La planta de biometano prevista en Pinarejos rebaja sus dimensiones
La empresa reducirá su inversión y los residuos y la plataforma vecinal mantiene su oposición al proyecto: «¿Para qué queremos dinero en un pueblo enfermo?»
El grueso de los vecinos de Pinarejos quiere evitar la instalación de una planta de biometano que, en la práctica, supondría que los camiones pasaran ... cada cinco minutos por las puertas de su colegio. Ruidos, olores y emisiones que a su juicio no compensan las ventajas energéticas de la depuración de los purines. «¿Para qué queremos dinero en un pueblo enfermo?», subraya Eva Munllor, miembro de la plataforma vecinal que contesta su instalación por estar muy cerca de las viviendas —a escaso kilómetro y medio— y a unas decenas de metros de un gran pinar.
El proyecto de Pinarejos, en la provincia de Segovia, llegó a conocimiento vecinal en primavera del año pasado al celebrarse una reunión entre la empresa impulsora del proyecto, IAM Carbonzero, en una sala municipal con el alcalde y unos pocos vecinos en un pueblo con unos 200 habitantes censados. Hubo una segunda más multitudinaria, con medio centenar.
«No nos pareció bien, hay muchos inconvenientes», apunta Munllor. De las ocho parcelas donde están proyectados los terrenos hay dos residentes en el pueblo que no quieren vender. «Hay gente a la que le han prometido digestato [el subproducto del biometano] gratuito o que esto va a traer mucho dinero en pueblo ¿Para qué voy a comprar yo fertilizante si me lo van a regalar? Pero tienen que cogerlo durante todo el año. Y si no lo echan en sus tierras, almacenarlo».
La zona de Pinarejos está declarada como altamente tensionada por nitratos y la plataforma teme los efectos en aguas subterráneas o en esos pinos centenarios que dan nombre al pueblo. Hay otros agricultores en contra en una economía local que también tiene ganadería avícola, porcina o vacuna. «Aquí no hay macrogranjas. Dicen que van a venir de 30 kilómetros alrededor, pero no es cierto. Con perdón, no hay mierda para tanta tonelada».
A la espera de novedades
Munllor refuta la creación de empleo como ventaja. «Estas plantas están altamente automatizadas y en el pueblo no hay paro. Necesitarían tres o cuatro personas para recibir a los camiones y volcarlo en las balsas». Para su escaso padrón, la plataforma congregó a 150 personas en enero para manifestarse contra el proyecto, incluyendo a mucho «hijo del pueblo» que tiene allí su segunda residencia. Calcula por encima una ratio con el 80% de la localidad en contra y un 20% a favor.
«Hay una gran mayoría, pero está dividido. Porque a lo personal, a los que quieren o no al alcalde, se suma lo de la planta. Hay un estado de enrarecimiento en el buen ambiente de un pueblo tranquilo». Su grupo de coordinación está suscrito al Bocyl a la espera de novedades. «De momento, no han metido nada».
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IAM Carbonzero explica que su proyecto se ha modificado «bastante» desde enero. «Todos estamos pendientes del 'Plan de Biogás y Biometano' que está elaborando la Junta. Lleva varios meses y todavía no se ha aprobado ni hay fecha prevista. Lo que hemos intentado es adelantarnos y adaptar el proyecto al posible nuevo contexto».
Así las cosas, mantiene la localización que estaba prevista, pero baja a priori sus dimensiones, pues tendrá una inversión estimada de más de 20 millones de euros —se preveían 33—, gestionará más de 100.000 toneladas anuales —inicialmente hablaba de 230— de «residuos de origen agroganadero y procedentes del entorno». Su producción energética estimada será de 70 GWh año, y esto supondrá, según la empresa, un ahorro de emisiones de 30.000 toneladas anuales de CO2 equivalente. Los promotores se están adaptando a estos «posibles cambios» y está elaborando los últimos estudios para presentar la solicitud para la autorización de impacto ambiental antes de fin del 2025.
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