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Tallar la madera por prescripción facultativa fue la mejor terapia que el riosecano José de Castro Legido descubrió en el año 2003 para salir de ... su enfermedad. Una terapia que con el tiempo se convirtió en una afición artística, dando lugar a un sinfín de pequeñas obras de arte que ahora se pueden observar en una exposición en Valladolid en el Centro Cívico Canal de Castilla hasta el 16 de enero, en horario de 9 a 14.30 horas y de 16 a 21.30 horas, y que, del 17 al 31 de octubre, se podrá visitar en el centro cívico Esgueva.
En la muestra, los visitantes se encuentran más de 70 primorosos relieves de madera, entre los que destacan los que representan monumentos y edificios de Rioseco, como las puertas de Ajújar y de Zamora, el actual Ayuntamiento y el antiguo, la ermita de Castilviejo, las iglesias de Santiago, Santa Cruz y San Francisco, pero también de la comarca, como las iglesia de San Ginés y Santa María y el arco de Villabrágima, la ermita de Cuenca de Campos, la iglesia de San Miguel de Villalón de Campos, la de Valverde de Campos o distintos castillos, como el de Torrelobatón, además de otros temas más desenfadados como paisajes, animales, hojas, racimos de uvas o una bella mesa cuyas patas son las raíces de un árbol.
Pino, haya, roble o castaño son algunos de los tipos de madera que el artista riosecano utiliza para llevar a cabo unas obras que le pueden llevar más de una semana, con seis horas de trabajo cada día, aunque las hay, como la del arco Ajújar, que, por su complejidad, duró más de un mes. Una obra que, dado su valor sentimental, al ser el barrio en el que siempre ha vivido siempre, «no hay dinero suficiente para poder comprarlo».
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A sus 64 años, De Castro reconoce que desde niño le gustó los trabajos artesanales, primero de bricolaje y luego de marquetería, por eso «era normal que diera el paso a la talla de madera». De hecho el médico, para salir de su enfermedad, en 2003, le dijo que hiciese todas aquellas cosa que siempre había querido hacer y que nunca había hecho. Además manifiesta con emoción que mucho de esta afición le viene de su padre, también José de Castro, al que se le conocía como el hojalatero, por ser un artesano en el uso de la hojalata, con la que reparaba todo tipo de objetos, pero con la que fabricó muchos de los faroles de la Semana Santa que todavía salen en las procesiones riosecanas.
En cada nueva obra, el artista riosecano pinta el motivo sobre el trozo de madera, antes de que lo talle, de forma artesanal, tan solo usando mazas, gubias, formones y escofinas, sin ningún tipo de maquinaria, de ahí el gran orgullo que siente al ver sus relieves en la que es su primera gran exposición, cuyo objetivo es «dar a conocer mis trabajos, pero también el promocionar los distintos monumentos de Rioseco y de la comarca para que la gente se acerque a visitarlos». La mayoría de sus obras tienen el color de la madera con una capa de cera y betún. Una exposición para la que ha tenido que seleccionar más de 70 piezas de las más de 150 que guarda en casa, resultado de los 22 años que lleva tallando la madera en una trayectoria artística en la que ido mejorando su técnica. Por ahora, un visitante ya se ha encaprichado con el arco de Villabrágima, aunque «hasta que no acabe la exposición no voy a vender nada».
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