Valladolid
El último esqueleto de la crisis cumple 15 años de ocupaciones, incendios y miseria en San IsidroEl destartalado bloque inacabado de 48 pisos del antiguo Rancho Grande continúa habitado por indigentes a la espera de una solución urbanística que no llega
«Ahí ves de todo, entra de todo y pasa de todo», resume una vecina del barrio de Buenos Aires antes de mostrar abiertamente su « ... miedo», propio y del resto de residentes, ante la situación que vienen soportando desde ya tres largos lustros en torno al último gran esqueleto de la crisis del ladrillo, como es el destartalado esqueleto del bautizado en su día como Residencial Rancho Grande, pero que nunca acogió a más inquilinos que a las decenas de indigentes, ladrones oportunistas, grafiteros y gamberros que aún hoy ocupan y frecuentan su interior.
Incendios, raptos, peleas, robos e, incluso, el hallazgo de un cadáver en su interior (el de un indigentes cuyo cuerpo fue encontrado en un trastero del sótano en 2012) conforman el inacabable historial de un inmueble construido en 2008, sobre el terreno que ocupó el popular restaurante Rancho Grande (1968-2004), pero que fue abandonado en pleno estallido de la burbuja inmobiliario cuando apenas faltaban por colocar las ventanas y cuatro remates más en 2010.
«Ahí ves de todo, entra de todo y pasa de todo», relatan los vecinos del entorno
«La verdad es que da miedo pasar por allí, sobre todo, por las noches y más cuando tienes hijos menores», coinciden en señalar los residentes del entorno de esta ahora enorme oda a la miseria, que ocupa una amplia parcela entre el Páramo de San Isidro y la Cañada de Fuente Amarga, entre la parte posterior del cuartel de San Isidro y el Canal del Duero. Allí se yerguen aún los dos bloques gemelos de dos alturas más ático, que giran en torno a un patio central que alberga un sótano destinado en su momento al aparcamiento comunitario y los trasteros.
El inmueble, cuyo perímetro fue vallado por vez primera en 2021, a raíz del rescate de tres chicas de 14 y 16 años supuestamente raptadas y que vivieron allí durante más de una semana y de la investigación de la posible violación de una de ellas, de tan solo 14 -el acusado, de 30 años, fue finalmente absuelto en 2024 al entender los jueces que fueron relaciones consentidas-, permanece «desde siempre» abierto de par en par, lamentan los residentes, que llevan años reclamando una solución definitiva en aras de garantizar, al menos, la seguridad y salubridad. En el mes de mayo de aquel 2021, después de la intervención policial, que se saldó con cuatro detenidos por retener a las menores, tan solo se cerró la parcela con vallas de chapa y se desalojó a los indigentes que por entonces habitaban en su interior. Pero la clausura apenas duró unas horas y sus inquilinos habituales (indigentes, ladrones y vándalos) enseguida volvieron a ocupar el maltrecho interior del fallido conjunto residencial Rancho Grande.
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Y todo ello mientras los propietarios y el Ayuntamiento continúan sin encontrar una solución, o sin decidirse por parte de la administración una intervención forzosa para obligar a los dueños a tapiar el inmueble o derribarlo, a la espera de que estos últimos presenten un anunciado proyecto para rematar, o reconstruir más bien, el residencial. Esto se anunció en agosto del año pasado. Y el Consistorio, a través de su concejal de Urbanismo, mostró su voluntad de ofrecer facilidades a la propiedad a la hora de tramitar las licencias para recuperar el inmueble, que cuenta con 48 pisos, con garajes y trasteros.
