Los caballeros medievales se baten en Pedraza

Para empezar, conviene situarse: estamos en los siglos XIV, XV y XVI. Los caballeros que no pueden ir a la guerra tienen que buscarse el sustento. Ese era el paro de entonces. Con la falta de posibles, harto complicado que tuvieran caballo. Iban por las villas para enfrentarse en duelo con otros luchadores. Así se ganaban la vida y la armadura del contrincante para estar preparados para cuando la batalla les llamara a filas. De esta manera también se proveían de piezas muy caras. Las lizas a pie nada tenían que ver con las justas a caballo que han 'vendido' las películas de Hollywood.

Las villas se engalanaban para los combates. Los estandartes colgaban de las fortalezas y los artesanos sacaban a la calle sus productos. Era día también de mercado. No faltaba el entretenimiento. Los niños imitaban a los caballeros y luchaban entre ellos con espadas de madera. Las exhibiciones de cetrería o los juegos de mesa adornaban el programa.

Pues esto, tal cual, es lo que vivirá Pedraza este fin de semana. Sin aditivos ni conservantes. «No se trata de una recreación histórica, sino de una reproducción», incide Carmen Klecker, una de las promotoras del que será el primer Torneo de Combate Medieval Castillo y Villa de Pedraza. La organización, puramente privada y encabezada por el Museo Zuloaga, anticipa que la experiencia que tendrá lugar este sábado y domingo será «única». Y a fe que lo es cuando perfilan algunos detalles del acontecimiento, del que El Norte de Castilla será diario oficial.

Una primera semilla

Único porque es la primera vez que se celebra en Castilla y León un evento de estas características. Único porque pone «la primera semilla para que crezca fuerte y se desarrolle, primero en Pedraza y luego por toda Castilla y León», ha manifestado en voz alta su deseo Enrique Laborde, de la Casa Museo Zuloaga en la villa segoviana.

«No dulcificamos los torneos medievales. En la Edad Media se hacían igual», se ratifica en el enorme rigor histórico del que se reviste cada torneo. Por ejemplo, las armaduras y armas se encargan a Europa del Este, donde este deporte arrastra una tradición de más de veinte años. Asimismo, los atuendos de las doncellas también son lo más leales posible a los del medievo. «Es una cuestión de respeto a los caballeros», ha subrayado Klecker.

En la exhibición de este fin de semana, los asistentes podrán admirar dos modalidades de lucha. Una es el duelo entre dos caballeros con espada larga y escudo. En la competición cuentan los toques propinados con el arma. El que más logra, gana. Consta de tres rondas de un minuto.

La otra categoría es la melé (sí, como en el rugby), donde impera más la estrategia y en la que entran en liza dos equipos, que en Pedraza serán de cuatro componentes; aunque estos combates pueden ser más numerosos. Vence el club que consiga mantener en pie a uno de sus integrantes o si el equipo rival se queda en inferioridad absoluta. Cabe la particularidad que el caballero que recibe tres toques de arma, yace en el suelo como muerto hasta que acaba la liza. Así lo ha explicado el capital del equipo de Castilla-La Vieja (como prefieren que se denomine para mantener ese halo histórico).

Auge exponencial en tan solo dos años

Juan Carlos Chicote se ha enfundado la armadura y todas las protecciones con las que sale a luchar para poner de relieve la lealtad y el rigor históricos. El pesado atavío ronda los treinta kilos, que el caballero ha de portar sobre el cuadrilátero y que ha de mover con técnica y agilidad para que el contrincante no le doblegue.

«Es un deporte de contacto, la madre de todos los deportes», explica Carmen Klecker, una de las personas que ha propiciado la celebración del torneo en Pedraza. Además, y a pesar de que los combates son «reales», no es una práctica exclusivamente masculina, también hay mujeres que se baten. De hecho, al evento de Pedraza acuden cinco luchadoras, han apuntado los organizadores.

En España, este deporte apenas ha cumplido dos años gracias a un grupo de pioneros que salieron a luchar a otros países por primera vez y que han importado la disciplina. En este poco tiempo, ya se han formado diez clubes, y tres más están en ciernes. Se comienza desde escudero, y al igual que en aquellos siglos, el mérito y el esfuerzo priman para poder llegar a ser luchador-caballero de combate medieval. Para vestir una armadura y llegar a combatir en una liza (cuadrilátero de combate), se entrena con materiales blandos, coderas, casco, rodilleras, coraza, y armas. Duros ejercicios para adquirir destreza, precisión e ir aumentando el peso de lo que luego serán las armas.

Menos lesiones que en el fútbol

«Aunque los golpes vuelan y las armas pueden ir por cualquier lado, se trata de una actividad muy protegida porque la armadura tiene que aguantar todo lo que le echen», comenta el capitán del equipo castellano. Chicote añade que «la incidencia de lesiones es inferior que en el fútbol o en el rugby, por poner unos ejemplos». Pero claro, hay que saber combatir y zafarse para evitar los golpes. Entre otras cuestiones, las normas recogen que no se puede atizar en la base del cráneo ni tampoco en las partes desprotegidas.

Dado el auge que está teniendo este deporte, «la idea es que se haga una liga española», ha revelado Enrique Laborde, Para ello ya se han iniciado con contactos con los equipos pioneros en el país, que son los de los Castillos de Belmonte y Almodóvar, en Cuenca y Córdoba, respectivamente. La exhibición en Pedraza será una buena piedra de toque para afianzar este objetivo y sumar esfuerzos hacia una mayor profesionalización de los combates medievales.

El rigor histórico en el que insisten los promotores también viste al mercado que tendrá lugar para animar aún más el torneo. Todos los artesanos irán «vestidos, que no disfrazados» de la época medieval, y también habrá talleres como el de la lana, precisamente en una comarca que fue la mayor exportadora de esta materia y que todavía mantiene la Cañada Merina Real. Historia, deporte y entretenimiento esperan a quienes acudan a esta cita.