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La Casa de Cervantes cumple veinte años de su reapertura con récord de visitas y planes de ampliación«Se nos ha quedado pequeña», reconocen los responsables de la Casa Museo de Cervantes cuando recorren las estancias de un inmueble que ofrece para ... Valladolid «una oportunidad excepcional». «Es el único espacio del que se tiene constancia documental de que en él vivió Miguel de Cervantes», asegura Pedro González Díez, director de un centro que el año pasado anotó récord de afluencia. Fueron 35.300 visitantes. Un incremento, en apenas un año, del 53%, si se compara con los datos del ejercicio inmediatamente anterior (en torno a 23.000 en 2023).
Este ritmo de afluencia (alcanza el máximo justo cuando se cumplen veinte años de su reapertura) anima a acelerar el proyecto de ampliación de un edificio que depende del Ministerio de Cultura y Deporte. El Gobierno adquirió el inmueble anexo, antiguas dependencias de Cajacírculo en la calle Rastro, con la intención de sumar ese espacio a la actual Casa Museo.
De momento, no hay fecha para ello y el proceso se aventura largo. Se trabaja ahora en el proyecto arquitectónico, previo a los posteriores proyectos básicos y de ejecución. Pero la idea es clave: sumar superficie y servicios a un espacio que veinte años después de su reforma (77 de su apertura, 420 de que Cervantes viviera aquí) necesita más espacio. La incorporación del antiguo edificio de Cajacírculo permitirá dotar al museo de un amplio salón de actos, sala de exposiciones temporales, despachos para la vertiente administrativa, salas de investigación y, sobre todo, mejorará la accesibilidad de un edificio histórico, de principios del siglo XVII, con un grado de protección tal que impide, por ejemplo, la instalación de un ascensor.
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Con la mirada puesta en esa ampliación, el museo ha intensificado su política de adquisiciones y la restauración de fondos, piezas y espacios arquitectónicos. El ejemplo más reciente es la intervención en el jardín, donde se han restaurado la fuente y el retablo pétreo del antiguo hospital de la Resurrección. Este lavado de cara se suma al que entre noviembre de 2022 y marzo de 2023 se acometió en la portada de la Armedilla, situada en el patio interior de la casa, donde pueden verse los relieves de hierro (con escenas del Quijote) que Pablo Santos Berasategui elaboró para la estatua de Cervantes de la plaza de la Universidad.
Pero hay más acciones. En el otoño de 2022 se restauraron las estanterías de la biblioteca histórica, un espacio clave en el museo, creado en 1916 y que cuenta con 15.005 libros en su conjunto. Para proteger este tesoro bibliográfico, se repararon puertas y cerraduras, se nivelaron módulos, se sustituyeron baldas combadas (lo que podía deformar los libros), se paneló la parte trasera para evitar posibles daños de humedades y se desplegó un tratamiento preventivo de antixilófagos.
También en la biblioteca se restauró un retrato anónimo de Miguel de Cervantes, fechado en torno a 1800, que refleja la descripción que el escritor hizo de sí mismo en el prólogo de 'Novelas ejemplares': «De rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y nariz corva (...), las barbas de plata, los bigotes grandes, la boca pequeña».
Además, en julio del año pasado, se limpiaron y mejoró el anclaje de los bustos que en la Casa de Cervantes recuerdan las figuras de Archer Huntington (en el patio) y el Marqués de Vega-Inclán (en el jardín de acceso).
Estas dos figuras son claves en la historia del museo que, como subraya su director, se emplaza en la antigua vivienda que habitó Miguel Cervantes entre 1604 y 1606, junto con sus dos hermanas, su hija, su sobrina y una criada. El escritor llegó a Valladolid en 1604 para buscar el privilegio real que le permitiera publicar la primera parte del Quijote. «El grueso del libro fue editado en Madrid por el impresor Juan de la Cuesta y se puso a la venta en Valladolid a finales de 1604 o enero de 1605», explica Carolina Martín, técnico del museo.
A finales del siglo XVIII, se produjo el hallazgo del expediente sobre la muerte de un caballero, Gaspar de Ezpeleta, ocurrido junto a esta casa. Entre las declaraciones de los testigos, se encuentra la de Miguel de Cervantes, que ayudó a socorrer al caballero. «Este hecho permitió en 1866 al profesor José Santa María de Hita localizar la casa en la que vivió, que en la época tenía el número 14», recuerda Martín. Allí se colocó entonces la placa 'Aquí vivió Cervantes' que se conserva en la actualidad.
