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Valladolid
El cierre del túnel del apeadero obliga a dar un rodeo de 1,5 kilómetros lleno de obstáculos para cruzar la víaLa alternativa hacia el paso de Andrómeda recorre aceras poco accesibles para llegar al Campus Miguel Delibes por la reforma para incorporar ascensores al maltrecho paso construido por la UVA en 1992
«¡A tomar por culo!», suspiraba un veterano vecino después de toparse con los carteles que anuncian el cierre «hasta fin de obra», porque no ... hay una fecha exacta para su reapertura, del maltrecho paso subterráneo que permitía atravesar las vías bajo el apeadero de la Universidad o, lo que es lo mismo, unir el entorno del Camino Viejo de Renedo y Los Santos Pilarica con el Barrio Belén y el Campus Miguel Delibes.
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El túnel peatonal fue clausurado el pasado martes (15 de octubre) para facilitar, al otro lado de la vía (la que mira al campus universitario), la construcción en curso de la segunda vía de alta velocidad y, en cuanto al paso en sí, someterlo a una profunda remodelación, en la que se invertirán 800.000 euros, para instalar ascensores en sus dos bocas y rehabilitar su interior.
Pero las obras, cuya finalización se fija (sin fecha) para el primer trimestre de 2026, quizás en torno a la primavera, tienen un coste para vecinos y usuarios de la única parada urbana del tren que sobrevivió a la llegada del AVE (en 2007 se eliminó la del pinar). La ruta alternativa para cruzar las vías, y de ahí la gráfica expresión del citado residente, para llegar al otro lado del apeadero pasa por dar un rodeo hacia el túnel peatonal de Andrómeda (habilitado en 2022) que en el mejor de los casos alcanza los 1,5 kilómetros.
Adif invertirá 800.000 euros en la rehabilitación del paso, en respuesta a una demanda vecinal de 2005, en paralelo a la construcción de la segunda vía de alta velocidad
El problema, en cuanto a la accesibilidad, es que el itinerario alternativo que indica, y de aquella manera, la cartelería colocada en la propia parada ferroviaria (el mapa con la ruta está colocado al revés e invita a la confusión) está repleto de obstáculos para personas con movilidad reducida. Tanto es así que para cualquiera que tenga que desplazarse en silla de ruedas resulta literalmente imposible seguir la citada senda recomendada (es el camino más corto) por la presencia de una suerte de tres extraños aparcamientos, en mitad de la nada (herencia de la urbanización de Los Santos Pilarica en 2009), incrustrados en la acera de la calle Salud, la que une el apeadero con el túnel de Andrómeda, con bordillos insalvables para ellos. A un lado hay un solar con un improvisado caminillos al que tampoco pueden bajar y al otro, el de la vía, hay un simple bordillo de escasos centímetros adosado al muro. Pero es que al final de la acera, al borde del primer bloque de pisos de Los Santos Pilarica, las raíces de un árbol levantan el adoquinado y el poste de una farola reduce la anchura de paso de la acera de dos a apenas medio metro.
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Y la accesibilidad no mejora en exceso después de cruzar la rampa (el otro acceso lateral solo tiene escaleras) que conduce al túnel que une las calles Andrómeda (Los Santos Pilarica) y Nochevieja (Barrio Belén). Desde allí se sale a la plaza del Aviador Gómez del Barco y luego, siempre siguiendo el itinerario recomendado para llegar al campus (y al otro lado del apeadero), debe continuarse por la estrechísima acera, de tan solo un metro y medio de ancho y repleta de badenes para los vados, del tramo de la calle Nueva del Carmen que desemboca finalmente en la avenida del Valle de Esgueva y en la explanada que lleva al apeadero y al campus. Allí, en el cruce de dichas calles, la zona de paso de la ya de por sí pírrica acera se reduce a unos centímetros por la presencia de unos conos en torno a una boca de riego, de la que están cogiendo el agua los operarios que están ejecutando las obras en torno a la parada ferroviaria. Las máquinas, a continuación, obligan a los peatones a caminar por la calzada y luego por la explanada de tierra utilizada como aparcamiento.
Una carrera de obstáculos, en definitiva, que obliga a las personas con movilidad reducida a realizar otro recorrido más accesible, y también más largo, que alcanza los 1,8 kilómetros para llegar de un punto a otro del apeadero. En su caso, deberían salir del propio apeadero, en el que para colmo se ha habilitado una rampa provisional muy pronunciada que impide el acceso al mismo por la anterior (se corta por un saliente), y continuar por la acera, más amplia y accesible, del paseo de Juan Carlos I (discurre en paralelo a la calle Salud) para llegar a la calle Andrómeda y acceder al subterráneo del túnel. Después, desde la plaza del Aviador Gómez del Barco, las estrecheces de Nueva del Carmen aconsejan rodearla por las calles Nochevieja, Epifanía (por detrás de la Escuela de Industriales) y Reyes Magos para salir a la avenida del Valle de Esgueva y llegar finalmente al Campus y al otro lado del apeadero.
