«Por ser de Valladolid, mi casa es la tuya, colega»

No va a ser «para nada» al uso, irá con intenciones «y quien quiera oír, que oiga», y pretende hacer de ello una fiesta. El pregón que pronunciará esta noche Jesús Cifuentes, líder de los Celtas Cortos, tiene en vilo a los más de cuarenta mil vallisoletanos que caben en la Plaza Mayor y calles de alrededor, y a los otros tantos que lo escucharán en retransmisiones de radio y televisión.

El de Girón cuenta sus palabras para no anticipar un escrito en el que advierte que se ha esforzado, y donde ha puesto toda su energía para hacer que la gente bote, se involucre y se divierta. No dice una sílaba al respecto. «Sabrán cómo será cuando haya sucedido».

Sin embargo, sí que da alguna que otra pista. «La gente sobradamente conoce la trayectoria de los Celtas Cortos», afirma Jesús Cifuentes. «Seremos breves, concisos y vamos a pasarlo bien». Por eso, sí que anticipa que la segunda parte del pregón será la más fiestera. Cifu, como llaman al vocalista, dejará bien arriba el ánimo para su concierto, que comenzará a continuación del pregón, con Sin arreglo de por medio, como teloneros. Celtas Cortos en vena.

Aunque el nuevo Ayuntamiento les haya elegido como pregoneros, como una declaración de intenciones de que el aire que sopla en la ciudad del Pisuerga ha cambiado de rumbo, ni el vocalista ni su banda se sienten símbolo de nada ni nadie. Sin embargo, sí consideran que forman parte de la vida política de la ciudad. «Nosotros participamos en dar forma a la historia de Valladolid: de hacerla más grande, más pequeña, más alegre o más triste. Empujamos a que la historia siga su curso en la ciudad».

El veto

Mutis también quieren hacer sobre el veto que el anterior alcalde, Francisco Javier León de la Riva, había impuesto sobre ellos. «No tenemos ningún interés en ahondar en esa historia. Es agua pasada y echar leña al fuego a algo tan absurdo es dar grandeza a algo que no la tiene». De una forma tan clara Cifu cierra un capítulo de los Celtas que duró veinte años, y en el que expresa que este cambio en los pregoneros «no es revancha de nada» y que «ya no tiene importancia».

Sobre el nuevo gobierno, no hay nada escrito y es «un futuro por decidir», aunque sí que reconoce que «las intenciones y primeros gestos son bondadosos, y ese es el primer paso». Esa voluntad de acercamiento es aceptada de buen grado por Cifuentes, quien acoge con alegría la decisión del Consistorio de promover unas fiestas más participativas y que lleguen a veintiún barrios de la capital. «Todo lo que sea ampliar círculos y llegar a un consenso, es el camino». Es la senda que hay que seguir, en este cambio de tiempos.

Una sonrisa más amplia

Será por el buen tiempo, dice Cifu, pero los vallisoletanos por la calle «tienen otra actitud, una sonrisa más amplia y la mano más tendida». Su percepción de la ciudad es que la ciudadanía va a tomar las riendas de su política y abrazar una autogestión que durante años el hijo de un Guardia Civil y vinculado familiarmente con Antonio Tejero ha demandado.

Aún así, no pone la mano en el fuego por si los peñistas y demás asistentes a escuchar el pregón cantarán el Por ser de Valladolid, un himno que esperan que suene a coro y haga vibrar una ciudad en su arranque de las fiestas.

No van a quedarse. Es más, al día siguiente se van a Melilla. Pero no por eso no tienen planeado comerse la noche vallisoletana: «La noche y la posnoche vamos a quemar la ciudad».

Cualquiera puede

Dicen los Celtas que por ser de Valladolid, lo puede ser cualquiera. Cifu explica que: «Ser de Valladolid tiene implicaciones, pero no todas se cumplen de manera rigurosa». Ellos se sienten orgullosos de haber nacido en la ciudad de Delibes, es la bandera que han ondeado allá donde han tocado, estado y vivido, y consideran la ciudad «un lugar de pertenencia».