Segovia
La rápida respuesta de los medios de extinción reduce a conatos el 83% de los incendiosLa mitad de la superficie calcinada en lo que va de siglo se corresponde con fuegos que afectaron al territorio en la última década
Las nubes de ceniza han empañado estos días los cielos de todo el país. La oleada de incendios que comenzó hace dos semanas ha arrasado ... ya más de 400.000 hectáreas. Es una trágica cifra que bate el récord del siglo XXI y que colorea de negro principalmente el noroeste del país. Hasta el momento, Segovia ha esquivado esta amenaza, ya que está a punto de cerrar agosto con una de las menores cifras de hectáreas quemadas en comparación con las últimas décadas. La rápida respuesta de los medios de extinción ha permitido controlar aquellos fuegos más voraces y, en suma a ello, reducir a conatos más del 83% de los incidentes que han tenido lugar a lo largo del verano. Aun así, todavía queda un largo camino por recorrer en la lucha contra las llamas, pues en tan solo cinco años han resultado calcinadas cerca de 2.000 hectáreas.
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Segovia afronta uno de los periodos estivales más complejos por riesgo de incendios, aunque su situación es totalmente diferente a la que actualmente presentan provincias como León, Zamora, Orense o Cáceres, entre otros territorios que han lamentado extensos bosques, cultivos e incluso pueblos devorados por las llamas. La primavera lluviosa, que humedeció la tierra, permitió minimizar los fuegos en junio. A ello se sumó la anomalía térmica registrada en julio, con temperaturas mucho más bajas de lo habitual. Todo cambió en agosto, debido al comienzo de una larga ola de calor que se unió a la existencia de una vegetación frondosa. Un cóctel capaz de provocar una catástrofe medioambiental de gran envergadura.
Las condiciones meteorológicas adversas -elevadas temperaturas, baja humedad y fuertes rachas de viento- no solo facilitan el desencadenamiento de un incendio, sino que también contribuyen al descontrol de estos fenómenos. Por lo general, los ejercicios que han finalizado con peor balance -tanto en número de incidentes como de terreno afectado- coinciden con periodos de sequía. Es por ello que el ranking está encabezado por el 2019, 2012, 2017, 2022 y 2009. Otro componente que infunde temor son las tormentas eléctricas, pues en esta ocasión los rayos se han constituido nuevamente como la principal causa del fuego.
Sin embargo, los profesionales de extinción han logrado capear en gran medida esta amenaza, hasta apuntar al menos por ahora una de las cifras de superficie quemada más bajas del último decenio: 81 hectáreas, que es lo equivalente a algo más de 150 campos de fútbol. Son algo más de la mitad en comparación con 2024, cuando se calcinaron 141 hectáreas; aunque supera los datos de 2023, cuando el fuego arrasó 56.
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El peligro no ha acabado y el recuento total puede dispararse en cualquier momento. El último bache experimentado por los termómetros ha contribuido a rebajar estos días ligeramente el nivel por riesgo de incendios que calcula la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que vuelve a elevarse esta semana por la subida de las temperaturas, sobre todo en la sierra, lo que ha obligado a emitir una nueva alerta. La Junta de Castilla y León establece del 12 de junio al 12 de octubre la época de peligro alto por fuegos que pueden afectar a masa forestales, ya que en este periodo se concentran los incidentes y, en consecuencia, la labor intensiva del operativo de vigilancia, prevención y extinción.
Medios movilizados
Los medios repartidos por el territorio incluyen dos bases aéreas de helicópteros -Coca y Las Casillas-, más de una veintena de puestos o cámaras de vigilancia; cerca de 300 puntos de agua y un total de 380 profesionales, entre bomberos en autombombas, trabajadores de cuadrillas, técnicos, agentes medioambientales y brigadas helitransportadas. El Plan Infocal, que es el dispositivo autonómico para luchar contra el fuego, se ha visto reforzado este año con más voluntarios formados de Protección Civil, una nueva unidad de brigada en Cuéllar, una autobomba en El Espinar, un puesto de mando avanzado naves para vehículos y mejoras en infraestructuras.
