El confinamiento por el Covid-19 traslada los botellones a los pisos de estudiantes en Salamanca
La Asociación de Alcohólicos Rehabilitados detecta esta alarmante tendencia, pero destaca que sus 120 pacientes no han recaído
Los botellones juveniles han desaparecido de la fisonomía urbana en estas últimas semanas pero el consumo incontrolado de alcohol pervive bajo nuevos formatos, en este caso con la organización de encuentros pseudoclandestinos en los pisos de estudiantes, amparándose en el confinamiento domiciliar ocasionado por el estado de alarma que decretó el Gobierno para frenar la propagación del temible Covid-19.
Este nuevo fenómeno resulta especialmente preocupante, según pone de manifiesto la trabajadora social de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Salamanca, (ARSA), María Moya.
Más información
«Antes bebían en la calle, pero ahora se juntan en los pisos de estudiantes para hincharse a beber y llaman a Glovo para que les traigan las botellas al piso, porque si van directamente al supermercado y compran las botellas les puede acabar parando la policía por la calle y hasta multarles», explica María Moya.
Frente a esta alarmante tendencia, ARSA ha detectado indicadores positivos entre las más de 120 personas que atiende la asociación, cifra que incluye desde las personas que sufrían alcoholismo y que ya se han rehabilitado plenamente, hasta las que se encuentran en fase de rehabilitación. ARSA está realizando un seguimiento telefónico y por medio del Whatsapp a todas estas personas y está constatando que, lejos de recaer, están cumplimiento el confinamiento sin beber.
Hay que tener en cuenta también, según resalta María Moya, que los familiares de estas personas tienen muy claro que en sus domicilios les tienen prohibido totalmente que consuman alcohol y, en las actuales circunstancias de confinamiento, las posibilidades de que alguien «trate de beber a escondidas» son mínimas, dado que están conviviendo las 24 horas del día en un espacio reducido –la vivenda familiar– y serían fácilmente descubiertos. «Todas estas personas están muy concienciadas y están reaccionando bastante bien», recalca Moya.
Por otro lado, tampoco se han detectado casos estos días de personas que han acudido al Hospital con síndrome de abstinencia porque han intentado beber en el actual contexto de confinamiento sin poder conseguirlo finalmente. Marìa Moya mantiene contactos en este sentido con la Unidad de Alcoholismo del Hospital Clínico y no se están percibiendo casos de síndrome de abstinencia por el hecho de que los bares se encuentren cerrados.
María Moya señala también que aunque actualmente las dependencias de la asociación, situadas en el Paseo de San Vicente, se encuentran cerradas al público por el estado de alarma, se está prestando atención a los pacientes a través del teléfono, dado que las llamadas se encuentran desviadas para que esta trabajadora social pueda atender cualquier necesidad y pregunta. «La junta directiva de la asociación acordó cerrar la sede y la atención presencial desde el primer día del confinamiento», subraya.