De mostrar los barros de Juan de Juni en Rioseco a explicar el Parlamento de Budapest
La joven riosecana de 27 años Marta Morencia Sánchez lleva trabajando de guía de turismo en la capital húngara desde octubre del pasado año
Muchos turistas españoles e hispanohablantes que durante los últimos meses hayan visitado Budapest es posible que hayan visto la histórica ciudad bañada por el río ... Danubio de la mano de Marta Morencia Sánchez, la joven de 27 años de Medina de Rioseco que lleva en la capital de Hungría desde el pasado mes de octubre desempeñado el trabajo de guía de turismo en la empresa White Umbrella (Paraguas Blancos).
Esta joven riosecana tiene el grado de Lenguas Modernas y sus Literaturas (francés y alemán), grado superior de Turismo y máster de profesorado. Trabajó en distintos veranos en el Museo de San Francisco de su Rioseco natal, así como en agencias de viajes en Valladolid haciendo sustituciones. Entonces empezó a buscar «algo que estuviera más cerca de casa, mi intención no era salir de España, era quedarme», pero en Linkedln le salió una oferta de guía de turismo en Budapest para grupos de españoles y no se lo pensó dos veces. Acepto, hizo las maletas y tomó el primer vuelo a su nuevo trabajo, encontrando un piso muy céntrico «a cinco minutos de la ópera».
Su primera impresión es que «Budapest me encantó, no conocía nada de ella, es Europa central, es diferente a España, no tiene nada que ver». Además, la riosecana percibió que «la gente es más seria y cuesta coger confianza, porque son un poco cerrados». Sin embargo, reconoce que llegó con otro compañero y les acogieron muy bien. Con dos visitas a pie como máximo al día, que duran entre dos y tres horas, Marta enseña Pest, Buda y el barrio judío, acercando a los visitantes al Parlamento, el bastión de los pescadores, el monumento de los zapatos, la basílica de San Esteban, las tres sinagogas, el palacio imperial o la iglesia de Matías, entre otros lugares.
Cada semana, en sus dos días de descanso, a no ser que sea temporada alta (Semana Santa, julio, agosto y Navidad), la riosecana se queda en casa, leyendo, «sin la presencia de gente», aunque otras veces va a las termas, que son unos balnearios públicos, a la ópera, a la isla Margarita, en el río Danubio o a pasear, sin que falte los días que sale con los compañeros, la mayoría españoles, algunos andaluces, de Castilla La Mancha, Navarra o Madrid, pero también hispanoamericanos, de México y Argentina, de los que aprender la historia y patrimonio de esa ciudad compuesta de Buda y Pest, separados por el Danubio, con tiempo para tomar algo y degustar un estofado de ternera que se llama gulash o unos lángos, que es pan frito en aceite normalmente untado en ajo, hecho a base de harina con levadura fresca, pero también, de postre, las chimeneas, un dulce caliente de canela que echa humo. También ha estado en algunos de los restaurantes españoles que hay en la ciudad.
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A Marta, que está aprendiendo el húngaro, le sorprende la cultura de la ópera que hay en la ciudad, aunque también señala que el nivel de vida es más bajo que en España, con un sueldo medio entre 800 y 1.000 euros, por lo que muchas personas tienen dos trabajos para poder vivir. Respecto al tiempo, son temperaturas extremas de 8 grados bajo cero en invierno que llegan a los más de 40 en verano, «que no me sorprenden porque son parecidas a las de Rioseco».
Sus datos
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Edad 27 años
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Lugar de nacimiento Medina de Rioseco
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Lugar de residencia Budapest (Hungría)
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Estudió Lenguas Modernas y sus Literaturas (francés y alemán), grado superior de Turismo y máster de profesorado
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Profesión Guía turística
Entre tanto, no hay un día que no recuerde a sus padres, José Ignacio y Marta, con los que habla a diario, y a Medina de Rioseco, «porque soy muy riosecana, de su patrimonio y de sus tradiciones, en especial de su Semana Santa, siendo cofrade de las hermandades del Ecce Homo, del Cristo de la Paz y del Sepulcro». Un Rioseco que «le echo mucho de menos, cuánto me gustaría de vez en cuando ver la torre de Santa María, aunque la tengo muy cerca, ya que la llevo en miniatura en una pulsera junto a las medallas de mis cofradías».
Tal es su riosecanismo que no desaprovecha ocasión para contar todo lo de Rioseco a sus compañeros y amigos, cómo es la vida o sus procesiones de Semana Santa, «que les sorprende». Hasta Budapest ya han viajado para visitarla sus padres y algunos amigos, pero también se ha encontrado con la sorpresa de ver a riosecanos que estaban en algunos de los grupos que ella guiaba. Cuando puede viaja a Rioseco para regresar con las pilas cargadas, sin que falten viandas como chorizos y paquetes de jamón. Por ahora, tiene claro que su futuro pasa por ser guía de turismo en Budapest por lo menos durante los dos próximos años «porque me gusta la ciudad y me gusta lo que hago». Ya espera que llegue octubre y regrese a la Ciudad de los Almirantes.
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