Los vecinos impiden otra ocupación de una vivienda conflictiva en Santovenia
Una pareja, que acabó huyendo, forzó una puerta de la casa que dejó otra familia el viernes tras protagonizar dos altercados en el pueblo
Los ruidos en el interior de la vivienda, nada menos que un 'tríplex' situado en un bloque a la entrada de Santovenia de Pisuerga, volvieron a sacar de sus casas a los vecinos de este inmueble situado en la esquina de las calles Real –la vía principal de acceso a la localidad– y Fuentona. Allí hacía solo cinco días que sus últimos habitantes habían hecho las maletas después de protagonizar dos altercados en el pueblo esa misma semana –una agresión a un joven y un violento asalto a su propia vivienda que aún está investigando la Guardia Civil–.
El caso es que el miércoles por la noche volvieron a escucharse «ruidos» en la casa del número 2 de la calle Fuentona y los testigos enseguida movilizaron a los vecinos del entorno a través de grupos de WhatsApp. Eran las diez de la noche y ante el domicilio enseguida se congregaron más de medio centenar de personas para intentar impedir una nueva ocupación. Después se sumaría una patrulla de la Guardia Civil. «Parece que conseguimos que se fueran y los agentes precintaron la puerta del garaje que habían forzado para entrar», relataron por la mañana fuentes del movimiento Santovenia Unida, que lucha contra las ocupaciones de viviendas en el pueblo –en torno a catorce, al parecer, a día de hoy–.
Los vecinos volvieron a movilizarse de nuevo en la mañana de hoy al detectar «movimientos sospechosos» de nuevo ante el inmueble. Esta vivienda, que llevaba cerca de dos años ocupada por una familia, fue el epicentro de las protestas vecinales después de un reguero de incidentes previos antes de que, según los testigos, algunos de sus habitantes dieran una paliza a un joven del pueblo el martes de la semana pasada. Al día siguiente, en la misma casa, un grupo de ocho personas accedieron a la misma y protagonizaron un violento altercado que están investigando también los agentes –los habitantes denunciaron que habían destrozado el mobiliario, robado algunos objetos y golpeado a uno de ellos–. Los vecinos niegan la mayoría de estos extremos. El caso es que los okupas se fueron el viernes.
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Y allí volvieron a vivirse momentos de tensión el miércoles por la noche. Los testigos afirman que vieron a una pareja entrar y luego escucharon ruidos. La presencia de los vecinos y la posterior llegada de una patrulla acabó disuadiendo a los aparentes okupas. Los propios agentes acabaron entrando a la ventana, a través de un cristal roto a pedradas, después de comprobar que estaba forzada la puerta del garaje. Allí ya no había nadie: «Nos dijeron que no podían hacer nada en cuanto a la ocupación, aunque sí entraron al estar la puerta forzada y la precintaron después».