Más de 132.000 plantas germinan en la superficie arrasada por el fuego de La Granja
La reforestación recupera con ayuda europea 153 hectáreas de propiedad privada, las más dañadas por el incendio de 2019
Algo más de seis kilómetros de pista forestal muestran las cicatrices que el fuego dejó en La Granja de San Ildefonso el 4 de agosto ... de 2019, un recorrido entre la desolación, aquellos grandes pinos que desaparecieron de un plumazo del paisaje, y la esperanza, lo bien que han agarrado las nuevas especies tras una primavera propicia. Ha bastado poco más de año y medio —desde finales de 2022 hasta hace dos meses— para insuflar vida en la superficie arrasada mediante 132.320 plantas. Acompañan el camino a media ladera —creado para transitar la zona más afectada— hasta los pinos, la línea que marca el fin del incendio, una vista privilegiada con el palacio y los jardines a los pies. La estampa de todo lo que las llamas pusieron en juego.
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Cuando el agente medioambiental que conduce el vehículo atraviesa una de las primeras portillas de la pista que conduce al chozo de Fuente Infantes, subraya: «Aquí se tenía que haber parado el fuego». Lo que prendió en la urbanización del Caserío de Urgel se propagó a partir de ahí como una chimenea que subió hasta los 2.000 metros, una imagen que se mantiene en la retina de alguien que pasó cinco días seguidos allí y estuvo más de dos meses vigilando cada metro, esas turberas que arden bajo la superficie. «Fue el peor día y cuando menos medios había».

Zonas de replantación
Cascada del
Chorro Grande
La Granja de
San Ildefonso
Puente Arroyo Morete
La Silla del Rey
Pista principal
Pista secundaria
Zona 1
Zona 2

Zonas de replantación
Cascada del
Chorro Grande
La Granja de
San Ildefonso
Puente Arroyo Morete
Pista principal
Pista secundaria
Zona 1
La Silla del Rey
Zona 2

Cascada del
Chorro Grande
Zonas de replantación
La Granja de
San Ildefonso
Fuentes de La Granja
Puente Arroyo Morete
Pista principal
Pista secundaria
La Silla del Rey
Zona 1
Zona 2
El incendio no se extinguió hasta el 21 de agosto —17 días después de su inicio— y afectó a monte privado, la superficie más dañada, y monte público, gestionado por la Junta de Castilla y León. La superficie total afectada fueron 386 hectáreas; de ellas, 153,23 son privadas. Un solo propietario que usaba esas hectáreas cubiertas de pino silvestre para ganadería de vacuno y no hacía ningún tipo de aprovechamiento forestal, así que aquellos árboles adultos sirvieron de combustible para las llamas. Esa zona tenía como antecedente un expediente de deforestación de 1994 y está abierta al tránsito, aunque hay porteras cerradas con candado para restringir el paso de vehículos.
Las primeras actuaciones tras el incendio, financiadas por fondos estatales, consistieron en fajinas y albarradas que evitaran el arrastre de cenizas al arroyo Morete, que da nombre a la finca, así como un lanzado de paja mediante helicóptero que también redujo la erosión. Medidas paliativas, pues un suelo sin vegetación es un tobogán cuando llega una buena tormenta, así que los vecinos tuvieron que convivir con las cenizas.
El cortafuegos de Fuente Infantes ayudó a contener el fuego a la derecha de la línea que dibuja desde La Granja. El trabajo de extinción y la meteorología —el viento de dirección sur sirvió de pared— impidieron que el fuego se extendiera a los montes de Valsaín.
Fases de la reforestación
Los propietarios privados pueden intervenir en su monte a través de fondos propios o subvenciones. La Finca Morete aprovechó unas ayudas para particulares (Restauración de daños causados a los bosques por incendios) cofinanciadas por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader). Una vez que el incendio es declarado como catástrofe, el titular de los terrenos afectados fue elegido en 2021 en un proceso de concurrencia. La subvención total asciende a 334.124,69 euros por la elaboración de la memoria, el desbroce, la corta de arbolado, la preparación del terreno, la adquisición de planta, la plantación o la instalación de protectores para proteger la vegetación de la fauna, fundamentalmente corzos.
La recuperación empezó con la corta del arbolado quemado en una superficie total de 10,26 hectáreas. Después, llegó la restauración mediante una ardua labor de ahoyado con retroaraña, una tarea necesaria porque hay pendientes que superan el 30%. La máquina tiene un cazo en la punta, como si fuera una retroexcavadora, que hace hoyos mientras utiliza una desbrozadora de cadenas que despeja el matorral para poder plantar. Esta máquina tan versátil se ancla en pendiente y tiene un giro de 360 grados que permite abordar la tarea.
Esta labor se llevó a cabo en dos rodales. En el primero, con una superficie de 75,95 hectáreas, se ha plantado con una densidad de 1.600 plantas por hectárea: ese es el número de hoyos para una estimación total de 127.200 ejemplares de pino silvestre, serbal, cerezo y acebo, aunque la primera supone el 75%, con la intención de que la nueva estampa tenga el máximo parecido con la que arrasó el fuego.
Habrá coníferas —la especie más viable en esas condiciones—, pero su proporción respecto a las frondosas será menor. Para el segundo rodal, totalmente integrado por frondosas, los técnicos han buscado una zona de vaguadas, más húmeda, para una densidad de 800 plantas por hectárea en una superficie de 6,48: un cálculo de 5.120 abedules, serbales, sauces y avellanos.
Lentitud
Los procedimientos en el monte público van más lentos: se ha elaborado la memoria y la propuesta y el proyecto está en licitación. Mientras, en la parte privada el trabajo de la Consejería de Medio Ambiente consiste en gestionar la ayuda y verificar que los trabajos se ejecutan según los requerimientos de la convocatoria. Los importes de la ayuda están recogidos en la obra de convocatoria y los trabajos los ha realizado una empresa particular contratada por el propietario.
La montaña también regenera de forma autónoma. La muestra es el cortafuegos de Fuente Infantes. Por allí subió mucha maquinaria y ese movimiento de tierra bastó para esparcir las semillas y que los pinos hayan germinado. Así que una de las tareas de futuro será repasarlo, pues un cortafuegos con vegetación no cumple la función para la que está destinado.
El objetivo que persigue la replantación es que la nueva estampa tenga el máximo parecido con la que arrasó el fuego
La zona está ya erosionada y llena de cárcavas, en parte porque ha servido para que los vehículos subieran al rodal 2. La consecuencia es que la segunda mitad de un segmento de unos 600 metros con una pendiente media del 33% ya no es transitable con coche —incluso hay un par de tramos donde apenas cabe un pie—, así que los trabajos subvencionados han mejorado esa pista forestal de 6,48 kilómetros que atraviesa la parte privada para poder sortear ese obstáculo.
Un camino que se desvía a la derecha a un kilómetro de coronar el chozo, transitado por senderistas cada día, y se adentra en lo peor del incendio. Aquel domingo era imposible contactar por teléfono entre compañeros distanciados por cientos de metros porque las líneas estaban impracticables por el fuego y los miles de vecinos que esperaban abajo. La zona está llena de albarradas construidas a mano para contener las cenizas ladera abajo, pues el peor escenario era que las fuertes tormentas las llevaran al pontón y contaminaran el agua de Segovia. Hay piedras con un corte violento, la prueba de que el fuego elevó a tal temperatura aquel granito que reventaron de cualquier manera. Pero la montaña regenera y lo que entonces era un paisaje calcinado ha recuperado la vegetación, incluso en las zonas en las que no se ha replantado. El monte, con sus tiempos, siempre se levanta.
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