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Cuando se fue la luz, la carnicería Juan Martín acababan de despachar a un cliente. No sabían que iba a ser el último del día. « ... No podíamos hacer nada porque todo funcionaba con electricidad», relata Diego Martín. Su establecimiento mostraba una situación totalmente diferente en las primeras horas de este martes, ya que la caja registradora, la báscula y otros utensilios volvían a estar operativos. «Ahora estamos como si no hubiese pasado nada». Pero el susto sigue en el cuerpo: «Fue un caos».
El avance de los minutos se tradujo en incertidumbre y en un goteo de personas que, desesperadas, buscaban embutidos en esta céntrica carnicería de la calle San Francisco, en Segovia capital. Todos querían «tener algo que comer». Martín percibió que la gente estaba «muy asustada, lo han pasado mal». Sin embargo, «no pudimos despachar nada; estuvimos abiertos porque creíamos que iba a ser una avería normal, pero luego vimos que no fue así», lamenta.
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Había preocupación por la falta de información, por el perjuicio económico que intentarán trasladar a las aseguradoras -sin mucha esperanza-, por los posibles robos y sobre todo por el producto. Esto se debe a que la cámara frigorífica en la que almacenan «aguanta algo más de un día». El apagón, que frenó en seco gran parte de la actividad de carnicerías e incluso pescaderías, se prolongó durante unas quince horas. «No hemos tenido problema por eso al final, pero si esto llega a ser más tiempo, tendríamos que haber tirado todo», declara.
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