El Encuentro del Resucitado cierra una multitudinaria semana de procesiones en Valladolid
Miles de personas presencian el encuentro en la Plaza Mayor, presidido por primera vez por el arzobispo Argüello
La Semana Santa de Valladolid cerró sus procesiones con otra multitudinaria presencia de espectadores después de unos días de mucho éxito procesional y de público ... ante también un destacable silencio y respeto. El Encuentro de Jesús Resucitado con la Virgen de la Alegría cerró este mediodía diez intensos días de desfiles caracterizados también por una alta participación de cofrades en las filas de las 20 hermandades.
A la hora del Ángelus, con las campanas de la Catedral anunciando la jornada del Domingo de Resurrección, empezaba una procesión por el casco histórico donde unas cofradías discurrieron hacia Fuente Dorada y otras hacia Santiago. A partir de aquí llegaban a la Plaza Mayor y, frente a la Casa Consistorial, Jesús Resucitado (Ricardo Flecha, 1994) y la Virgen de la Alegría (Miguel Ángel Tapia, 1997), se encontraron ante la presencia de miles de personas que abarrotaron las gradas instaladas en este emplazamiento. También hubo muchas personas de pie que estuvieron dirigidas por agentes de la Policía Municipal para permitir que todas las cofradías de la ciudad se pudieran situar en la zona central de la plaza.
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Son dos imágenes alumbradas por las cofradías de Nuestro Padre Jesús Resucitado y del Santo Sepulcro, respectivamente, si bien ésta también procesionó el conjunto escultórico del Santo Sepulcro Vacío. Tres pasos que, previamente, presidieron la Misa de Pascua que el prelado celebró en la Seo a las 12:00 horas.
Muchos cofrades, muchos niños… Y sobre todo destacó la presencia de numerosas manolas que, de mantilla blanca, festejaban el momento de la Resurrección. Mucha alegría entre los presentes que se tradujo en una procesión más festiva que el resto de la semana como el propio arzobispo, Luis Argüello, recordó ayer al volverse a encontrar con los niños tras el día de Ramos: «El domingo, en las Platerías, los niños agitando los ramos aclamábais diciendo: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!». A lo que continuó: «Hoy os invito a todos a que respondáis con la aclamación con voz fuerte, que en medio de nuestra Plaza Mayor hagamos sonar este grito, que es expresión de nuestra fe: Jesucristo ha resucitado… ¡Aleluya! Verdaderamente ha resucitado… ¡Aleluya!».
Sin duda unas palabras de un exultante arzobispo, con las que se estrenaba en esta celebración del Domingo de Resurrección. Consiguió que los miles de asistentes las coreasen prácticamente al unísono para, a continuación, dirigir una breve pero intensa plática pidiendo la paz, en el ámbito más cercano, en el ámbito fraterno de las cofradías, y en el mundo, «que está atravesado por las guerras».
Así lo reclamó el prelado ante todos los congregados y con la simbología de las decenas de palomas que se soltaron para recordar la Resurrección de Cristo pero que también se convirtieron más que nunca, como expresó el propio Argüello, en transmisor de paz. Y es, que animando a ir a misa, invitó «a construir la paz cada domingo, al salir de la eucaristía, paz que es fruto de la alegría, fruto de la fraternidad y del servicio».
El arzobispo instó a los cofrades a vivir a lo largo de todo el año «la alegría de este encuentro, la fraternidad de vuestras cofradías y el servicio que estemos dispuestos a prestarnos unos a otros». Una petición a la vivencia y participación en la hermandad cofrade desde el aspecto de la formación religiosa durante todo el año y de la labor social y caritativa sobre la que el propio prelado ha insistido en numerosas ocasiones en los últimos tiempos. Esta mañana lo recordó públicamente para hacer saber a la sociedad vallisoletana de la importante labor de las cofradías más allá del tiempo de procesiones.
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