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La rapidez en la intervención de estos medios materiales y profesionales, que están preparados para desplegarse por todo el territorio cuando la situación lo requiera, ha logrado evitar males mayores en cuestión de incendios. No han podido impedir el desencadenamiento de las llamas, pero sí rebajar la gravedad de sus consecuencias, como sucedió este fin de semana en pleno corazón del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. El fuego se desencadenó en una zona de pradera y pudo ser controlado, además de extinguido, apenas seis horas después
Para comprobar este hecho, tan solo basta con echar un vistazo a las características de los incendios que se han anotado en Segovia desde principios de año y hasta el 18 de agosto, pues el 83% de los 59 fuegos que se han notificado en la provincia han quedado reducidos a conatos. Es decir, han arrasado menos de una hectárea al poderse evitar la propagación de las llamas.
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Es una proporción que se ha ampliado con el paso de los años. En la última década, ocho de cada diez incendios han quedado finalmente en conato. Hay algunas excepciones temporales en las que este dato se reduce notablemente, como ocurrió en 2022, cuando las llamas devoraron casi 900 hectáreas en Navafría; o en 2017, con motivo de los fuegos que se sucedieron en Navalilla durante la época estival y calcinaron 600 hectáreas.
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Estos son algunos de los incendios más graves que han asolado el territorio segoviano, que están precedidos por el de Honrubia de la Cuesta en 2008, que concluyó con 1.100 hectáreas quemadas; y al ranking también se suma el fuego en los pinares del Real Sitio de San Ildefonso, que afectó a 410 hectáreas, que hizo temblar a la provincia entera al adentrarse en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.
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Comarcas más afectadas
Un aspecto positivo es que, a principios del siglo XXI, el porcentaje de conatos sobre el total de incendios era muy inferior, pues rondaba el 70%. En 2005, la superficie de cuatro de cada diez fuegos sobrepasó la hectárea. Por tanto, es posible concluir que la capacidad que tiene Segovia para combatir las llamas de una manera eficaz ha evolucionado de forma positiva. No obstante, con el paso del tiempo la extinción de los fuegos se ha vuelto cada vez más complicada. Muestra de ello es que la mitad de la superficie total calcinada en lo que va de siglo -7.300 hectáreas- se corresponde con incendios que han afectado al territorio en los últimos diez años.
El riesgo nunca es cero. Once incendios forestales ocurridos en la actual época estival han devorado una extensión superior a una hectárea, de acuerdo a la estadística publicada por la Junta. Nueve de ellos arrasaron una superficie menor a cinco hectáreas y solo uno rebasó el citado umbral. En concreto, un fuego originado por causas desconocidas el 13 de julio entre Cuéllar y Frumales devoró 47,9 hectáreas de arbolado. Las llamas se propagaron por una zona de pinares y eso obligó a declarar el índice de gravedad potencial (IGP) 1, pues peligraban masas arboladas de más de 30 hectáreas. Afortunadamente, el incendio -el más grave de la temporada, según los registros actualizados- quedó controlado y perimetrado al caer la noche en esa misma jornada.
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El operativo de extinción también ha tenido que intervenir en fuegos que han devorado tierras de cultivo al completo. Aunque los terrenos agrícolas no son considerados forestales y no figuran en la estadística, los profesionales han tenido que movilizarse de inmediato para evitar su extensión. Es el caso de un incendio que desató las alarmas el 5 de julio en Valseca, que echó a perder más de 28 hectáreas de cereal; otro en Moraleja de Coca el 26 de julio, que acabó con 16 hectáreas; y uno en Marazoleja, el día 30 del mismo mes, que afectó a algo más de seis hectáreas. El último ejemplo fue el lunes, en Fuentepelayo, con un fuego que arrasó cinco hectáreas de paso y dos más de pinar.
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