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«Un ejercicio de imaginación». Eso es lo que ha pedido el alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, a los medios de comunicación. «Hagamos como ... que el Arco de Ladrillo, no existe», ha proseguido, micrófono en mano y a bordo de un autobús de Auvasa. La «excursión», tenía la intención de poner en valor la relevancia del viaducto en el tráfico de Valladolid. «Y qué pasaría si no existiera». Y el recorrido, desde la plaza de Poniente, pasando por la rotonda de San Agustín, el viaducto de Daniel del Olmo y hasta Labradores. «Para entrar en Valladolid, nos tenemos que buscar la vida».
¿Por qué? Pues porque Arco de Ladrillo, hay que tenerlo en mente, no existe. Y al moverse en un autobús, el paso por Daniel del Olmo tampoco está permitido. El transporte ha salido a las 10:09 horas desde la plaza de Poniente y desde allí ha enfilado todo el Paseo de Zorrilla hasta la avenida de Zamora, donde ha llegado hasta la primera parada de accesos a la ciudad. «Arco de Ladrillo no es sinónimo de definitivo, pero sí de necesario para la circulación de Valladolid», ha reiterado el alcalde. Sobre la entrada desde Laguna de Duero, los técnicos municipales han incidido en las retenciones que se producen en horas punta. «Se necesitan varios semáforos para poder acceder».
Ahí, el primer apunte. «San Agustín es la prioridad de Valladolid. Es una obra que hay que acometer», diría más tarde el alcalde. El autobús entra en Delicias y gira hacia el polígono de Argales, porque Arco de Ladrillo no existe. Y claro, el siguiente puente es Daniel del Olmo, con el paso prohibido para los vehículos pesados desde hace dos años, nuevo giro en el trayecto. «No podemos pasar, así que nos tenemos que buscar la vida», ha apuntado el alcalde, quien también ha aprovechado para decir que el Ayuntamiento invertirá tres millones en recuperar toda la circulación en este viaducto si la Sociedad Valladolid Alta Velocidad no modifica el convenio para incluir el paso.
El autobús ha seguido su línea por el paseo de Arco de Ladrillo -en honor al extinto viaducto-, para dirigirse hasta el siguiente túnel, el de Labradores. Durante la obra en este paso inferior, el 50% de los vehículos que ahora pasan por debajo antes se tenían que dirigir hasta Arco de Ladrillo. Una vez abierto, los números se dividen en 6.500 vehículos al día por Labradores y hasta 20.000 por el viaducto durante los meses de obra. «El túnel no podría acoger la capacidad de circulación del puente». Siguiendo con la ruta, el autobús se ha enfilado por Caño Argales hasta la plaza de España y por Miguel Íscar hasta el Paseo de Zorrilla, Filipinos y, ahora sí, el viaducto.
«Cómo han visto, este viaje expresa a las claras que Arco de Ladrillo, mientras no tengamos acondicionadas otras posibilidades, no se puede derribar, pero por una cuestión de movilidad, no por otros temas», ha asegurado Carnero. El autobús ha entrado en la ciudad pasadas las once de la mañana, después de completar su ruta. «La Ruta 66 de la movilidad». «Lo he dicho y lo reitero, si hubiera dejado que se acometiera el proyecto del túnel, que no hay por dónde cogerlo, los vallisoletanos no me lo hubieran permitido y no estaría aquí, por eso hemos actuado en respuesta a las necesidades de los vecinos y con sentido común», ha zanjado el alcalde.
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