Peñas, sinónimo de juerga

Llegó el día que todos los jóvenes pucelanos esperan. El día del pregón de fiestas es sinónimo de desfile de peñas. El que no se disfraza no es un verdadero peñista. A poder ser lo más estrafalario posible, ya saben. La diversión empieza en la vestimenta. Muchos preparan durante días e incluso semanas todo lo necesario para llegar a este día siendo los más preparados.

Desde las seis de la tarde, el escenario colocado en la Plaza Colón animaba a los peñistas a empezar la fiesta con monólogos y mucho electrolatino. Se iba calentando el ambiente a la vez que los cuerpos comenzaban a bañarse en vino con algunas gotas de coca cola. Pocas, eso sí.

A las siete se daba el pistoletazo de salida y dos peñas, la Bodega Pako y Mahogany Deux alentaban a las masas durante el trayecto para impedir que la fiesta se relajara ni por un segundo. Ellos ponían la música con sus altavoces y los que les rodeaban eran los que bailaban. Recorrida toda la Acera Recoletos, la multitud llegaba a Plaza Zorrilla y hacía un pequeño paréntesis. Carritos de compra, cubos de basura y hasta un barco en miniatura, todo valía para llevar la bebida. «Pucela entera se va de borrachera», entonaban al unísono.

Para entonces, con todos ya empapados en vino, se hacía indispensable una ducha de agua limpia para refrescar el ambiente de una tarde que no era demasiado calurosa pero sí soleada. En mitad de la calle Miguel Íscar esperaba un camión de bomberos presto para soltar el manguerazo a los presentes, no pocos por cierto, que llenaban esta vía.

A eso de las 19:20 el desfile tomaba dirección calle Duque de la Victoria, dejando su seña en un par de jóvenes reporteros que tuvieron la mala suerte de estar en el momento justo en el lugar inadecuado. Batalla de pistolas de vino. Los chorros cruzaban el cielo vallisoletano hasta terminar bañando a un servidor. «Gajes del oficio», dice un matrimonio que hábilmente se había puesto a resguardo.

La Plaza Mayor ya asoma y los primeros en llegar van cogiendo posiciones. Entre 15.000 y 18.000 personas han realizado el recorrido, confirma Óscar Arranz, presidente de la Coordinadora de peñas, al que se le ve feliz por el que cree «buen trabajo de todos y un desfile vivido desde el respeto y el civismo».

El Conde Ansúrez empieza a tener compañía, tanto que hasta un peñista sube a colocarle el pañuelo. Está contento, seguro.