Valladolid
Unidos por el colegio… y por las batallitas de la mili45 antiguos compañeros del Colegio Marista CCV se reúnen en la Academia de Caballería para celebrar un reencuentro con sabor castrense
45 antiguos compañeros del colegio Marista Centro Cultural Vallisoletano (CCV) de la promoción de 1970-1977 protagonizaron este sábado una emotiva jornada de reencuentro marcada ... por la nostalgia, la camaradería y el espíritu castrense. La cita tenía como excusa la puesta en común de sus experiencias y anécdotas durante el servicio militar. Los abrazos y apretones de mano tuvieron lugar a primera hora de la mañana, en la Academia de Caballería de Valladolid. Los antiguos quintos contaron con un anfitrión de lujo, Francisco José Campo Largo, coronel ya retirado y compañero de pupitre de Maristas, que abrió de par en par las puertas de la histórica institución militar para guiar a sus amigos por un recorrido único. «La Academia es parte de mi vida, y poder enseñarla hoy a mis amigos del colegio es un orgullo y una alegría inmensa», confesó Campo Largo emocionado. «Lo mío con el ejército fue vocacional. Quería dedicarme a defender a los que no se pueden defender».
Otro que hizo carrera militar es Jesús María González Marcos, quien también estuvo destinado en la Academia de Caballería de Valladolid. «Los que somos militares tenemos la disciplina innata. Sin ella, no seríamos nada. Las jerarquías también son fundamentales, igual que en la vida civil. Estuve 40 años y a los 18 ya tenía las botas puestas. Del ejército me atraía la disciplina, los uniformes, la historia y, sobre todo, el compañerismo. Ese compañerismo no existe en ningún otro sitio», añadía.
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Ramón García contaba a sus amigos que él vivió la mili muy intensamente. «Estuve tres años, en Ferrocarriles. Primero en Valladolid, luego Madrid, Granada… y me sirvió para aprender una profesión y entrar luego en Renfe. En aquel tiempo, los que hacíamos prácticas solíamos entrar después en la empresa», relataba. Por su parte, Juan Carlos Herrán, contaba que su mili la pasó en Tenerife. «Me pilló el 23-F. Pasamos mucha incertidumbre. Nos acuartelaron, nos pusieron las cinchas… Estábamos atentos a las noticias. En Canarias, había rumores de que la capitanía general podía sumarse al golpe. Son cosas que ya quedan en la memoria».
A otro que también le pilló el golpe de Estado haciendo la mili fue a Alberto Collantes, alcalde de Viana de Cega y compañero de promoción. «Yo la hice en la Academia de Caballería. Fue una mili de mucha guardia, mucho servicio y mucho trabajo. Recuerdo que la noche del 23-F la pasamos en vela y preparados para salir por Valladolid», señalaba mientras se abrazaba a sus antiguos compañeros de colegio.
Miguel Ángel de Pedro contó que hizo la mili en Huesca en un cuartel llamado 'Valladolid 65' de cazadores de alta montaña. «Yo de cazador de alta montaña tenía poco. En la primera maniobra me destrocé una rodilla y me pasé el resto de mili lesionado en la unidad de seguridad. Me pasé 14 meses allí metidito y sin permisos», relataba entre risas.
Durante la jornada, recorrieron salones, patios, aulas de instrucción y espacios históricos de la Academia de Caballería. No faltaron las bromas, especialmente cuando se proyectaron sus fotografías de mili en el Aula Magna de la institución. Celebraron una comida de hermandad durante la que siguieron compartiendo recuerdos, por la tarde hicieron una visita al Museo de San Joaquín y Santa Ana y a la exposición 'Vestirse a la española. «Cualquier excusa es buena para juntarnos. Venimos desde 1970 compartiendo vida y esta jornada es un homenaje a nuestra historia común. Han pasado 48 años desde que salimos del colegio, pero la amistad permanece intacta», señalaba Jesús Díez, uno de los organizadores de esta cita. «Nos pareció buena idea que el tema de esta reunión fuera el servicio militar, algo que todos hemos cumplido. Hoy en día falta mucha mili, entendida como disciplina y adaptarse al medio. La mili nos ayudó a espabilar y la recordamos con cariño», apuntó Eugenio Roa.
Al final del día, una idea flotaba en el aire, la de repetir el encuentro el próximo año. «Esto no puede quedarse aquí», comentaba uno de los participantes. «La próxima vez, quien sabe… igual volvemos a vestirnos de uniforme», bromeaba otro.
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