

Valladolid ha celebrado 390 bodas desde la aprobación hace veinte años del matrimonio igualitario
«Formar una familia y un proyecto en común no es una cuestión de sexualidad«, aseguran dos parejas que viven el reconocimiento de este derecho como »ejemplo de buena salud social»
La historia de amor de Pablo y Pablo comenzó una noche de mayo de 2013, en una fiesta que el fanzine Ramalazo organizó en el ... Matilda, local hostelero de Cantarranas. «Yo fui porque en aquel momento era presidente de la federación vecinal Antonio Machado… y allí nos conocimos», cuenta Pablo Gerbolés. Durante los días siguientes, la conexión continuó a través de Facebook («intercambiamos varios 'me gusta'») y a los pocos días coincidieron de nuevo en otra celebración, debajo del puente de Santa Teresa, en La Rondilla. «Allí comenzamos a hablar, nos quedamos hasta el final de la fiesta…» y se fraguó una relación que, si hubiera ocurrido hace medio siglo, treinta años, 25 tal vez, jamás habría vivido la jornada inolvidable que tuvo lugar el 26 de mayo de 2018.
Ese día, en el Ayuntamiento de Valladolid, con la concejala María Sánchez como oficiante, Pablo y Pablo celebraron su boda, contrajeron matrimonio, algo imposible en España hasta hace veinte años. Pablo Gerbolés y Pablo Sanz son una de las 390 parejas que se han casado en Valladolid desde que en el año 2005 se aprobara el reconocimiento legal del matrimonio igualitario. El 30 de junio de 2005 (hace ahora dos décadas), el Congreso de los Diputados aprobó la ley que modificaba el Código Civil y permitía casarse a personas del mismo sexo.

Lo hizo a partir de una propuesta del gobierno de Rodríguez Zapatero, con 187 votos a favor, 147 en contra (los del PP, salvo Celia Villalobos, y los diputados de Unió Democrática) y cuatro abstenciones. El Boletín Oficial del Estado del 2 de julio de 2005 publicaba el texto de la ley. «El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o de diferente sexo», dice desde entonces el artículo 44 del Código Civil.
«Es el reconocimiento de una igualdad en derechos derivada de un acto jurídico como es el del matrimonio», asegura Yolanda Rodríguez, presidenta de Fundación Triángulo en Valladolid, colectivo que, veinte años después, entiende que la norma está «plenamente consolidada». «Ningún Gobierno que venga, sea del signo que sea, podrá revertir este derecho, avalado por el Tribunal Constitucional». Sobre todo, explica Rodríguez, «porque está plenamente normalizado en la sociedad española. Ni se ha roto España ni se ha destrozado el concepto de familia, como algunos decían. Al contrario, lo ha agrandado. Ahora, cualquier persona puede desarrollar su vida en la familia que elija o que forme».
El Instituto Nacional de Estadística (INE) consigna todos los enlaces entre personas del mismo sexo celebrados en Valladolid desde ese año 2005. Han sido 390 en total. De ellos, 206 entre hombres (el 52,8%). 184 entre mujeres (el 47,2%). Aquel primer año 2005 (en realidad, el segundo semestre con la norma en vigor) hubo tres matrimonios. En 2023, último ejercicio del que se cuenta con datos, se batió récord, con 48.
Hay una curiosidad interesante. De forma tradicional, siempre ha sido mayor el número de bodas entre hombres que entre mujeres. Sin embargo, desde la pandemia, la situación se ha invertido y es mayor el número de enlaces registrado entre mujeres. Eso ha ocurrido todos los años desde 2020. También en 2021, en 2022 y en 2023.
La estadística del INE permite fijarse en otras curiosidades. Por edades, en los casos registrados desde 2010, ellas acostumbran a casarse más jóvenes que ellos. El 63,5% de las mujeres que se casaron con otras mujeres tenían menos de 29 años. En el caso de los hombres, este porcentaje fue apenas del 17,65%.
Además, también desde 2010, el 64,2% de los matrimonios se han celebrado en la capital y el resto, en otros municipios de la provincia. Por ejemplo, el de José María Domingo y Ricardo Hernando. Eligieron para casarse, el 23 de agosto de 2014, el pueblo más pequeño de Valladolid. Apenas 19 vecinos empadronados. Más de 300 invitados a la celebración. «Queríamos celebrarlo a lo grande. Llevamos 23 años juntos, creo que no hemos estado ni solo día sin dejar de vernos desde que nos conocemos, y era una forma de festejarlo con la gente a la que queremos. Nuestra generación es la de la ley. Teníamos entre 20 y 23 años cuando se aprobó y es algo ya plenamente normalizado», dicen José María y Ricardo, quienes, «a toro pasado», reconocen que no tenían muy claro que su relación desembocara en matrimonio. «No pensábamos que nos íbamos a casar».

