Un año de la agresión del Desierto Rojo: «Sospechas de todo el mundo, la estética ya no es un signo de identidad»
El caso, investigado inicialmente como un delito de odio con diez identificados, sigue en fase de instrucción, pero se diluye en un delito leve lesiones contra dos acusados
«Cuando ese día entré en el bar lo que vi fue un grupo de chavales tomando copas, no había nada que me hiciera saltas ... las alarmas, menos en un bar al que solía ir». Quién habla es uno de dos jóvenes agredidos en la ya conocida como agresión del Desierto Rojo, que hace un año sacudió el foco mediático de Valladolid. Guarda recelos a la hora de hablar y pide hacerlo desde el más absoluto anonimato, pero no quiere dejar pasar la oportunidad de recordarlo públicamente, ante la preocupación que le genera que se hayan desencadenado otros casos similares a lo largo de los últimos meses. Le consta que al menos dos de sus atacantes han estado implicados en incidentes posteriores a la agresión que sufrieron él y su amigo en la madrugada del 27 de agosto, que encontró su desencadenante en una camiseta que portaba este último y en la que podía leerse «antifascista».
«La única palabra que medió en ese momento fue 'que bonita camiseta' o algo así. Es gente a la que le saco seis años, no los conocía absolutamente de nada, ni tuvimos ningún contacto en el bar con ellos, porque estaba vacío», rememora. Después vinieron los golpes, primero a su amigo y luego a él, cuando trató de defenderlo. «Cuando llegó el portero le intenté explicar que nos estaban agrediendo a nosotros, pero me echaron fuera con el resto de personas y allí empezaron a pegarme entre varios», relataba para este periódico pocos días después de la agresión sufrida, asegurando desconocer la identidad de la marabunta de agresores.
«Creo que fue un diez a uno», esclarece ahora, tras un año de pesquisas policiales y judiciales en las que, asegura, los investigadores han llegado a identificar a una decena de implicados vinculados a la peña del Real Valladolid 1984, gracias a las cámaras de seguridad y al testimonio de otros testigos. Así lo corroboran las diligencias de investigación, donde se apunta a que todos los investigados pertenecen a la peña radical en cuestión «con una ideología catalogada de extrema derecha» tenida en cuenta «durante los dispositivos de seguridad» en torno a los partidos de fútbol, que les hace «extremar precauciones» cuando los enfrentamientos deportivos son contra equipos cuyas peñas son de ideología contraria.
«Es gente que además gestiona la grada de animación del Real Valladolid y vende abonos a 20 o 25 euros, por lo que es un caldo de cultivo importante. Con eso tienen acceso a muchísima juventud y parte de ella acaba radicalizándose», asevera.
La agresión se saldó con una contractura en el cuello, un derrame en el ojo y varios hematomas, que desaparecieron a las pocas semanas. Pero la carga psicológica se le hace más pesada y el miedo de volver a pasar por algo así le hace estar vigilante: «Lo que más siento es preocupación, porque ahora sospechas prácticamente de todo el mundo. La estética ya no es un signo de identidad de ningún colectivo. Antes a los fascistas se les identificaba un poco por la vestimenta».
«La mayoría de las personas que han agredido se las encuentran por la calle y lo hacen porque por la estétitca les parece que pueden ser de izquierdas u homosexuales»
«A mí me pegaron y estaba vinculado a un sindicato y a un partido político (de izquierdas) de casualidad, pero la mayoría de personas a las que han agredido es gente que se encuentran por la calle, que por la estética les parece que pueden ser de izquierdas o porque tienen pinta de gay o lesbiana», detalla.
Fue el caso del último joven agredido en junio, cuando uno de los identificados en los altercados del Desierto Rojo lo sorprendió por la espalda junto a dos chicos y le propinó varias patadas, hundiéndole el cráneo: «A este chico no lo conoce nadie del entorno antifascista de Valladolid, creo que simplemente llevaba una camiseta de un grupo de música». La Policía le atribuyó un delito de homicidio en grado de tentativa y pese a sus antecedentes fue puesto en libertad con medidas cautelares.
Dos acusados
«Hay un ambiente raro y aumenta el sentido de impunidad de esta gente«, asegura, ya que en su caso, el juzgado de Instrucción número 2a calificado los hechos como un delito de lesiones leves en el auto de transformación que pone fin a la instrucción. Decisión que ha sido recurrida por la acusación particular al considerar que está muy documentado que se trata de un delito de odio. «Siento muchísima desconfianza, no sabes si es simplemente dejadez o es otra cosa, porque lo cierto es que el informe policial aporta muchísimos hechos, desde participación en movilizaciones de extrema derecha, donde se les identifica con miembros de Democracia Nacional, a peleas y robos vinculados al fútbol en otras ciudades», asegura.
El juzgado de Instrucción dos dictó el auto de transformación final el pasado mes de febrero, en el que constan como acusados únicamente dos de los investigados, M. A. H y P. J. M. La defensa de este último asegura que la jueza «está haciendo bien su trabajo» ya que «no están claros los hechos» por las «declaraciones contradictorias del personal de la sala» sobre la implicación de cada uno de los investigados en la pelea.
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