3.096 días de angustia
La joven austriaca Natascha Kampusch relata en un libro sus ocho años de secuestro en un sótano
EFE
Jueves, 9 de septiembre 2010, 04:09
El relato autobiográfico de la infancia robada de la joven austriaca Natascha Kampusch, titulado '3.096 días' y puesto ayer a la venta, ha despertado una gran expectación al contener detalles sobre el horror de sus ocho años de secuestro en un sótano de cinco metros cuadrados.
Los 3.096 días del título son los ocho años de su secuestro -del 2 de marzo de 1998 al 23 de agosto de 2006-, en los que pasó de los 10 a los 18 años encerrada bajo tierra a merced de Wolfgang Priklopil, que se suicidó el mismo día que la chica logró escaparse.
La primera edición del libro, escrito por la joven junto con dos periodistas y por el que se especula que puede haber cobrado 1,2 millones de euros, tiene una tirada, según la prensa austríaca, de 50.000 ejemplares.
Las primeras páginas relatan la infancia triste de Kampusch; los malos tratos de su madre, que la abofeteaba sin ningún motivo y le decía: «Algo habrás hecho», y la mala relación entre sus padres, que acabaron separándose.
En el pasaje sobre el día de su secuestro por Priklopil -a quien nombra en el libro solo como «el secuestrador»-, después de ser raptada cuando iba al colegio, reconoce que sintió miedo de morir y ser enterrada en un bosque cercano.
La primera noche en el sótano la niña exigió a su secuestrador que le leyera un cuento para dormirse, algo a lo que accedió. Leyó 'La princesa y el guisante', y «al final me dio un beso en la frente», cuenta.
El retrato de su raptor es el de una personalidad dual que pasa de la cordialidad a la ira en un segundo y comienza a maltratarla por cualquier nimiedad, un obsesionado del orden con tendencias sadomasoquistas que pretende que le llame 'señor' y se arrodille cuando le trae la comida. Ella siempre se niega a seguirle el juego.
Priklopil le aseguró que nunca la liberaría. «Has visto mi rostro. No puedo dejarte libre, jamás podré llevarte de vuelta con tus padres».
Kampusch no entra en los detalles de si fue forzada a mantener relaciones sexuales. «Es la última esfera de mi vida privada que quiero preservar», indica.
El día de su fuga Natascha aprovechó que Priklopil se alejó durante una conversación telefónica. Logró salir del jardín y se encuentró con tres personas que se negaron a prestarle siquiera un teléfono móvil. Después entró en casa de una mujer del vecindario, que al contarle sus vicisitudes le pidió que no pisase su césped, y telefoneó a la policía, que la trasladó a la comisaría.