

Las entrañas de Valladolid enseñan historia
Las reformas y rehabilitaciones en el corazón de la capital desde el año 2000 han permitido que afloren retazos relevantes del pasado
Ya se conocía, pero se acaba de confirmar. «Al 80%», dicen ahora los investigadores. Colón estuvo enterrado en Valladolid. En el Convento de San ... Francisco: varias hectáreas entre la Plaza Mayor y la actual calle Montero Calvo, que acogieron a gentes de seis siglos (XIII-XIX). El cuerpo del almirante descansó aquí tres años tras su muerte en 1506. Hasta su traslado a Sevilla. Su sepultura se enclavaba a la altura de la calle Constitución, bajo el esquinazo del Banco Santander. La suya y más tarde, según se constató en 2020, la de Hugh O'Donnell (1572-1602), un rey y héroe irlandés, apodado 'el Rojo' y que fue inhumado también en la Capilla de las Maravillas del complejo franciscano. En aquel país están entusiasmados con este hallazgo.
A menos cota cero, la ciudad está mostrando su devenir con mucha fuerza en los últimos años. Por capas, el pasado da la cara. Las obras de rehabilitación del casco urbano remueven sus entrañas y nos devuelven otras ciudades, otras almas. Lo más reciente, hace un mes. Otro tramo del Puente de las Carnicerías bajo el edificio de El Penicilino: un paso que soportaba un mercado de abastos cuando en el XVI los dos ramales de la Esgueva surcaban la villa y actuaban como cloaca a cielo abierto. Trescientos años después, estos cauces se soterraron bajo grandes bóvedas, cuya presencia en el subsuelo es muy destacada.
También, en Alonso Pesquera, se acaban de documentar restos de la Casa del Cordón, palacio edificado en el siglo XV, que resultó destruido en 1898 por un incendio. Fue la sede del manicomio de la provincia.
Con las competencias en la materia
Asegura Jesús Misiego, experimentado arqueólogo de la empresa Strato, que el compromiso de la Administración regional y municipal para tirar del hilo del pasado urbano ha sido fundamental. Durante los años del desarrollismo, desde los 50 hasta casi finales de los 80 del siglo pasado, «se iba a saco, se arrasaba». Piqueta y excavadora. Sin mirar abajo, porque urgía crecer. Ya no pasa. Desde que se asumieron esas competencias hay una aquilatada sensibilidad por la historia de todos, a pesar de que su disciplina se siga viendo con cierto recelo por parte de los promotores que edifican y reforman.
Está saliendo mucho. Y bueno. Coincide Eduardo Carmona, el arqueólogo de la Junta, en algunos hitos muy relevantes de los últimos tiempos. Es el caso de la mezquita de la Morería en Claudio Moyano, a la altura del número 5 de esta vía. Con su sala de oración y un empedrado del patio en perfecto estado de conservación. Se descubrió en 2019 y ahora espera la puesta en valor del recinto tras un acuerdo con la propiedad, que no pudo de hacer sótanos para coches..
Levantada hacia 1414 y demolida en 1506, a raíz de la pragmática de bautismo promulgada en 1502, fue lugar de rezo para una comunidad musulmana que, según cuenta Misiego, optó por la conversión para continuar en la ciudad. Era el barrio de los alfareros y en la zona también han aparecido hornos de entonces.

Termas romanas
De entre el siglo I y el III, el hipocausto salió a la luz en las catas del aparcamiento de La Antigua en 2006. El garaje no se construyó.

Mezquita de la Morería
Ubicada bajo el número 5 de Claudio Moyano, fue levantada sobre 1414. Conserva la sala de rezo y parte del patio.

Aceñas del Pisuerga
Fueron construidas en el siglo XIII. Los frailes molían en ellas el trigo y tupían la lana. Ahora se van a hacer visitables.

Puente de las Carnicerías
Puente de las Carnicerías. Del siglo XVI, acaba de salir otro tramo en la plaza de la Libertad. Era un paso sobre el Esgueva cuando surcaba el casco urbano.