Unos paneles en el acceso al museo recuerdan los primeros pasos de la institución. En 1875, con motivo del 275 aniversario de la publicación del Quijote, el anticuario y cervantista Mariano Pérez Mínguez decoró la casa con muebles y objetos antiguos. Se fundó oficialmente la Sociedad Artística y Literaria 'La casa de Cervantes', que permaneció activa hasta 1881. La vivienda entró a partir de entonces en una etapa oscura de la que pudo salir gracias a Benigno de la Vega-Inclán, comisario regio de turismo entre 1911 y 1928, quien informó al rey Alfonso XIII del estado ruinoso de la casa. El monarca compró el número 14 en el año 1912. Su amigo Archer Huntington, hispanista y filántropo, adquirió las colindantes (la 12 y la 16) y el marqués de Vega-Inclán se hizo con la número 10.
A partir de este momento, la suerte de este lugar comenzó a cambiar. El 23 de abril de 1916, se abrió al público la Biblioteca Popular Cervantina. En 1928 se creó el Patronato de las Fundaciones Vega-Inclán y este organismo promovió la mejora de estas instalaciones. Así, en 1948, se encomendó a Francisco Javier Sánchez Cantón, subdirector del Museo del Prado, y Constantino Candeira, arquitecto y subdirector del Museo Nacional de Escultura, la elaboración de un proyecto para la instalación de un museo en la vivienda cervantina. El 18 de abril de 2005 (hace justo veinte años, el mismo día en el que comenzaba el cónclave que elegiría a Benedicto XVI), los duques de Palma (la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín) inauguraban la reapertura del museo, después de meses de obras para redefinir el espacio, con la restauración de buena parte del mobiliario y de otras piezas.
Aunque el museo no cuenta con piezas originales de Cervantes o su familia, el proyecto museográfico (siete estancias en la primera planta, más la biblioteca y el zaguán) se basó en los testamentos y cartas de dote de Catalina, mujer de Cervantes, e Isabel, una de sus hijas. Así, se amueblaron espacios como el estrado, la cocina, el comedor, una alcoba y alcobilla y el aposento, donde se recrea la labor de Cervantes como escritor.
Entre las piezas que pueden verse a lo largo de la visita hay un retrato de Felipe III (monarca que trasladó la Corte a Valladolid), un san Miguel que evoca el nombre del escritor o un cuadro de la batalla de Lepanto, en la que participó. En 2023, el Museo contrató el suministro de reproducción facsimilar de varios documentos originales de la vida de Cervantes, como el Proceso Ezpeleta (custodiado por la Real Academia Española), la carta de dote de Catalina de Salazar (un documento del 9 de agosto de 1586 del Archivo Histórico Provincial de Toledo) o la licencia de impresión del libro 'El ingenioso Hidalgo de la Mancha' (del Archivo Histórico Nacional).
Con la vista puesta en la ampliación, el centro se ha enriquecido en los últimos dos años con más adquisiciones, tanto por derecho de tanteo (en subasta) como compras directas a particulares, tal y como explica Antonio Custodio, técnico del museo. Así, se han incorporado a los fondos quince grabados realizados para la edición del Quijote de 1789, impulsadas por la Real Academia Española, 23 óleos realizados por el pintor Manuel García y Rodríguez (1885) con escenas del Quijote. 'Don Quijote limpiando su armadura', de José Jiménez Aranda, un dibujo a aguada y gouache firmado en Sevilla y que fue realizado para la publicación del Quijote del Centenario (1905), con motivo del tercer centenario del a novela. O también un retrato de Isabel de Valois, a quien Cervantes dedicó sus primeras creaciones literarias (dos sonetos y dos coplas). Además, ya se ha expuesto (en la sala que recrea el comedor) un bodegón obra del pintor barroco Pedro de Camprobín (1660). Y destacan varias ediciones del Quijote, ilustradas con grabados de artistas del siglo XX, con firmas como Salvador Dalí, Louis Jou o Eberhard Schlotter.
El Museo Casa de Cervantes no solo vive de sus visitantes y turistas (más mujeres que hombres, con estudios superiores, entre los países extranjeros, mayoría de franceses), sino que también programa, de forma periódica, ciclos temáticos de actividades que incluyen proyecciones de cine, conferencias o espectáculos escénicos (conciertos o danza contemporánea). En la actualidad, los espacios que se utilizan para albergar estas actividades son la biblioteca histórica o el jardín interior, indica Mario Díaz, técnico de la institución. No son lugares precisamente amplios, por lo que el museo confía en que su ampliación con el edificio anexo (adquirido en 2019 a Cajacírculo) permita reforzar estas actividades y llegar a más gente. Su programa incluye también talleres infantiles y recorridos virtuales en 360º para acercar el museo a las personas con movilidad reducida. La Casa de Cervantes abre de martes a sábado, de 9:30 a 15:00 horas y los domingos y festivos, de 10:15 horas. La entrada general son tres euros (1,5 la reducida) y hay aperturas gratuitas y los miércoles y jueves, de 17:00 a 20:00 horas.
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