El problema, al margen de que su interior continúa ocupado por varios indigentes (en torno a una decena), es el mal estado que presenta el inmueble después de quince años de saqueo y destrozos. Su interior acoge, de entrada, toneladas de basuras y enseres abandonados en cada uno de sus peligrosos y destrozados rincones. Allí hay huecos de ascensores y conducciones con más de diez metros de caída libre, paredes derribadas a porrazos y toda suerte de peligros para las personas que malviven por necesidad en su interior y para la legión de jóvenes que también lo visitan con frecuencia para estampar sus grafitis (los hay muy recientes), hacer botellón o simplemente tirar abajo algún muro. Todo ello en dos bloques que carecen de ventanas (nunca llegaron a colocarse) y cuyo cableado ya fue desvalijado cuando los últimos obreros abandonaron su construcción en 2010, cuando se habían llegado a vender, incluso, algunas de sus viviendas (bajos con jardín, pisos y áticos) sobre plano.
El portón metálico que da acceso a la parcela, colocado en 2021, luce en sus dos caras enormes pintadas en las que conmina a los visitantes a que cierren la puerta. Detrás hay un sofá que sirve de tope para ello. Aunque lo cierto es que nadie parece hacer caso al mensaje grafiteado sobre la chapa. Una montaña de basura, a los pies de un singular árbol de lúgubre aspecto casi navideño, de cuyas ramas cuelgan decenas de prendas de ropa, reciben a quienes acceden al 'residencial Rancho Grande'.
La historia del Rancho Grande
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1968-2004 El restaurante Rancho Grande abre sus puertas en el Páramo de San Isidro, junto al cuartel del mismo nombre. Con el tiempo se convierte en un popular negocio que ofrecía bodas, bautizos y comuniones. Cerró sus puertas en 2004.
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2008 Una promotora inicia la construcción de un doble bloque de tres alturas con garaje y trasteros que acogía 48 pisos y que fue bautizado como Residencial Rancho Grande.
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2010 La constructora abandona el edificio sin acabar cuando había vendido ya algunos de los pisos. Comienza el expolio de su interior y las primeras ocupaciones de sus estancias.
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2012 Hallan el cuerpo sin vida de un indigente en un trastero del sótano.
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2016 Saqueos y vandalismo arruinan el interior del inmueble.
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2021 Cuatro detenidos acusados de raptar a tres menores en el edificio y violar a una de ellas (el sospechoso fue absuelto en 2024). Los dueños tapian el perímetro, que vuelve a abrirse a las pocas horas.
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2024 El Ayuntamiento anuncia que está pendiente de recibir un proyecto de la propiedad para rehabilitar el residencial. Un indigente es detenido por intento de homicidio (fue condenado a seis años de prisión) tras golpear a otro en la cabeza con un martillo.
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2025 El abandonado Residencial Rancho Grande continúa abierto y ocupado por indigentes que pernoctan en su interior. Y el proyecto para su rehabilitación continúa sin presentarse.
Todos los vanos de las entradas a los bajos y portales de los dos bloques gemelos, en los que nunca se colocaron las puertas, facilitan después la entrada al peligroso interior de los inmuebles. Y tanto desde fuera, con ventanas tapados con maderas, mantas o colchones, como por dentro, con algunas estancias cerradas con viejas puertas con candados, se intuye que numerosas habitaciones están ocupadas por personas que se cobijan allí para huir de los rigores del frío.
Y así es. Sus inquilinos, en cuartos habilitados en mejores y peores condiciones, viven y duermen en su gélido e insalubre interior sin más comodidades que viejos colchones, mantas y sacos para protegerse del frío. En sus habitaciones, distribuidas en distintas plantas, desde el bajo hasta el ático (a uno de ellos se acceder por una inestable escalinata de madera apoyada sobre el hueco del ascensor), pernoctan en torno a una decena de personas, todos ellos varones y en su mayoría inmigrantes, rodeados de sus escasas pertenencias (bicis, macutos con ropa y algo de comida).
