El precio del oro se dispara y Valladolid reordena su joyero entre inversión y regalos navideños
El gremio constata un cambio en el perfil en la compraventa mientras la campaña de estas fechas mantiene la tradición de encargos personalizados
Celia Martínez Álvarez
Lunes, 8 de diciembre 2025, 08:25
El mercado del oro atraviesa en Valladolid uno de sus momentos más singulares de las últimas décadas. El precio del metal precioso, que tiene su ... coste en máximos históricos, ha experimentado un crecimiento continuado que ha transformado tanto la compra como la venta en la ciudad. A las puertas de Navidad, cuando tradicionalmente se incrementan los encargos de joyería, joyeros y compradores se mueven en un escenario marcado por la inflación, la inestabilidad internacional y la búsqueda de seguridad financiera.
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En este sentido, José Carlos García, propietario de José Carlos Joyeros y dedicado desde hace casi 30 años a la compraventa de oro, lo resume con una cifra contundente: «el oro se ha encarecido alrededor de un 200% en 20 años». Una escala que, según explica, se sostiene sobre dos pilares «la inflación y la desvalorización de la moneda». En épocas convulsas en el precio del oro, la demanda de este metal -tanto para inversión como para joyería-se dispara. «Cuando hay más demanda el precio sube, así de simple», afirma.
Para José Carlos García, la realidad diaria del negocio revela hasta qué punto ha cambiado la relación del público con el metal precioso: «antes venía mucha gente joven con regalos de comunión o pequeñas piezas, pero ahora vende todo el mundo», recalca. Muchos de los clientes no acuden únicamente a desprenderse de joyas viejas, sino a reorganizar su patrimonio, ya que el joyero asegura que «hay quien hereda, vende y después compra oro de inversión», algo que ocurre porque asegura que «no quieren perder ese valor y prefieren tenerlo en algo que saben que no se va a devaluar».
La afluencia de clientes que buscan vender piezas también ha cambiado notablemente. Si hace unos años predominaban los jóvenes que se desprendían de regalos o pequeñas joyas de comunión, hoy el perfil se ha ampliado. «Viene gente de entre 40 y 70 años. Estos heredan, venden y muchos reinvierten; porque no quieren perder ese oro, sino que lo transforman o lo compran de inversión», asevera.
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«El artículo más habitual en ventas es, sin duda, el anillo», asegura el joyero. Aunque muchas piezas llegan deterioradas por el uso -o incluso maltratadas- el estado apenas importa, tal y como explica García que afirma que «su destino final es la fundición». Antes, eso sí, deben pasar por un proceso estricto de comprobación que incluye «ácidos, imanes y densímetros», además de la retención obligatoria en dependencias policiales durante 15 días «para descartar robos».
Mientras el negocio de compraventa se mueve al ritmo del precio del metal, las joyerías tradicionales viven una realidad distinta. Antonio Zúñiga, presidente del gremio de joyeros plateros y relojeros de Valladolid y gerente de la joyería que lleva su mismo nombre, describe un mercado «estable» sostenido por «clientes fieles que siguen apostando por piezas duraderas, a pesar de la subida de precio». «La gente está tan bombardeada con la noticia de que todo sube que ya no se sorprende y asumen que es un valor que seguirá encareciéndose», explica.
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En su caso, el precio del oro no se actualiza a diario, pero la subida se percibe cuando reponen género, y es donde resalta que aparece «la diferencia abismal» entre piezas antiguas y las recién llegadas. Para evitar una Pérdida de clientes, las joyerías tradicionales optan por «armonizar los precios, ajustando márgenes sin trasladarla la totalidad del incremento». El resultado es un mercado donde proliferan piezas ligeras y con pedrería que abaratan el coste: «hoy en día algunas piezas son con brillantes resultan más económicas que las macizas de oro de antes», resalta Zúñiga.
Aunque la Navidad sigue siendo un periodo importante para el sector, ambos joyeros confirman que el comportamiento del consumidor ha cambiado. Los encargos y las compras ya no se concentran en fechas muy concretas, sino se reparten a lo largo de las semanas. «La campaña se ha extendido y no hay esos picos abismales de antes», apunta Zúñiga. Aun así, diciembre mantiene su tirón «con más consultas, más encargos y más interés por regalos con valor duradero».
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Franquicias
Además, el presidente del gremio destaca que el público se ha vuelto más consciente del valor del oro y de su papel: «el cliente piensa que cuando lo compra caro, el valor seguirá subiendo; por lo que no lo vive como un gasto sino como una materialización del ahorro», explica.
Por su parte, José Carlos García confirma esa tendencia desde su negocio de compraventa: son épocas de mucho encargo. No es lo de antes, pero sigue habiendo mucha gente que quiere personalizar piezas». La personalización es, De hecho, una de las claves para entender el presente del sector, Ya que el joyero afirma que muchos clientes venden sus joyas antiguas y utilizan la materia prima para crear «una pieza más actual y que a esa persona le guste».
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Otro cambio significativo ha sido la proliferación de cadenas y franquicias de compra y venta de oro. Para Zúñiga su impacto es ambivalente, ya que por un lado «han contribuido a democratizar la idea de una asequible y al alcance de cualquiera», aunque Por otro lado «su modelo de piezas de oro es más bajo y estilos muy determinados las diferencia claramente del comercio tradicional. «El trato personal y la exclusividad del producto nos separan», manifiesta.
Esa confianza es, precisamente, la recomendación principal para quien quiera comprar oro: «el cliente entra un poco a ciegas y tiene que confiar en nuestra palabra», recuerda al presidente del gremio. En un mercado fragmentado, las joyerías pertenecientes al gremio-que mantienen criterios de calidad y control», mantienen «un marco seguro» ante la proliferación de compras 'online' «sin garantías». «Todavía no he visto a nadie que haya hecho una compra ventajosa por internet», concluye Zúñiga.
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