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«Cuando vio la autopsia de Sara, Davinia se derrumbó, pero nunca presenció ningún maltrato»

«Cuando vio la autopsia de Sara, Davinia se derrumbó, pero nunca presenció ningún maltrato»

El abogado de Roberto Hernández descarta el odio de su defendido hacia los rumanos y explica que los mensajes los mandó cuando se enteró de que el padre biológico las maltrataba

J. Asua

Valladolid

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Viernes, 26 de abril 2019, 13:45

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El abogado defensor de Davinia Muñoz, la madre de Sara, ha reconocido que cuando su clienta vio los resultados de la autopsia, ya en prisión, «se derrumbó», al tiempo que ha insistido en que ella nunca vio ningún maltrato por parte de Roberto Hernández hacia la niña. Fue entonces cuando dejó de cartearse con él. Era una mujer «confiada» y la menor una cría muy movida que por su carácter sufría diferentes percances en casa, según ha argumentado. De esta manera, José Victorio Serrano marca la estrategia para exculpar a su patrocinada y apuntar sin hacerlo directamente al que fue pareja, en el que confió hasta, parece, llegar a ser consciente de los resultados las pruebas forenses, que acreditaban una violación vaginal y anal de su hija.

El letrado ha recordado que Sara sufría muchos accidentes caseros por su corta edad y su actitud inquieta. «Un día se pilló un dedito con la puerta del baño, otro llevó los platos a la cocina y los puso en la vitrocerámica, tenía los labios hinchados porque se los mordía y tenía dermatitis atópica», una razón por la que le salían manchas en la piel. Para el abogado, «un médico con exceso de celo» en el hospital Campo Grande consideró que eran malos tratos. «Davinia colaboró», ha señalado el letrado, quien ha añadido que en exámenes posteriores otros facultativos descartaron esta circunstrancia. «Si hubiera sospechado, habría llamado a la Policía, esos accidentes entraban dentro de la lógica», ha argumentado. Respecto a las uñas arrancadas de los pies lo achacó a que en alguna ocasión se pilló los dedos con partes levantadas del parqué de la casa.

La defensa de Roberto Hernández, acusado de ser el autor material de la muerte de la pequeña, ha cuestionado las pruebas presentadas por las acusaciones, entre ellas las del odio a los rumanos. «Se sustenta en dos o tres mensajes. Roberto habla de los rumanos no por odio, sino porque previamente se le han contado que el padre de Sara ha ocasionado malos tratos a la madre y a la niña», ha dicho Ángel Núñez Sendino.

La defensa ha señalado que no aparece rastro de ADN o de semen en la vagina o el ano de la pequeña. «No se puede determinar que Roberto haya cometido los delitos. Tanto la madre como la hermana están diciendo reiteradamente que Roberto no ha pegado a Sara, dicen que se ha caído y que se ha peleado con su hermana, incluso con pellizcos en las piernas y en los brazos. De hecho, la hermana mayor dice que Roberto se porta mejor con ellas de lo que se portaba su padre», ha recalcado el letrado. También se ha referido a algunos mensajes de WhasApp que él mandó a la madre diciendo que le iba a «comer el culete» a la pequeña, expresiones que atribuyó a una relación de cariño sin nigún tipo de contenido sexual. Insistió en que las lesiones se produjeron por accidentes domésticos y por juegos o pequeñas peleas con su hermana mayor.

Isabel Palomino, letrada del padre biológico y acusación particular, ha destacado que no es casual que siempre que Roberto estuviera al cuidado de ellas se produjeran las lesiones. Ha insistido en el agravante de odio hacia los extranjeros, concretamente hacia los rumanos. «La llamaba 'la rumanilla' y decía que los rumanos todos se merecían un tiro. Con la otra menor no pasaba nada. Les consideraba inferiores, que no estaban tan evolucionados como nosotros», ha explicado Palomino.

Rocío Achúcarro, de la Asociación de Víctimas de Agresiones Sexuales, que ejerce la acusación popular, considera que la madre sabía perfectamente lo que estaba ocurriendo. «Presenció cuando pegaba a la niña en la cabeza porque se hacía pis y la madre puso trabas para que se actuara».Ante todo, «optó por conservar la relación». «¿Quién no tiene una hija , una nieta, la hija de una vecina que tenga cuatro añitos?; son completamente vulnerables». En opinión de Achúcarro, Roberto era consciente de lo que estaba haciendo y actuó con «ensañamiento».

El abogado de la Asociación Clara Campoamor, Luis Antonio Calvo, ha subrayado que Roberto «agarró a la niña de la cabeza y la golpeó repetidamente contra la pared o contra el suelo con ensañamiento». «Se la podría haber matado sin causarle tanto dolor, las lesiones se producen la misma mañana y en la casa solo se encuentran la hermana de Sara y el acusado Roberto. ¿Quién ha realizado esos actos? La respuesta es obvia», ha dicho el abogado. Calvo se ha preguntado cómo puede ser que una madre prescinda de proteger a su hija. Además, ha explicado que en las cartas que los acusados se mandan cuando ya están en prisión «ella solo esta preocupada por coincidir en las declaraciones, le dice que no van a tener ningun problema. En esas cartas, apenas se hace referencia a la niña. Ella es igual de responsable o más que él», ha concluido el letrado.

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