«Me impactaron los muertos, pero más cómo los vecinos recogían cadáveres o limpiaban la sangre»
La joven periodista Sara Rincón regresa después de dos meses cubriendo la guerra: «No soy consciente de que he estado en el epicentro de la noticia mundial»
Hace tres años estaba levantando el título del Torneo de Periodismo de la Universidad de Valladolid y este miércoles aterrizaba en Madrid después de cubrir ... durante dos meses el conflicto bélico entre Ucrania y Rusia. Es Sara Rincón, periodista vallisoletana 'freelance', encargada de traer la realidad y la dureza de la guerra a muchos hogares del territorio nacional e internacional (España, México y Estados Unidos, entre otros).
La noche del miércoles, ya en Madrid, fue la primera que pasó, después de semanas, sin tener que dormir con los pantalones puestos por si tenía que salir corriendo por algún bombardeo. Esa es una de las situaciones que ya ha contado a sus padres. Esa y la de estar una semana sin agua, la de escuchar y ver caer bombas a un kilómetro del hotel... «Hay otras cosas que aún me guardo», añade Sara Rincón.
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«Ha sido una experiencia bonita pero muy dura. Al final te das cuenta de que el periodismo está en estos lugares y tenemos la misión de dar voz a todas las personas. He intentado hacer un periodismo más humano. No soy experta en cuestiones de conflictos armados, pero me interesaba dar un espacio a las personas que estaban sufriendo la guerra desde dentro», recalca la joven periodista.
«En Ucrania conseguí comprender a las personas que decidían quedarse y entendí que se quedaran porque no querían abandonar sus valores y sus vidas»
Con esa premisa y después de cubrir la crisis humanitaria de la guerra desde Polonia, Sara se adentró a relatar el otro lado del conflicto desde Ucrania. «Cruzamos la frontera para ver el lado más cruel de la guerra, el del ataque a civiles. Me fui moviendo por las ciudades para entender que la guerra no solo son bombas o muertes, también ciudades que están normalizando sus vidas dentro de las circunstancias», agrega Rincón, que tardó escasos minutos en tomar una decisión que le ha cambiado la vida. «Se me brindó la oportunidad un jueves a las 10:00 horas y a las 15:00 horas estaba ya en dirección Leópolis. Mi rigor periodístico había llegado a un punto de inflexión. Había mucho más que contar. Había un periodismo de terreno, militar..., pero había que dar voz desde dentro», continúa.
Dos meses de aprendizaje constante al recorrer y contar la guerra desde dentro y desde fuera. «En Medyka el contraste era brutal al ver miles y miles de familias llegando a la frontera. Huían con lo puesto y entendías que llegaban hasta ahí porque les iban a matar. En Ucrania, conseguí comprender a las personas que decidían quedarse. Y entendí que se quedaran porque no querían abandonar sus valores y sus vidas. Hay muchas personas en Ucrania que aportaban en la guerra, más allá de ir a luchar. Hay muchos ucranianos que trabajan como 'fixer' o cámaras para los medios porque su forma de luchar es dar voz a través de los medios internacionales», manifiesta Sara Rincón.
«Me pregunto qué estará pasando en Mariúpol»
En todo este tiempo, en una experiencia única, lo que más le ha impactado no ha sido ver una gran cantidad de cadáveres. «Me afectó más cómo los vecinos recogían muertos o limpiaban la sangre. Es muy duro ver el horror que se ha quedado en las familias. Me encontré con una que seguía en un búnker en Kiev porque tenían miedo de salir a la calle y de que mataran a sus hijos. En Ucrania ha habido una masacre deliberadamente. No se entiende que fueran a violar o a matar a civiles refugiados en sus casas. Eso se ha intentado ocultar y ya se empieza a conocer. Me pregunto qué estará pasando en Mariúpol, me da mucho coraje porque no sabemos lo que estará pasando», agrega la reportera, que reconoce tener una especie de síndrome de Estocolmo. «A veces es necesario separarte de una noticia para recuperar el foco. Las tres últimas semanas me afectaron mucho emocionalmente. Y eso repercutía en mi trabajo, pero decidí parar», prosigue.
A pesar de ser una recién graduada en Periodismo, Rincón se siente una afortunada profesionalmente al vivir esta experiencia tan pronto, aunque también ha tenido sus 'haters'. «He sufrido muchas críticas y he escuchado frases como las de qué hace esta niña aquí. Yo también fui con miedo. He aprendido mucho en el terreno, porque al principio no sabía ni dónde estaba Odessa. Empezar en Polonia me lo facilitó todo», apunta la joven reportera, que ha decidido darse un pequeño descanso antes de, quién sabe, volver a otro conflicto bélico.
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