De una fosa común en Galicia a otra de Valladolid previa parada en una discoteca
Un juzgado orensano autoriza el entierro en el cementerio de El Carmen del hombre que fue arrollado por un tren en 2013 y que ha sido identificado doce años después gracias al ADN de su hija vallisoletana
La rocambolesca historia del baúl de huesos que fue trasladado desde Galicia hasta Valladolid a primeros de junio, con parada en una discoteca del alfoz, ... tiene ya un final. Y este se encuentra en la fosa común del cementerio de El Carmen de la capital vallisoletana, donde recientemente un hombre que perdió la vida hace doce años ha vuelto a ser enterrado. Son muchas las incógnitas que aún rodean al asunto, si bien judicialmente, desde el Juzgado de Instrucción número 2 de Orense, ya no habrá más capítulos. La causa, según apuntan desde el Tribunal Superior de Justicia de Galicia, está ya archivada.
Todo empezó en la provincia gallega en el año 2013, cuando un hombre fue arrollado por un tren en Amoeiro. El cadáver nunca pudo ser identificado, pero se le tomaron diversas muestras por si el día de mañana daban con algún familiar antes de acabar en una fosa común de Orense. Y así fue en la primavera de este 2025, cuando su hija, vallisoletana al igual que su padre, se sometió a las pruebas de ADN. Y en efecto, las alarmas judiciales saltaron para dar con el paradero de su padre. Estaba en un cementerio de Galicia.
Así que desde ese momento inició los trámites con el juzgado para exhumar los restos mortales de su padre y recibir, o eso esperaba, una urna con cenizas, según especifica la legislación sanitaria. Y no fue así, porque lo que llegó a la casa de Valladolid de esta mujer, actualmente de unos 40 años, fue un baúl con los huesos y toda la documentación de su padre.
Pero la esperpéntica historia se acrecentó con el paso de los días, porque la hija, con el depósito en su poder, se presentó con los restos mortales en una discoteca del alfoz. Sin una respuesta clara a por qué se fue hasta el establecimiento de ocio nocturno (se especula con que el fallecido y uno de los dueños eran amigos en sus tiempos más jóvenes), la Guardia Civil fue movilizada ante el inusual hallazgo. Los agentes testearon los huesos y toda la documentación para certificar que no era necesario abrir una nueva investigación, por lo menos policial. No había indicios de un posible homicidio ni de un caso sin resolver y tan 'solo' había que cerrar nuevos trámites judiciales para volver a dar sepultura al hombre.
Una larga espera en Valladolid
Así que los agentes solicitaron al Instituto de Medicina Legal y Forense de Valladolid que custodiaran el baúl a la espera de que el juzgado gallego moviera ficha. Durante unos días, a la espera de una resolución, los huesos permanecieron en la capital vallisoletana, sin saber si iban a ser devueltos a Orense o se iba a optar por otra solución.
Y así fue. El juzgado de instrucción cerró el misterioso caso al autorizar que los restos mortales de este hombre volvieran a una fosa común, pero en esta ocasión en la de Valladolid y sin ser incinerado. Hace unos diez días, el hombre fallecido en 2013 volvió a ser enterrado por segunda vez. Ahora, sí, en Valladolid. Asimismo, los gastos de último sepelio han corrido a cargo de Nevasa al no poder afrontarlos su hija.
A pesar de todo, son muchas las preguntas que no se han cerrado en este caso. Desde el TSJ de Galicia no aclaran qué sucedió para que esta mujer recibiera un baúl de huesos en vez de una urna con cenizas. También se desconoce el motivo exacto de esa visita a una discoteca de Valladolid o que sucedió hace 12 años en Amoeiro, donde este vallisoletano perdió la vida.
Por aquel entonces, los medios locales de la zona recogían que podría tratarse de un accidente al ser absorbido por el tren. Ese suceso tuvo lugar exactamente hace ahora doce años (el 20 de julio de 2013). Eran sobre las 15:00 horas cuando se produjo el fatal desenlace después de que un convoy, con seis pasajeros y que cubría la línea de media distancia entre Orense y Santiago de Compostela, arrollara al vecino vallisoletano.
El hombre falleció en julio de 2013 arrollado por un tren y la Guardia Civil solicitó ayuda para identificarlo
En ese momento no portaba ninguna documentación y tan solo le encontraron una pequeña libreta. Desde el momento del accidente, la Guardia Civil abrió una investigación con la principal intención de desvelar quién era ese hombre, ya que el cuerpo no era el de ninguna de las personas desaparecidas.
Las semanas iban pasando y nadie reclamaba el cuerpo. No se interponía ninguna denuncia por una posible desaparición. Eso obligaba al instituto armado a mover ficha, que llegó a difundir una imagen con parte de la cabeza del fallecido por si alguien le reconocía. A eso añadía una descripción física: medía 1,73 metros, cabello largo, liso y con canas en la raíz, ojos castaños y complexión atlética, apuntaba la Guardia Civil. Además lanzaba la hipótesis de que podía ser una persona de origen portugués.
Finalmente, tras no encontrar a ningún familiar, se optó por darle sepultura en una fosa común de Orense. Hasta esta primavera y con un viaje de vuelta a Valladolid rocambolesco que al menos ya tiene un final.
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