«Contraer matrimonio es un acto que no solo implica a la pareja, sino también a toda su familia, a los amigos. Algunas personas, cuando les llevábamos la invitación, no sabían que éramos pareja. Era una forma de salir del armario ante ellos, por así decirlo», explica José María. «Les decíamos: 'Esta va a ser nuestra boda, nos queremos… y queremos que estéis con nosotros».
«Es verdad que celebrar la boda es una forma de que también la familia salga del armario», añade Pablo Gerboles, quien asegura que tal vez haya personas que, como invitados, sientan «algo de reparo» ante la celebración. «Para los amigos no suele haber problema, pero tal vez haya familiares que, aunque no digan nada, no están tan cómodos». Por eso, dice, hay parejas que prefieren celebrar su matrimonio con un acto íntimo, apenas los testigos y sin banquete posterior. «Nosotros lo quisimos hacer rodeados de amigos y de familia, con convite incluido en La Parrilla de San Lorenzo y luego una fiesta en el Casino de Duque de la Victoria», cuenta Gerbolés, quien recuerda como uno de los momentos más emocionantes cuando comenzó a sonar 'Perfect', de Ed Sheeran, en el salón de recepciones del Ayuntamiento justo cuando los novios hacían su entrada.
Valladolid tuvo que esperar diez años para que un alcalde oficiara la primera boda homosexual en la capital. Lo hizo Óscar Puente el 17 de julio de 2015. El anterior alcalde, Javier León de la Riva, siempre había delegado estas ceremonias en sus concejales (15 con Rosa Hernández, exedil de Bienestar Social, y dos con Mercedes Cantalapiedra, exconcejala de Turismo, según datos facilitados entonces por Alcaldía).
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«Que ahora se cumplan veinte años del reconocimiento de este derecho es algo de lo que debemos felicitarnos, un ejemplo de buena salud social. Eso sí, hay que estar vigilantes para que estos derechos no se reviertan y seguir reivindicativos para lograr otros avances», cuenta Gerbolés, quien apunta que hay todavía pasos que dar con respecto a parejas transexuales.
«Nuestra recomendación es que se formalice la relación. Ricardo es mi familia. Casarse es una vía de reconocerlo de una forma que antes no se podía», cuenta José María. «Formar una familia y un proyecto en común no es una cuestión de sexualidad. La vida es un bombo y te pueden pasar muchas cosas. Los problemas vienen solos… y el matrimonio es una forma de garantizar ciertos derechos para ti y para tu pareja: hospitalizaciones, pensiones, cuestiones laborales…», dice Ricardo. «Y según vas teniendo una edad, lo tienes más en cuenta», añade Gerbolés, quien viajó con Pablo a la India para su luna de miel. José María y Ricardo eligieron Indonesia, Malasia, Bali y Singapur. «Cuando viajas a otros países donde no hay este reconocimiento de derechos, donde incluso las manifestaciones de afecto entre personas del mismo sexo están prohibidas, sientes orgullo de tu país. Es un logro que pone a España en un buen sitio».
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