Convento de San Francisco
La excavación en Constitución ha aflorado restos de la Capilla de las Maravillas, donde estuvo enterrado Cristóbal Colón.
Los vestigios en Valladolid profundizan hasta la Edad del Cobre. 3.000 años antes de Cristo. En la calle Arribas, junto a la Catedral, se documenta el que podría ser el primer asentamiento más cercano al actual núcleo. De ahí, para arriba si lo miramos por capas. Estratigrafía, se llama.
También hay huellas de Roma. Impecables. Destacan ambos expertos el gran hallazgo en la plaza de la Antigua. Uno de los más «impresionantes» de las últimas dos décadas. En 2006, las catas para excavar un aparcamiento de residentes mostraron los pilares de unas termas, un hipocausto fechado entre los siglos I y III. Fue el último yacimiento que generó polémica. El empeño del alcalde entonces por el garaje se topó con una sentencia judicial, que tumbó el estacionamiento en favor de la historia. «El movimiento ciudadano y académico para conservarlo fue fundamental», valora Misiego. Desde entonces, no ha habido más contenciosos de peso.
Menos 'paraobras'
En Patrimonio Cultural de la Junta acotan que estas prospecciones reguladas por una de las leyes «más avanzadas de España» acompañan ya con mayor naturalidad al sector de la construcción, que durante años vio a la Arqueología como una «'paraobras'». «Tenemos una comisión técnica al mes, resolvemos más de mil asuntos al año de los que el 35% son de la capital», precisa Carmona. Aclara que su labor es la de documentar y preservar el bien haciendo las correcciones que sean necesarias, pero sin impedir que Valladolid se renueve. Si son bienes muebles, se llevan al Museo de Fabio Nelli. En el caso de estructuras, se las salva de los puntos de cimentación y se dejan accesibles para futuros estudios o actuaciones de recuperación de la memoria. El proceso es «ágil» y se acompasa con el tajo, según destaca el responsable del departamento autonómico en la provincia.
Las más de cien fichas del catálogo arqueológico del PGOU en el centro ya ubican los yacimientos desde hace muchos años. Las excavaciones recientes permiten añadir «abundante e interesante información» recabada 'in situ'.
Donde hay actividad en el corazón de Valladolid aflora historia. Ahora, también en Panaderos. Los trabajos previos del túnel han descubierto tubos cerámicos de las traídas del Viaje de Argales, una gran obra de ingeniería que los frailes de San Benito promovieron en el siglo XVI para llevar agua limpia de los manantiales a las fuentes. «Se ha dejado protegida la estructura y se han cogido unos testigos que en su momento se pondrán en valor», explica Misiego.
Recopilados en una reciente exposición municipal, los hallazgos son diversos. Del Imperio Romano al siglo XIX. Cerámicas del XVIII que servían como medidas del vino y que fueron recuperadas en la última reforma del Mercado del Val, enterramientos de religiosas en el convento que ocupaba los actuales terrenos del Clínico, monasterios, casas señoriales, las antiguas cercas de la ciudad que surgen desde San Quirce a la calle Angustias...
No todo es musealizable, pero estos vestigios ayudan a coser el relato con puntadas, muchas en piedra, que dan fe de la riqueza del asentamiento antes y después de la llegada del Conde Ansúrez. Su valor, en algunos casos, está llevando a la Administración a ponerlo a la vista, a divulgarlo. Un ejemplo son las Aceñas del río Pisuerga, entre el Puente Mayor y la playa de las Moreras. El Ayuntamiento ya ha anunciado que hará visitable los restos de los molinos en los que los monjes de San Benito trabajan el trigo y los batanes en los que tupían la lana. Una pasarela sobre este conjunto permitirá ver la estructura de esta obra hidráulica del siglo XIII. No será la última ni la única. «Los vallisoletanos tienen que ser conscientes de la riqueza histórica de la ciudad y toda esta información hay que darla a conocer», defiende Misiego. El relato, sostiene, merece la pena.
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