«Cuando me enteré de que Sara había sido violada, no daba crédito; le escribí para llamarle psicópata», afirma la madre
Davinia Muñoz reconoce, entre lágrimas, que solo dudó de su expareja cuando conoció los resultados de la autopsia
Davinia Muñoz, madre de la pequeña Sara, nunca sospechó de Roberto Hernández, acusado de ser el autor material de la muerte de la menor de cuatro años, hasta que examinó los resultados de la autopsia, cuando ella ya estaba ingresada en prisión. Antes, «ni se me pasó por la cabeza que él tuviera algo que ver», ha dicho respondiendo a preguntas de la fiscal. «Si hubiera visto algo, hubiera cortado de inmediato», ha zanjado. «Cuando me enteré de la violación, me quedé a cuadros, no daba crédito. Le escribí una carta en la que le llamé psicópata y de todo menos guapo, con lo bien que nos habíamos portado con él, era lo que menos me esperaba; lo que tuvo que sufrir mi niña», ha dicho ya por la tarde a preguntas de su letrado y del presidente del tribunal, Feliciano Trebolle.
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La que fuera militar de profesión ha asegurado que a la única persona a la que vio pegar a las niñas es al padre de Sara y ha manifestado que en alguna ocasión le dijo que «midiera sus fuerzas» cuando dio algún azote a la pequeña. No obstante, ha matizado que no era un mal progenitor, aunque le «consentía demasiado» a Sara, especialmente con las chucherías.
Davinia, quien en dos ocasiones ha roto a llorar durante el interrogatorio de la mañana (también en el de la tarde), ha mantenido que su hija menor sí sufrió accidentes domésticos de forma habitual, que le causaban pequeñas lesiones y les daba la importancia que ella creía que se merecían.
También había trifulcas infantiles entre las hermanas, con pellizcos incluidos, aunque ambas «se querían mucho». A eso, sumó la dermatitis atópica que sufría la pequeña para restar importancia a esos hematomas que eran «chiquinines».
Insistió en que en algunas ocasiones prefirió no llevar a la niña al médico ante el temor de que los servicios sociales le pudieran quitar la custodia. Eso sí, las heridas y problemas en la pequeña fueron a más desde que ella inició la relación con Roberto, según reconoció, aunque ella no lo asoció entonces.
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Con las alertas que le mandaban desde su familia sobre el estado de Sara, se ha mostrado molesta. «Sé cuándo tengo que llevar a mi hija al médico; entre ellos, la Policía y los servicios sociales me estaban saturando», ha relatado.
La acusada ha reconocido que durante la relación con Roberto, el padre de Sara también acudía a casa en alguna ocasión.
La fiscal ha incidido sobre cómo afrontaba la personalidad de Roberto, ya que él le había dicho que todos sus amigos estaban presos. «No voy a juzgar a nadie por sus amistades». Ella no le ha dado importancia ni a este aspecto, ni a los comentarios que el acusado le hizo sobre la niña. Que Sara le había tocado el pene o que él le iba a «comer el culito». Lo entendió como «bromas» sin mayor trascendencia. Ha reconocido que Roberto llamó 'la rumanilla' a la niña, pero «solo una vez». «Le dije que no la llamara así, que tenía nombre y no volvió a hacerlo», ha argumentado.
Durante su declaración vespertina, Davinia ha relatado la mala relación que mantenía con dos de sus hermanos y ha lamentado una infancia y juventud complicadas. Solo cuando se alistó en el Ejército su vida comenzó a cambiar, aclaró. También he reconocido sus continuos fracasos en las cuatro relaciones sentimentales que ha mantenido.