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Las casetas regionales, repletas de público este domingo a mediodía, tras la inauguración oficial. Rodrigo Jiménez

Las casetas regionales estrenan sus 10.000 metros cuadrados con normalidad tras el susto del incendio

Andalucía intenta reponer, entre hoy y mañana, las freidoras incendiadas, pero sigue adelante con el resto de la carta

Antonio G. Encinas

Valladolid

Domingo, 7 de septiembre 2025, 15:11

En una casa normal, olería a nuevo. En la recién estrenada casa de las casetas regionales, de la Feria del Folclore y la Gastronomía, huele ... a gula. Que es un olor ya asentado en la pituitaria vallisoletana después de 42 años, pero que esta vez se acompaña de un confort que se nota a la vista. A las 12 del mediodía, antes de la inauguración oficial, con el suelo recién fregado y cuatro personas venga a limpiar champiñones en la caseta de La Rioja, lo primero que se ve nada más entrar al recinto es amplitud. Mucho espacio. Barras grandes, «dimensionadas al espacio», explica la concejala de Turismo, Eventos y Marca Ciudad, Blanca Jiménez. Un largo pasillo central escoltado por dos filas de mesas altas y contenedores que enseguida, en cuanto empiece a llegar la gente, se quedarán escasas.

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Aspecto del recinto antes de la inauguración oficial. A. G. E.

En una de las casetas, sin embargo, había más actividad de lo acostumbrado. Era la de Andalucía, que protagonizó el gran susto inicial de los festejos cuando se incendió una freidora. Al fondo, en el espacio que servía de cocina, se atisba el negruzco de lo quemado. Una foto de José Anselmo Moreno, colaborador de El Norte, permite ver cómo el fuego se comió la pintura de la chapa trasera del contenedor-caseta y alcanzó el toldo superior.

José Anselmo Moreno

«No se puede cocinar ahí dentro, es antihigiénico», dice uno de los responsables de la caseta más grande de la Feria. Pero aclara que se está trabajando fuera, que la plancha está encendida y lista para acoger a esos gambones pecaminosos y que el resto de la carta, «salvo los fritos», claro, está disponible. Su intención era que esta tarde pudieran utilizar al menos una freidora para servir algo de esa especialidad de la casa que son los fritos. Y que mañana se pueda reponer el servicio más aún, hasta que se complete al 100% para disfrutar toda la semana al máximo.

Hasta allí se acercaban algunos miembros de la Casa de Ávila, como un ex compañero de trabajo de uno de los 'andaluces', a saludar y a ver qué tal iba todo. Y en Asturias una camarera comentaba que el susto había sido grande, que por un momento parecía que querían desalojar todo el recinto por el temor de que el fuego cazara la carpa y se propagara por toda la techumbre textil. José Luis Bellido, el alma mater de las casetas regionales, el que le brinda su nombre a este recinto espectacular, comenzó su discurso en la inauguración oficial con el agradecimiento a todos los trabajadores y a los miembros de seguridad, Cruz Roja y a los presentes, la rapidez y la normalidad con la que se actuó para mitigar el fuego y permitir que todo continuara.

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Son 42 años de casetas regionales, uno de los grandes distintivos de las fiestas de Valladolid. Tan grande que comenzaron en San Mateo y continuaron con la Virgen de San Lorenzo. Tan grande que por ella han pasado cuatro alcaldes, Tomás Rodríguez Bolaños, Javier León de la Riva, Óscar Puente y, ahora, Jesús Julio Carnero. Que presumía del estreno y del carácter multifuncional que tendrá el recinto «gracias a la modificación» que el actual equipo de Gobierno hizo respecto al proyecto diseñado por los anteriores gestores municipales. «Una inversión de 1,4 millones de euros con modificaciones que mejoran sustancialmente el proyecto», recordó Carnero. «Empezó en el año 1982 en la Plaza de Poniente, paseo de coches del Campo Grande, La Rubia, los aledaños del estadio Zorrilla» y por fin con un lugar definitivo «que dada su versatilidad va a permitir que podamos llevar a cabo distintas acciones culturales a lo largo del año, o incluso como aparcamiento para coches».

Y recalca, como hizo el día anterior en las casetas de la Feria de Día, la mejora de la accesibilidad. En los laterales de las barras hay un trozo de mostrador más bajo. «No sentarse», advierte un cartelón en una caseta. En otra, con más nitidez, aparece un enorme símbolo de reservado para personas con discapacidad. Como explicaba Fran Sardón en la Feria de Día, son sitios «prioritarios» para quienes tienen problemas de movilidad. ¿Y los baños? Pues no están al fondo a la derecha, en este caso. En la entrada desde el Centro Cultural Miguel Delibes, junto a la caseta de La Rioja, aparecen tres casetas-aseo, una de hombres, otra de mujeres y otra para el personal que trabaja donde los demás se ponen como el quico.

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Un hombre espera en la zona prioritaria para personas con problemas de movilidad. A. G. E.

Tras el desfile inaugural con los trajes regionales -y los de la danza del vientre, que también-, acompañados por la Asociación Musical de Íscar, empieza el tajo, que ya será incesante hasta que concluyan las fiestas. Una camarera joven, antes del maremágnum, se hace un selfi tras la barra de Galicia. Luego no le dará tiempo. El frigo de la casa segoviana tiene un postit que aclara «cerrar bien», aunque aún es pronto para abrirlo porque dentro lo que hay son esos ponches segovianos que son el postre más deseado por un goloso. «Sin propina no hay sirena», dice un cartel en la casa de Ávila. Acaba de empezar el ajetreo y de fondo, de pronto, llega el sonido de la sirena. Que ha habido propina, vaya, pero sobre todo lo que quiere decir es que este «icono» de las fiestas, como lo califica el alcalde, está ya a pleno rendimiento.

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