El bodeguero que «escuchaba a las viñas» en su Dehesa de los Canónigos
Luis Sanz, uno de los impulsores de la DO Ribera del Duero, ha fallecido este sábado a los 85 años
Se ha marchado dejando un vacío enorme en el sector y en la tierra que tanto trabajó. El bodeguero y alma de Dehesa de los ... Canónigos, Luis Sanz, ha fallecido este sábado a los 85 años tras varios meses de enfermedad. Su mujer, María Luz Cid, y sus cuatro hijos no se han separado de él hasta el último momento.
Luis Sanz ha sido un referente, uno de los grandes personajes del mundo del vino de Castilla y León y uno de los impulsores de la Denominación de Origen Ribera del Duero. Por eso, hoy son muchos los que lamentan la pérdida de un hombre al que definen como «humilde y generoso, siempre fiel a sus innumerables amigos». El reconocido bodeguero tenía siempre en cuenta a la familia «como soporte de todo crecimiento o de cualquier tipo de adversidad», un lema, el de la unión familiar, que se remonta al origen de su historia.
Sanz nació en 1940 en el pueblo vallisoletano de Camporredondo, en el seno de una familia de agricultores y ganaderos por parte materna y de industriales de la construcción por parte de padre. Estudió bachillerato en el colegio vallisoletano La Salle y comenzó los estudios en la Facultad de Medicina, pero abandonó la carrera sanitaria y apostó por un proyecto de vida junto a María Luz que le ha llevado a ser uno de los grandes de la DO Ribera del Duero.
Amor por su finca
El bodeguero recordaba en una entrevista concedida, en este mismo medio, a Nieves Caballero, con la que mantenía amistad, el origen de su proyecto: «Pedimos préstamos, compramos la tierra y hasta ahora», recordaba Luis Sanz.
Juntos, recuperaron y rehabilitaron la finca familiar de su mujer, situada entre Pesquera y Valbuena de Duero, en los años 80, y pusieron en marcha una bodega que, en principio vendía su uva a Vega Sicilia y que en 1989 pasó a elaborar un vino propio sacando al mercado su primera añada.
Desde entonces, el camino del esfuerzo y la dedicación al campo han sido su máxima. Optó siempre Sanz por innovar y escuchar su propio instinto. «Siempre lo hacía». El vallisoletano fue pionero por muchos motivos y unos de ellos no es otro que el de ser el artífice de que Dehesa de los Canónigos fuese la primera finca en plantar vides con patrones traídos desde California. Siempre tenía una frase en mente: «Antes uvas que cubas». Escuchaba su viña, sabía lo que necesitaba para lograr desde su finca de 600 hectáreas el que con el paso de los años se convirtió y consolidó como uno de los vinos más valorados de España.
Un prestigio que le ha llevado a recibir varios galardones, como el concedido el año pasado por la Fundación UEMC, que premió al matrimonio por su labor constante de 38 años o el reconocimiento a la Mejor Bodega del año 2024, entre otros. El buen hacer de esta saga de viticultores llevaron a Sanz a conocer a múltiples personalidades que hoy lamentan su pérdida, como el presidente de la Diputación de Valladolid, Conrado Íscar, quien ha destacado el profundo sentimiento de arraigo hacia la provincia; o el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, que ha publicado un mensaje de cariño y apoyo a su familia. Son muchos los que se suman a lanzar un mensaje de condolencia, como los dueños de Bodegas Arzuaga que lamenta el haber perdido «a uno de los grandes bodegueros de España».
Sus allegados no se han separado hasta el final del patriarca de una saga de viticultores que continuará con la pasión por las cepas que han heredado dos de sus cuatro vástagos. Serán ellos los que cumplirán con el deseo de su padre, el de perpetuar el legado de Dehesa de los Canónigos. Una finca que hoy se queda huérfana de padre. Descanse en paz.
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