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A dar este rodeo, bien por Salud bien por Juan Carlos I, para llegar al paso de Andrómeda están obligados sí o sí todos los usuarios de la parada de los trenes de media distancia (paran exclusivamente del lado de Juan Carlos I) y los vecinos, en un punto de paseo muy transitado hacia el Campus, de este lado de la vía. Solo el camino hasta el túnel por la calle Salud alcanza los 609 metros hasta el acceso lateral (con escaleras) o los 700 hasta la rampa, una distancia que supera los 800 por el trayecto por Juan Carlos I.
Del cartel de 'Adrómeda'
Al mapa al revés del itinerario alternativo
La cartelería que indica el corte, en cualquier caso, no ayuda demasiado a orientarse y tampoco recoge el segundo itinerario accesible. El cartel, de entrada, que anuncia cierre del paso indica los siguiente: 'Acceso peatonal cortado. Paso alternativo túnel Adrómeda (sin la n)', junto a un folio pegado con celo que indica las fechas del cierre: 'Del 14/10 hasta fin de obra'. Adif, el gestor responsable que ejecuta las obras, marca en este sentido el primer trimestre del año próximo, sin concretar, para dicho fin.
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Y luego se han colocado también mapas con el itinerario recomendado (por la calle Salud) para llegar al subterráneo de Andrómeda. El problema, y no es menor si no se conoce el entorno, es que el plano está al revés. Cuesta así orientarse hasta el extremo de que invitan a los peatones a dirigirse hacia la derecha, rumbo a ninguna parte por la prolongación de Juan Carlos I hacia la ronda, más que hacia la izquierda, como debe ser, camino del paso que conduce al Barrio Belén.
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«Es una faena, pero sí lo mejoran algo ganaremos», apuntaban, más comprensivos que el primer vecino citado, Claudio y Maribel, una pareja también veterana. «Sabíamos lo de la tercera vía pero lo del túnel nos ha cogido de sorpresa», reconocían antes de iniciar el obligado periplo por la ruta alternativa por la calle La Salud rumbo al paso de Andrómeda.
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El paso subterráneo, que cuenta con dos bocas con escalinatas y un interior alicatado para pasar bajo los doce metros del lecho ferroviario, fue construido en 1992 por la Universidad de Valladolid (UVA) para dar servicio a los estudiantes (cada vez menos) llegados en tren desde Palencia, pero que en la práctica facilitaba el paso de los vecinos de las viviendas separadas por el lecho ferroviario.
Ahora, y después de años de litigios hasta que la UVA logró ceder su mantenimiento a Adif, va a ser sometido a un profundo 'lifting' para mejorar su accesibilidad y dignificar este lúgubre túnel que durante años evitaban, sobre todo, por las noches los propios residentes por la presencia de toxicómanos e indigentes y por los continuos actos vandálicos que destrozaban y llenaban de grafitis sus paredes embaldosadas y rompían sus luminarias para crear una suerte de tenebroso túnel del miedo.
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El proyecto, que cuenta con la citada inversión de 800.000 euros, incluye la urbanización de todo el entorno (otra vieja demanda vecinal) y, en cuanto al paso en sí, la instalación de dos ascensores en sus bocas, la rehabilitación de sus escalinatas y la renovación de su maltrecho interior. La última vez que se adecentó el paso fue en 2011, cuando el Ayuntamiento pintó todos los túneles bajo las vías. Y apenas duraron unas horas. Tanto el túnel del apeadero como el resto (Labradores, San Isidro...) enseguida volvieron a cubrirse de borratajos que afeaban su interior.
El frenazo al proyecto de integración paraliza una intervención más ambiciosa que preveía abrir un túnel para coches y peatones
El entorno del apeadero tampoco se libra del frenazo, por parte del actual equipo de Gobierno de Jesús Julio Carnero, al proyecto de integración ferroviaria, que contemplaba en este punto la construcción de un túnel para vehículos y peatones, similar al de Andrómeda, que ahora tiene visos de pasar a dormir el sueño de los justos en los cajones de las administraciones públicas a la espera de un hipotético soterramiento de las vías o de que se retome la ahora paralizada integración.
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El gestor ferroviario Adif (dependiente del Ministerio de Transportes, que ahora dirige Óscar Puente), de momento, remozará el vetusto paso subterráneo para dignificar y mejorar, al menos, la accesibilidad de este nexo de unión entre los barrios de Los Santos Pilarica y Belén y el Campus Miguel Delibes.
La intervención, ya en marcha, en paralelo a la habilitación de la segunda vía de alta velocidad (la de ancho ibérico es la que pasa pegada al lado del apeadero de Juan Carlos I), llega veinte años después de que los vecinos del entorno alzaran la voz para reclamar la rehabilitación del subterráneo por los problemas de inseguridad generados por el vandalismo y la presencia de toxicómanos. Y ya entonces, en 2005, suspiraban porque dichos problemas los resolvería el soterramiento. Hace veinte años.
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