Girón, un barrio tranquilo del que «hay que salir hasta para hacer la compra»

En los primeros años de la década de los 50, los vallisoletanos podían contemplar en las faldas del cerro de las Contiendas, a las afueras de la ciudad, como poco a poco se levantaban unas casitas blancas con esencia de pueblo debido a su arquitectura. El barrio de Girón acababa de nacer. Fue en 1955 cuando se inauguraron poco más de 700 viviendas sociales en una de las zonas más peculiares de Valladolid.

Por aquel entonces, Girón carecía de unos servicios mínimos. Salvo una iglesia, escuela y el histórico cine Castilla, actualmente abandonado y que el barrio reivindica su restauración. No existía nada más. Tan mala era por aquel entonces la situación que, en 1959, muchas casas ni siquiera disponían de agua corriente, y era necesario acudir a un aguador que vendía agua por dichas viviendas.

Mucho ha cambiado todo desde su origen. En los primeros años, el barrio nace con la idea de dar cobijo a familiar con problemas económicos, como también ocurrió décadas atrás con Barrio España.

Sin embargo, gracias las nuevas demandas y también las reivindicaciones de sus vecinos, Girón ha pasado de ser conocido como «el barrio sin ley», a ser codiciado por aquellos que desean disponer de una casa unifamiliar y con jardín, con espectaculares chalets en lo más alto que hacen que sea una zona donde la tranquilidad es la seña de identidad.

«Llevo aquí viviendo desde los siete años, antes no entraba ni la policía, el barrio era conocido como 'Ciudad sin ley'» recuerda Cipriano Hernández, un veterano vecino que ha hecho toda su vida en Girón. Sin embargo, mucho ha cambiado todo desde entonces. A la par que cuenta sus batallitas, también deja clara la situación actual del barrio. «Ahora todo está muy tranquilo, aquí se vive muy bien» dice feliz ante la positiva evolución del vecindario.

Sin embargo, María Jesús Hernández, su mujer, apostilla que esa tranquilidad es excesiva. «El problema de aquí es que no tenemos nada, solo hay un bar y para comprar te tienes que ir hasta Huerta del Rey» afirma indignada ante la falta de servicios en el barrio, que hace que los vecinos tengan que moverse por otras zonas de Valladolid.

Y a ese único bar es a donde recomiendan ir a todo aquel que pasea por Girón, pues muchos vecinos se reúnen a diario para hacer vida social. Ya a lo lejos se divisa desde la terraza numerosas mesas repletas de clientes que aprovechan el buen tiempo para tomar algo mientras el sol les calienta. En la barra les atiende María Dolores Martín, hostelera de toda la vida y profesión heredada de su madre, que abrió este bar hace ya 67 años.

«Aquí antes teníamos cuatro bares y había mucho más ambiente» dice apenada mientras sirve cafés y desayunos sin parar. «Es cierto que los vecinos organizan actividades, que es lo que da vida al barrio, pero no tenemos mucho más» concluye para dejar claro los problemas que tiene actualmente Girón.

Tras dar un largo paseo hasta la iglesia de San Pío X, está la única panadería, Lola Luisa, donde Lara Sainz tomó las riendas hace muy poco, en octubre de 2023. Además de estar de acuerdo con las reivindicaciones de sus vecinos, pues ella deja claro que Girón actualmente es «una ciudad dormitorio», asegura que ser la única en vender pan en el barrio no garantiza una amplia clientela.

«Hay que tener en cuenta que los vecinos salen afuera para hacer vida y comprar, por lo que tampoco viene mucha gente aquí» afirma. No obstante, tiene claro que a la gente le gusta vivir en Girón, pues «se ven un montón de casas nuevas cada año y mucha construcción».

Con un cambio radical en el ambiente del barrio, este ha pasado de ser una zona peligrosa a convertirse en una de las más reclamadas por los vecinos de Valladolid para vivir. Sin embargo, la falta de comercios y bares hacen que la excesiva tranquilidad que le caracteriza ahora a Girón se haya convertido en un problema para sus habitantes.

• Temas
• Vida de barrio