron en barras y comedores de bares y restaurantes segovianos. Dentro del «desastre» que supuso el prolongado corte, aplauden que los establecimientos estuvieran «al pie del cañón», como ensalza el primero, al que por momentos la situación le evocó la pandemia, reconoce.
«Se ha trabajado hasta donde se ha llegado», añade García Crespo. Hasta que las cámaras dijeron basta antes de que se rompiera la cadena del frío. Duda en las coberturas de los seguros ante un caos de esta envergadura. «Supongo que se lavarán las manos porque no tienen capacidad» para cubrir la cantidad de perjuicios producidos.
Javier García Crespo
Gerente de Hotuse
Por su parte, Rocío Ruiz, comenta que «pensaba que podía haber sido peor», sin quitar un ápice de gravedad a las largas horas sin electricidad en las que la hostelería, los alojamientos turísticos y el comercio han tenido que trabajar a ciegas. «Lo que más preocupa es la mercancía perecedera», indica. Hay determinados alimentos que se han perdido y que ha habido que tirarlos. Entre los más damnificados, las heladerías.
La presidenta de Festur lamenta en la lista de daños «las pérdidas por todo lo que no se ha podido atender». La caída de las conexiones telefónicas y de Internet acrecentó la «impotencia de los restaurantes que no podían avisar a los clientes que habían reservado mesa ni de recibir los avisos de cancelaciones». Dentro de las limitaciones, Ruiz alaba que los locales «ofrecieron lo que pudieron mientras pudieron», sobre todo platos elaborados a base de ingredientes fríos, como ensaladas.
Como en las estaciones de servicio, en el transporte o en el comercio, el apagón dejó inutilizados los pagos telemáticos en buena parte del sector hostelero de Segovia. «No se podían hacer facturas ni tíckets; al principio los datáfonos iban, pero luego dejaron de funcionar». Así que, como apunta Rocío Ruiz, los cobros fueron en efectivo. Pese a las vicisitudes, «creo que hemos defendido muy bien nuestro trabajo», concluye la presidenta de Festur, quien traslada la misma situación y la misma sensación de impotencia a los hoteles. Recuperada la electricidad, «toca resetear todo, hacer balance y arreglar lo que esté dañado».
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