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La Fuente, la calle de la longevidad en WambaEntre Pilar Gutiérrez, Clara Asensio y Emiliano Mato suman más tres siglos de vida. Concretamente 302 años de experiencias y sabiduría. Además de su longevidad, ... estos tres centenarios comparten pueblo, Wamba, y una calle que los ha visto envejecer y con alegría y dignidad. Los tres son vecinos de la calle de la Fuente. Una larga vía que forma parte del casco histórico de este municipio y que tiene como principales emblemas la estatua del rey Wamba y un gran caño de piedra.
Con 106 años, Pilar es la decana de la calle y también la que está más delicada de salud, tanto que ya no sale a la puerta a conversar con sus vecinos como solía acostumbrar. Nació el 4 de febrero de 1918 y lo ha vivido todo. Esta wambeña ha sido testigo de dos guerras mundiales, de la Guerra Civil española, de la llegada de la democracia y de la revolución tecnológica. Vive en su casa de siempre muy bien cuidada por sus hijos Pilar, Andrea y Luis, que están siempre pendientes de ella. Presumida, sociable y muy devota de la virgen de su pueblo. Así es esta veterana a la que siempre le ha gustado ir bien arreglada y cumplir los horarios a rajatabla. Cuando cumplió el siglo de vida, sus vecinos le dieron un bonito homenaje que ella agradeció emocionada.
A pocos metros de la casa de Pilar, encontramos a Clara. La suya es una vida entre dos pueblos, Castromonte, donde nació y Wamba donde vive con su hija Teresa. El pasado 7 de agosto cumplió los cien con una gran fiesta a la que estuvieron invitados todos sus allegados. Aunque su cuerpo ya no es tan ágil como antes, su mente está plagada de recuerdos listos para ser contados. Dice que el secreto para cumplir tantos años es el cariño de toda su gente, pero sobre todo atribuye su longevidad a su buen paladar.
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«No lo puedo remediar. Me encantan los dulces, especialmente los buñuelos, las rosquillas y bollos», reconoce esta centenaria con un brillo en los ojos. Su infancia la pasó en el caserío de Las Tomasas, en el término de Villanubla, junto al apeadero del Tren Burra, lo que le permitió vivir de cerca la construcción de la base aérea de Villanubla. Durante el verano de 1938 se trasladó con su familia en carro desde Castromonte para presenciar cómo tomaba tierra el primer avión del aeródromo, un Breguet XIX. «¡Fue todo un acontecimiento! Allí nos conocían mucho porque íbamos a diario a llevar leche a los soldados», relata Clara. «Lo que no podía imaginarme es que a mis años me iba a entrevistar El Norte de Castilla, que por cierto, leo todos los días», añade.
Justo enfrente vive Emiliano, que con 96 años es el benjamín de este trío de longevos. Esa relativa juventud también se refleja en su espíritu alegre. Nació el 8 de febrero de 1928 y ha pasado toda su vida en Wamba, donde se casó con Laura y tuvo cuatro hijos. La mayor parte de su vida laboral la ha dedicado a la construcción. «Está mal que yo lo diga, pero yo era un albañil de los buenos», dice orgulloso. Y no es para menos.
Él participó en la construcción de la pista del aeropuerto de Villanubla y en restauración de la iglesia de su pueblo y de otras tan importantes como San Pablo, San Benito, La Antigua e incluso la Catedral. Ha sobrevivido a dos importantes caídas desde el andamio, a dos sepsis y a dos infecciones de coronavirus. Emiliano es hombre de pocas palabras, pero de sonrisa siempre presente. Es también un hombre de costumbres, de paseo por el pueblo y de tomar café en el bar mientras charla con los vecinos. Según confiesa, el secreto de su longevidad radica en mantenerse activo. «Durante 20 años fui el alguacil del pueblo. Tan pronto cambiaba una bombilla como daba un pregón. Me jubilé con 73», relata este hombre, que es muy apreciado en su pueblo.
¿Será el agua que fluye por la fuente de la que toma nombre la calle la causante de la longevidad? ¿Será el viento que ventila este pueblo de los Torozos? Los vecinos de Wamba bromean con ello ya que son muchos los que superan los 90 años. Pilar, Clara y Emiliano tienen sus propias teorías. Para Pilar, la clave es el trabajo duro y una dieta completa basada en productos caseros. Clara, por su parte, confía en los cuidados familiares y en el placer que le proporcionan los dulces. Emiliano, con buen humor, opina que lo esencial es ser una persona activa. Sea como fuere, desde El Norte queremos desear una larga y muy feliz vida a estos wambeños centenarios.
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