Camino de la fuente
«Se ve mucho trasiego, sobre todo, por las noches y también les visitan voluntarios de ONG creemos que para darles algo de ropa y comida con cierta frecuencia», explican los vecinos del Páramo de San Isidro, la principal arteria del barrio, que une Buenos Aires con Pajarillos, quienes reconocen que la conflictividad, al menos, se ha reducido en los últimos meses después de un 2024 en el que se sucedieron los incendios en el edificio e, incluso, hubo un detenido por intento de homicidio (el autor fue condenado a seis años de prisión por golpear a otro indigente en la cabeza con un martillo) y una multitudinaria pelea a sus puertas con armas blancas (hubo tres heridos y otros tantos detenidos). «Siguen pasando cosas, pero nada tan grave como lo de hace un año», aclaran. Sus 'vecinos', además, salen a diario camino de la fuente situada en un parquecillo del cruce con la calle Santa María de la Cabeza para subir agua a unos 'hogares' que, por descontado, carecen de cualquier tipo de suministro.
2025
2010
Los residentes de este pequeño barrio, situado al borde de la avenida de Soria, reclaman en cualquier caso, como vienen haciendo prácticamente desde que se abandonó el residencial en 2010, una intervención municipal para poner fin, al menos, a su ocupación. «Bastaría con tapiarlo», proponen antes de desear que ojalá «puede completarse su construcción y venderse los pisos». Temen, además, que «cualquier día se mate alguien ahí dentro». Y eso trece años después de que un indigente fueran encontrado sin vida en un lúgubre trastero del sótano.
La solución, en cualquier caso, no parece cercana. Y más después de quince años en los que las sucesivas administraciones locales no han logrado desbloquear la situación de un bloque. La constructora que lo levantó, sin acabarlo quebró; luego la parcela pasó a manos de una entidad bancaria y en torno a 2021 acabó en manos de una nueva propiedad, la actual, que en 2024 comprometió la presentación de un estudio para retomar su construcción. Un proyecto que, sin embargo, el Ayuntamiento aún no ha recibido.
Los otros símbolos perdidos
Así que el residencial Rancho Grande continúa erigiéndose como el último exponente de la crisis inmobiliaria de finales de la primera década del siglo XXI. Eso en pleno boom (otra vez) del ladrillo en la capital. Los otros tres grandes esqueletos de aquella época, como eran los dos torreones de once alturas (uno acristalado de oficinas y otro de viviendas) del paseo del Arco de Ladrillo (en la Ciudad de la Comunicación) y un tercero de seis en el sector de las Arcas Reales (junto al polígono de Argales), corrieron mejor suerte que su homólogo del barrio de Buenos Aires.
El primer torreón de Arco de Ladrillo, el de viviendas, fue rehabilitado y recibió a sus primeros vecinos en 2016. Cinco años después se hizo lo propio con el singular bloque de cubos del número 1 de la calle Arca. Y ahora acaban de retirarse los andamios y concluida la reconversión en viviendas, con la mayoría ya vendidas, del otro torreón, el de cristal, de la Ciudad de la Comunicación, que espera a sus primeros habitantes a comienzos de 2026. Y entre medias se recuperaron otros esqueletos de menor simbolismo en barrios como Villa de Prado, Las Villas o Vadillos.
El residencial Rancho Grande, entre tanto, continúa alzándose con su esqueleto de hormigón y ladrillo en mitad del barrio de Buenos Aires a la espera de tiempo mejores que permitan sus rehabilitación y su integración en su entorno urbanístico. Sus vecinos respirarán entonces aliviados después de quince años de incidentes en torno al inacabado inmueble.
Un barrio que iba a ser «como Parquesol» y que tardó 43 años en urbanizarse
Corría el año 2010 cuando el veterano barrio de Buenos Aires, que nació en 1913 al calor del aeródromo del mismo nombre el entonces cuartel de San Quintín (hoy de San Isidro), comenzaba a ver la luz urbanística con la remodelación de su arteria principal, como es el Páramo de San Isidro. Por entonces llegó a proyectarse la construcción de un «barrio similar a Parquesol» con la venta, después frustrada, de los terrenos militares colindantes. Sus poco más de dos mil vecinos, que nunca vieron tal expansión, aún tendrían que esperar otros doce años para ver completada la reurbanización completa de sus calles y dar por finalizado así un proyecto para dignificar este pequeño barrio que fue aprobado nada menos que en 1979.
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