A Luis Sanz, in memoriam: «Hoy lloran las viñas de tu amada Ribera del Duero»
La familia se despide del fundador de Dehesa de los Canónigos con una emotiva misiva que recuerda su pasión por la tierra
El Norte
Sábado, 31 de mayo 2025, 12:45
Viniste a este mundo para sembrar de fertilidad las tierras yermas, generar vida, júbilo y bienestar para todos. Ahora, fermentada tu vida, tu inmenso legado ... reposa en unas barricas celestiales en las que tu impronta se engrandecerá con el paso de los tiempos. Hoy lloran las viñas de tu amada Ribera del Duero por la que tanto hiciste para que hoy tengan el reconocimiento que tienen. Lloran los pinares, los campos y los cielos de tu venerada tierra en los que asentaste tus incuestionables principios vitales.
Lloran esas cubas, imbuidas hoy en un sepulcral silencio, a las que siempre anteponías las uvas como demostración de tu sabiduría y autenticidad. Son tantas las enseñanzas y los valores que nos dejas. La importancia que tiene el esfuerzo y el sacrificio para alcanzar los logros deseados, la imprescindible humildad, el respeto al pasado y a las tradiciones, la íntima satisfación que proporciona el ser generoso o la intangible envergadura que tiene la familia como soporte de todo crecimiento o de cualquier tipo de adversidad.
Nieto, hijo, esposo, padre y abuelo ejemplar, amigo fiel de tus innumerables amigos, patrón de patrones siempre con corazón, guía, referente…nos dejas para permanecer vivo entre todos nosotros para siempre. Hoy tu bodega, la misma que creaste junto a tu amada Mari Luz, vuestra «Dehesa de los Canónigos» alumbra nuevas añadas, amparada en tu luz cegadora y desafiando los retos del futuro de la mano de tus hijos.
Añadas que servirán para tender una mano a los que más lo necesitan y para proporcionar felicidad. Con eso nos quedamos todos los que hemos tenido la inmensa fortuna de disfrutarte en vida, con la dicha y la felicidad que nos diste. En cada una de tus botellas, en cada uno de nuestros brindis, estarás siempre presente, con tu eterna sonrisa, tu irrefrenable bonhomía y tu hospitalidad verdadera. Porque siempre fuiste verdad, la mejor y más auténtica de las verdades que nunca pudimos conocer.
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