El Real Valladolid, un equipo reconocible
«Intuyo que Guillermo Almada sabe lo que quiere y que, a día de hoy, nueve de los once puestos ya los tiene decididos»
Nos deja el partido frente al Castellón, amén de tres puntos ilusionantes, la imagen de un equipo que comienza a ser reconocible con sus ... pros y sus contras, como era de imaginar. Oigo algún comentario de que los apuros pasados en una fase amplia del partido no pueden presagiar nada bueno y que todo lo obtenido hasta ahora es casualidad. Es la imagen pesimista y crítica, sin mayor argumento, de aquellos que obvian quiénes somos y de dónde venimos recientemente.
Cuando hace apenas dos meses escasos, el equipo no existía como tal y el club era un absurdo como institución, solo la masa social mantenía el tipo, no creo que muchos –nadie, diría yo– daba un duro por revivir ni mucho menos por estar antes de que agosto terminase en cabeza de la tabla. Esa es la realidad.
Sin embargo, como el respirar no admite pausa, pues hete aquí que, vivitos y coleando, aquí está el equipo de Guillermo Almada peleando y generando crítica. ¿Coleando con errores y aciertos? ¡Pues también!
¡Gritan… luego cabalgamos! que decía Alonso Quijano. O sea que hemos pasado de contar derrotas a cantar victorias… aunque sean con apuros. ¿Qué nos conformamos con ello? Jamás, pero ahí estamos.
Existe en el fútbol el convencimiento de que el equipo que consigue vencer en las malas tardes de juego tiene mucho camino andado para conseguir el éxito. Y ahora mismo, ese es el momento real de un Pucela que en Castalia exhibió varias facetas en su juego y no todas con éxito. Vaya por delante que, a mi modo de ver, el entrenador vallisoletano tiene configurado un once actual con nueve jugadores indiscutibles en sus puestos y dos absolutamente discutibles. Digo esto porque ambos han tenido que abandonar el terreno de juego en los dos partidos disputados.
Y me estoy refiriendo a Iván Alejo como lateral y a Víctor Meseguer como volante derecho. De Meseguer conocemos su innegable valoración técnica y el acierto puntual que tuvo en acciones ofensivas en su anterior etapa antes de la cesión; sin embargo, es un futbolista de poca intervención, translúcido muchas veces, en una parcela donde el número de movimientos junto al ritmo de juego y la disputa se hacen imprescindibles. Al volante se le cuentan las intervenciones por encima de cualquier otra consideración.
De Iván Alejo, al que conozco desde hace tanto tiempo como aprecio nos profesamos mutuamente, ya desde alevín del Real Valladolid y de la selección de Castilla y León, era el típico jugador con las condiciones de un '7': ni de '11' ni de '2'. De extremo derecha rápido, desbordador, listo como un conejo y con un toque de balón exquisito para regalar centros de esos que terminan en abrazo de agradecimiento del que los remata. Por ello, cada día que deja de jugar en su verdadero puesto es uno perdido para la causa. No lo duden.
«Cada día que Iván Alejo deja de jugar en su verdadero puesto es uno perdido para la causa»
Del resto de la composición inicial que ha presentado Almada en los dos partidos disputados, nada que objetar. Al revés, acierto total. Y ¡ojo! porque no es fácil acertar en tan corto espacio de tiempo con un equipo base y en espera de la configuración final de la plantilla. Con todo y con eso, suerte incluida, el equipo no ha encajado y cuenta con dos victorias.
Tomeo y los laterales, un David Torres más asentado, y la espera de ver al nuevo central, configuran una línea defensiva que irá a más, y unamedular que con la presencia de Juric en jefe –el mismo que hace bien poquito casi no nos valía–, y Chuki, como '10' indiscutible, está prácticamente constituida en espera de ese '8' –atentos a Alani- que termine por rematar ese espacio. El ataque puede pasar por ser unos de los más interesantes y mejor configurados de la categoría si lo sabemos aprovechar. De Latasa hablamos otro día porque nos lo va a facilitar, ya lo verán.
Posdata: El dicho atribuido al Quijote, mi amigo Joaquín Robledo (erudito reconocido) me corrige anunciándome que aunque se le atribuye a Cervantes, pertenece al poema 'Kläffer' (labrador) escrito por Johan Wolfang von Goethe y popularizado por el nicaragüense Rubén Darío. Como Don Miguel tiene raíces vallisoletanas, pues he mirado para otro lado…
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